Ana tuvo que empezar de nuevo después de que su esposo desapareció y su hijo falleciera, su única hija Samara contrajo matrimonio y para no truncar la felicidad de ella, tuvo que perder todo lo que tenía, así es como ella termina viviendo en Panamá 6 años después, con ganas de iniciar una nueva vida, su ex compañera de colegio fue la encargada de ayudarla.
Comienza a trabajar en una casa de familia como niñera, allí conoce a su jefe, que es nada más y nada menos que su esposo desaparecido, pero el tiene amnesia y no recuerda nada, así que ella decide que con pequeños detalles lo ayudara a que traiga a su presente su memoria borrada.
(Temática de Noveltoon: Amor en la madurez)
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Capitulo 10
Continúe dándole la crema hasta que se la terminó toda, Dominga solo nos observaba y puedo decir que estaba realmente sorprendida, después del desayuno continuamos con el itinerario, Ana reposo un poco y luego me mostraron por medio de un video los ejercicios que le realizaba la fisioterapeuta, solo era estiramientos y algunos ejercicios de coordinación, me dieron varios implementos como una colchoneta y elásticos.
Le cambié la ropa a Ana por algo más cómodo y finalmente la acosté en la colchoneta, entre más veía a la niña, más extraño me parecía todo, tenía sus extremidades con buena proporcion, incluso sus piernas tenían cierta rigidez, no tengo experiencia con niños que tienen condiciones diferentes, pero tampoco viví encerrada en una burbuja como para no fijarme en los detalles, y si no fuera por el historial y lo que me contó Dominga diría que Ana está fingiendo, quizás ella si pueda caminar, lo del retraso Neurológico no me atrevo a sacar conjeturas y quizás este errada.
Le hice los ejercicios paso a paso, al terminar le di un poco de agua y a los minutos le trajeron el tentempié, cuando se lo termino aún había tiempo antes del almuerzo, así que me senté con ella en el sofá de su habitación, allí agarré uno de los libros que habían en el escritorio, y comencé a leer una de las tantas historias, ella me prestaba mucha atención a cada una de mis palabras, cada tanto me fijaba que mordía su boca, cuando ví que se estaba empezando a dejar marcado me detuve y le hablé.
- ¿Te sientes mal?, estás a punto de reventar tu labio-- le dije mientras le pasaba un pañito húmedo por sus labios, ella negó con su cabecita y yo frunci el ceño, esto era realmente extraño.
Vinieron a suministrarle el medicamento muy puntual y despues nos llamaron a almorzar, yo llevé a Ana y la acomodé nuevamente, después de terminar de almorzar la llevé de vuelta a su habitación, le cepille sus dientes, después organice su cama para la siesta mientras ella jugaba con algunas fichas, finalmente le puse algo cómodo y la acosté en su cama, ella se quedó de medio lado y se durmió enseguida.
Aproveché ese momento para llamar a mi hija, le conté que ya estaba trabajando, omití algunos detalles de las funciones que tengo que realizar por qué se que no va a estar de acuerdo, aunque el pago es bueno ella siempre me ha dicho que no me exceda, que yo ya no estoy para trabajar, incluso durante esos 6 años que estuve en Colombia después de la tragedia, no dejó que trabajara, ella y Cristian se encargaban de mis gastos así me opusiera, como muchas veces lo hice.
Mi hija estaba feliz por mi y prometió venir de visita cuando terminara su maestría, ahora estaba haciendo un máster en negocios le quedan 8 meses para terminar, después de hablar por un largo rato colgamos la llamada, yo me senté frente a su cama a verla dormir, el sueño a mi ya me estaba venciendo, pero logré mantener mis ojos abiertos hasta que su siesta terminó.
El itinerario continuo con normalidad hasta que llegó la hora de entregarle la niña a su papá, Dominga vino a informarme que el señor la estaba esperando en el comedor, yo asentí, prepare a la niña y la subí a la silla de ruedas, no se por que Dominga le advirtió a Ana que debía cooperar, ella realmente se ha portado muy bien conmigo, voy a ver qué tan buena noche logro pasar, pero de momento no he tenido inconvenientes.
Empujé su silla hasta el comedor, ví a alguien de espaldas sentado esperando, supe que era el señor Gonzalo Vernet, el escuchó el sonido de la silla y se levantó, esa escena la capture en cámara lenta, mi cuerpo tembló y mis pupilas se dilataron de inmediato, empuñe fuertemente mis manos las manijas de la silla de ruedas, ante mis ojos estaba Felipe, o quizás era una ilusión, o su gemelo perdido, pero no podía equivocarme, el tenía una cicatriz en su mano, la misma que le estaba viendo al señor Gonzalo en estos momentos.
- Hola mi princesa-- dijo acercándose a su hija-- ¿Me extrañaste?-- le preguntó sacándome de mis pensamientos, yo tragué el nudo que se había formado en mi garganta.
Lo mire fijamente a los ojos esperando que me dijera algo, que me explicará está situación, pero nunca llegó, el solo se levantó y me extendió su mano.
- Mucho gusto, soy Gonzalo Vernet, el padre de esta preciosura de niña -- me dijo.
- mu..mucho gusto señor, soy Ana, Ana Galvis viuda de Bohórquez-- dije para ver si reaccion, pero de nuevo nada sucedio.
El solo tomó mi mano y la movió de arriba abajo, luego la soltó y acomodó a Ana a su lado, ya su cena estaba servida.
- con permiso, en un rato vendré por la niña -- dije antes de dar media vuelta.
Sin esperar respuesta me dirigí a la cocina, allí estaba la mujer que ví a medio día, de nuevo con su ceño fruncido sirviendo los platos para los empleados, yo me ofrecí a ayudarla pero me ignoró, así que simplemente me senté con los demás.
La cena fluyó con normalidad, no tenía nada de hambre pero me comí todo para no ser descortés, lave la loza aunque ya había alguien encargado para ese ofició, así que prácticamente le rogué a Dominga que me dejara hacerlo con la excusa de que quería que Ana pasará más tiempo con su padre, al final ella accedió.
Al terminar y dejar todo reluciente regresé al comedor pero ya no estaban ahí, me dejó un poco confundida, mire hacia el patio pero estaba totalmente solo, entonces decidí caminar por el pasillo que daba a su habitación, cuando estaba solo a unos pasos escuché una conversación que me dejó perpleja, era ella, estaba hablando, no me quedaba la menor duda, me acerqué un poco más para escucharla más de cerca.
/Heart/