Bajo El Rostro De La Violencia~

Eiran salió de la sala de reuniones después de que se dictara su sanción: únicamente un recorte de salario. Aunque había esperado algo peor, la sensación de debilidad persistía. Desde que se mudó a Madrid, había decidido no depender de la riqueza de su familia y se esforzaba por mantener su independencia.

El recorte salarial no lo preocupaba tanto, ya que podía manejarse durante un mes. Lo que realmente lo frustraba era la evidente intención de Damon de usar la situación en su contra. El alfa había manipulado todo deliberadamente, y eso le hervía la sangre.

Aun así, Eiran estaba agradecido de no haber sido suspendido. Tenía demasiados pacientes que dependían de él, además de varias cirugías programadas esa misma semana.

—¿Y bien? ¿Cómo te fue? —preguntó Bianca, una doctora anestesista y una de sus colegas más cercanas en el hospital.

—Solo recorte de sueldo. Fue mi error, así que no puedo quejarme —respondió Eiran, restándole importancia, aunque el fastidio en su tono era evidente.

—Tranquilo, cariño. Oh, por cierto, esta noche no puedo cenar contigo porque mi prometido me lleva a cenar a un restaurante exclusivo —dijo Bianca con una sonrisa.

—No te preocupes, como siempre, cenaré solo —contestó Eiran, acostumbrado a su rutina solitaria.

—¿Por qué no aceptas las invitaciones del doctor Darío o del doctor Enrique? Ambos llevan meses compitiendo por ti. Al menos la comida sería gratis. ¿No te parece buena idea? —insistió Bianca con picardía.

—Si vuelves a mencionar eso, te juro que cancelaré tu próxima cirugía —replicó Eiran con una mirada helada, aunque en el fondo apreciaba la intención de su amiga.

—Está bien, está bien. Pero si algún día te cansas de cenar solo, avísame —respondió Bianca mientras caminaban hacia el quirófano.

—Por ahora, tenemos una cirugía pendiente. Mejor prepárate —cambió de tema Eiran, dejando claro que no quería continuar con la conversación.

—Lo que tú digas, doctor Eiran. ¡Ánimo, vamos! —respondió Bianca con una sonrisa, aunque sabía que su amigo seguía afectado por la situación con Damon.

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Dos semanas después...

Damon y su grupo de amigos aparcaron sus lujosos autos deportivos frente a un concurrido café en el centro de Madrid. Esa noche, el grupo había decidido cambiar sus habituales motocicletas por vehículos exóticos: Lamborghinis, Ferraris y Aston Martins que relucían bajo las luces de la calle.

La llegada del grupo, conocido no solo por sus riquezas sino también por su dominio sobre la ciudad, transformó el ambiente del lugar. El café, con su bar y discoteca al aire libre, se convirtió en el centro de atención. Los clientes, en su mayoría omegas jóvenes y atractivos, miraban fascinados a los hombres que descendían de los autos, todos ellos alfas dominantes con una presencia intimidante.

Damon, vestido impecablemente con una chaqueta de cuero negra y una camisa que dejaba entrever su físico, lideraba al grupo. Su aroma, la marca inconfundible de su condición de alfa, llenaba el aire, atrayendo miradas y suspiros por igual.

Dentro del café, Bianca jalaba a un renuente Eiran hacia el lugar reservado para su cumpleaños.

—¿Estás loca? ¿Celebrar aquí? Este lugar está abarrotado y lleno de ruido innecesario —protestó Eiran mientras intentaba detenerse en la entrada.

—Relájate, será divertido. Además, mi prometido ya nos espera adentro. No puedes hacerme esto en mi cumpleaños —respondió Bianca, arrastrándolo sin darle opción a escapar.

Mientras el grupo de colegas de Eiran llevaba vestidos llamativos, él destacó por su sencillez. Con una camisa blanca ajustada y pantalones negros de cuero que resaltaban su figura esbelta, su apariencia contrastaba con la elegancia ostentosa de los demás. Su cabello estaba parcialmente ondulado, con un pequeño adorno, pero su porte natural irradiaba una elegancia magnética que llamaba la atención sin esfuerzo.

Justo cuando Eiran subía las escaleras hacia el área privada del café, se encontró cara a cara con Damon, quien bajaba acompañado de su grupo. Ambos se detuvieron, sus miradas chocando con la fuerza de un duelo silencioso.

—Vaya, parece que este lugar acepta hasta médicos torpes ahora. ¿Vienes a salvar vidas o a seguir cometiendo errores? —se burló Damon, su tono impregnado de sarcasmo mientras lo observaba con una sonrisa desafiante.

Eiran, incapaz de contener el resentimiento acumulado durante semanas, sintió que su paciencia llegaba al límite.

¡PUM!

Antes de que Damon pudiera reaccionar, Eiran levantó la mano y lo abofeteó con fuerza, haciendo que la copa de vino que sostenía el alfa cayera al suelo y se rompiera en mil pedazos.

Un silencio absoluto invadió el lugar. Todos los presentes quedaron inmóviles, con los ojos fijos en el omega dominante que acababa de golpear al hombre más influyente de la zona.

El aire se llenó de una tensión electrizante, las feromonas de Damon escapando descontroladas, chocando contra las de Eiran, que se mantenían firmes, marcando un claro desafío.

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