Ander Hernández, un futbolista nacido en cuna de oro, decide ocultar su apellido para construir su carrera sin la sombra de su influyente padre. En su camino, conoce a Dalia Molina, una mujer que desafía los estándares tradicionales de belleza con su figura curvilínea y sus adorables mejillas.
Dalia, que acaba de sufrir una pérdida devastadora, se enfrenta al reto de sacar adelante a su madre y a su hermana menor. Pero su mundo da un giro inesperado cuando un hombre, tan diferente de ella en apariencia y situación económica, irrumpe en su vida, alterando todos sus planes.
A pesar de sus diferencias, tanto físicas como sociales, los corazones de Ander y Dalia laten al unísono, mostrando que, aunque sean polos opuestos en muchos aspectos, comparten lo más importante: un espíritu noble y un amor que trasciende todas las barreras.
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Parte 7
Daila
Estaba en crisis. Me miraba en el espejo, incapaz de decidir qué ponerme para conocer a la familia de Ander. Mi madre estaba a mi lado, tratando de consolarme, pero me sentía completamente desesperada.
Había pasado por mucho, trataba de no ocasionar muchos problemas, ahora era diferente, sentía como mi corazón dolía más de la cuenta. No sabía qué estaba haciendo, ¿por qué había tomado la decisión de ser una novia falsa?
Ander era lo que toda mujer quisiera, respetuoso, caballeroso, siempre estaba pendiente de nosotros. A veces creía que mi papá lo había mandado para consolarnos por su muerte, porque habían pasado exactamente tres meses desde la muerte de mi papá y llego ese hombre que puso nuestras vidas mucho mejor.
Cumpliendo cada promesa, tratándonos como reinas, no solo a mí, sino a mis personas importantes. ¿Por qué me costaba tanto que ese hombre fuera algo mío? ¿Por qué tenía miedo de enamorarme de él?
En el auto solo podía pensar eso, podía pensar en nuestra conversación y en el beso. ¡Dios! Ese beso, había hecho vibrar todo de mí, algo que se me había olvidado con el tiempo, porque hacía un buen tiempo que no sentía nada de eso.
El susto de ver a la familia de Ander tampoco paso rápidamente, sobre todo por la presión que ejercía la mamá y la hermana, la hermana sí era mucho más cruel. Me parecía divertido porque me preguntaba que habría hecho Olivia, yo siempre había sido frentera, pero con el tiempo aprendí a saber callar, aunque no lo aplique muy bien el día que murió mi papá.
Mi hermana menor, era callada, siempre había sido más tranquila que yo, hasta que ese día también explotó, ella es bomba del tiempo, cuando reacciona, reacciona muy mal.
—No hagas mucho escándalo, solo eres una más, no mereces nada de mi hermano. Eres una mujer gorda que solo quiere sentirse importante.
No podía pensar mal de la muchacha, simplemente había sido víctima de la crianza de sus padres y por la expresión que tenía Ander, él había tratado de corregir ese carácter.
Tomo la mano de Ander, me mira furioso. Yo niego con la cabeza, no quería que pensarán mal de mí.
—Tal vez —Es lo único que contesto para girar a ver a la señora Marle, que parece que era alguien importante de mi falsa pareja. —¿Necesita que le ayude en algo?
—Se comporta como una criada —Escucho el murmullo de la mamá de Ander, la miro de reojo.
Quería ser su novia de verdad en un futuro, pero a este paso iba a terminar, es peleada con su familia.
Suspiro para ir a ayudarle a servir la comida.
—¿Tu si vas a comer? ¿No comiste ya mucho? —La expresión de Ander se estaba poniendo más fría.
—Un poco, siempre me ha gustado comer —Contesto con sinceridad.
—Se nota —La mamá dice con una sonrisa. —Tu mamá debió enseñarte a cerrar la boca.
No espero ni dos segundos para darle el plato de mala gana.
—Puede decir lo que quiera de mí, vuelva a mencionar algo de mi mamá, y esto no terminará en paz —Ander me mira, creyendo que la iba a defender, alza su pulgar en afirmación.
—Mi hermano dijo que tenías una hermana, me gustarías conocerla —Es la hermana, que no cambia la actitud.
—Claro, pero mi hermana no anda con tontas —Respondo tranquila mientras me siento al lado de Ander, que pone su mano en mi muslo y siento un leve cosquilleo cuando lo hace.
—¿Qué quieres decir?
—Dios, ya he tenido muchos problemas por ser directa, pero estoy cansada de que crean, que no me veo de esa forma que ustedes describen. Yo sé qué estoy pasada de peso, ¿me creen ciega o qué? —Empiezo con mi discurso antes de comer, porque yo dejé de pelearme con la comida cuando mi papá murió —. Señora, usted está llena de cirugías, ¿se cree bonita por eso? Eres una más, lo mismo va para su hija, ¿crees que la belleza te va a durar la vida? Jamás, todo pasa factura.
—¿Vas a permitir que nos hables así?
—Si no lo hacía, yo iba a terminar dejándoles de hablar hasta que aceptarán que es mi novia —Contesta Ander sin mirarlas, mientras me sirve el jugo en un vaso, acaricia mi mejilla para luego servir el de él.
La comida termina en silencio, nadie quiere seguir hablando más sobre la situación que se había presentado. Al final nadie habla, Ander mira la hora.
—¿Qué hora es? —Le pregunto.
—Las tres, a las cuatro, comienza el partido, debemos pasar por algo de comer porque tu mamá y Olivia deben tener hambre.
—Creo que ya almorzaron, no creo que tengan hambre tan rápido.
—Tu hermana está mejorando sus horarios de comida, la veo más feliz, no puedo dejar que se ponga triste —Sonrió cuando lo escucho hablar así, había descubierto el secreto de mi hermana con la comida, ahora siempre trataba de llevarle cosas para que se alimente mejor y tenga un buen peso.
—Gracias —Me da un beso en la frente.
—¿Por qué todos están en la puerta? —La voz ronca de alguien me hace girar, venía en dirección de donde íbamos a salir.
No dudo ni dos segundos en saber quién es, convivir con mi padre cuando veía fútbol, servía. Era Hernández, el mejor delantero que hubo en la historia, tenía barba y se veía más desarreglado que antes.
—Cariño —La voz de la mujer pasa a un susto terrible, cuando veo la expresión de Ander puedo ver la ira que tiene contra él.
—Aquí está el pequeño malagradecido —Una risa burlona y puedo sentir como mi cuerpo se tensa.
—Pensé que ibas a llegar más tarde.
—No te puedes deshacer tan rápido de mí, ¿creíste que podrías venir a mi casa y hacer lo que quisieras? —Ambos se retan con la mirada. Las mismas mujeres que hace rato se sentían superiores, se veían pequeñas, con su cabeza abajo y jugando con sus manos. ¿Ese señor que había hecho?
—Adiós, mamá y Emily —Se despide de las dos mujeres y me agarra de la mano.
—¿Ahora te gustan las rellenitas? Aunque sí, son fabulosas, son las que mejor se mueven —Me tardo en procesar que Ander se separó de mí para coger a su papá por el cuello.
—Repite eso otra vez.
—¿Qué? ¿Me vas a golpear? ¿Te crees muy hombrecito, ya que vas a entrar a la selección? —Más rabia en Ander y más burla en el papá.
—Eres un maldito bueno para nada.