No soy más que una niña, pero para salvar a mi familia debo casarme con un hombre desfigurado y que es mucho mayor que yo.
Es un matrimonio por conveniencia, debo cumplir con mi palabra
NovelToon tiene autorización de Mariela Jimenez para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
8
“¿Ah? ¿Crees que Claudia pueda casarse con alguien de esa familia adinerada? Todavía le faltan dos años para poder casarse. Tal vez el pervertido de Miguel solo este jugando con ella. ¿Qué te interesa sobre posiciones en la familia? Solo tienes que casarte con uno de ellos y ser esposa del futuro presidente de la familia Santos. Es toda una maestría. Incluso si su posición es mayor que la tuya, ¿no estás presionándola por todos lados?”
“Eso es verdad, mamá. Definitivamente desahogaré tu enojo. Una chica que se apellide Rosas también es digna de casarse. Mamá, no te preocupes. La dejaré en el piso. Haré que ese animal se arrepienta...”
El corazón de Claudia se detuvo al escucharlas hablar.
Claudia trataba a Carmen como tuvieran la misma madre, pero en su interior sabía que no lo era.
Ella era adoptada y nunca pudo ver a su madre biológica.
Escucho a Marta decir que cuando nació, su madre se les acercó para pedirles dinero, o le decía a los medios que su padre tenía una amante.
Por el bien de la familia Rosas, Marta le dio el dinero para que no dijera nada.
Después de aquello, Marta puso toda su ira sobre ella.
Desde pequeña, ella era la que menos querían.
Las ropas, los juguetes, y las mochilas que no quería Carmen se lo daban a ella.
Su padre también odiaba a su madre. Se creía muy poderosa y lo trataba indiferente.
Por eso en el momento de la crisis familiar de los Rosas, no entregaron a Carmen, sino la recién adulta de Claudia.
Claudia había desaparecido por mucho tiempo, y regreso pensando que estaban preocupados. Pero ahora sabía que regreso por gusto.
Soltó su mano, y mirando la puerta, se alejó con la cabeza agachada. No veía los coches que pasaban en la calle.
“Señor, es la señorita Claudia.”, dijo el secretario. “La señorita Rosas parecía estar muy triste y se veía con vergüenza de regresar de su casa. ¿Qué es lo que habrá pasado?”
Miguel se sintió un poco molesto. Planeaba visitarlos para discutir de su compromiso, pero no esperaba encontrarse con Claudia saliendo de su casa con la cabeza inclinada.
Ella estaba abatida y sin ánimos. Al ver esta escena, Miguel se sintió un poco angustiado.
Ella estaba herida… y también se sentía solitaria, como una pequeña presa lamiéndose sus heridas.
“Adviértele a la familia Rosas que no pueden ofender a ninguna mujer de la familia Santos. Hoy puedo ayudarlos a salir de su crisis, y también podría mañana hacerles la vida imposible.”
Miguel cerró los ojos diciéndolo con frialdad.
El secretario supo que el señor la iba a proteger a toda costa.
Claudia fue a una pastelería.
Había que comer dulces cuando uno está triste.
Pidió varios pedazos de tiramisú y se los comió con alegría.
Miguel la vio a través de la ventana y no pudo evitar reírse.
Pensó que lloraría de tristeza, pero se puso mejor al instante. Ella era un mar de emociones.
Un niño se tropezó con Miguel cuando estaba a punto de marcharse.
El niño miró hacia arriba y vio su rostro, cayó al suelo asustado y comenzó a llorar.
Su llanto era tan fuerte que llamo la atención de los clientes, y también de Claudia.
Ella no esperaba ver a Miguel allí. Pensó que él estaba allí para comer algo y no por estar siguiéndola.
En ese momento, la madre del niño salió corriendo y lo tomo en sus brazos.
Vio el horrible rostro de Miguel y le reclamó: “¿Qué te pasa? ¡Estando así para qué sales asustando a la gente! ¿Serás responsable si mi hijo sufre un trauma?”