"Ser una perdida"
Ser una perdida es más que estar sin rumbo en un lugar desconocido; es dejar de seguir el camino que la sociedad, el tiempo que nos toca vivir, o nuestra propia comunidad impone. Tradicionalmente, "perderse" significa no tener dirección, estar en un espacio sin referencias. Pero también puede ser una decisión inevitable: romper con las normas y expectativas de los demás, avanzando a pesar del miedo a las etiquetas, cuando ya no queda otra opción más que buscar un camino propio.
Estar perdida es ser vista como una “loca” o incluso una “puta,” etiquetas que pocas veces se dicen en voz alta, pero se cuchichean en secreto.
Es una especie de ataque hacia las mujeres que eligen por sí mismas, que buscan libertad y autenticidad. Estar perdida es atreverse a tomar decisiones propias, aunque el mundo no las entienda. Es un acto de rebeldía y una afirmación de independencia frente al juicio de los demás, en el fondo solo buscan ser aceptadas y queridas,con sus elecciones
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capitulo 10 lejos de casa
Durante la mañana, Fabiana llevó a Raquel a recorrer el pueblo y a recoger ropa para lavar en la laguna, que estaba a tres cuadras de la casa.
Aprovecharon para aceptar más pedidos, ahora que eran dos, podían incrementar el trabajo.
Lavaron las prendas entre risas y chapuzones, disfrutando de la calma que ofrecía aquel rincón natural.
Después regresaron cargadas de ropa mojada, que colgaron cuidadosamente para secar antes de plancharla y entregarla a sus dueños.
La paga no era mucha, pero suficiente para comprar alimentos que aseguraban la comida de los próximos días.
Esa tarde, el abuelo les avisó que saldría a buscar hierbas medicinales que ya se le habían agotado.
Partió tranquilo, sabiendo que su nieta no estaría sola.
En los días siguientes, Raquel asumió con entusiasmo varias tareas: mantenía la casa en orden, recogía ropa para lavar y buscaba maneras de ayudar más. Incluso consiguió encargos de limpieza, sintiendo que debía aportar más a aquella familia humilde que le había abierto sus puertas.
Fabiana, por su parte, continuaba ocupada colaborando con las artesanas en un pedido urgente de jergas y ponchos que debían terminar antes de la llegada del calor.
Raquel admiraba la destreza con la que trabajaban, y a veces se quedaba observando, aprendiendo con curiosidad.
El abuelo regresó después de algunos días, cargado con hierbas frescas que comenzó a secar cuidadosamente.
Luego las envasó y les colocó nombres.
Además, trajo algo de carne que saló y guardó en la fiambrera, junto con pescados limpios que condimentó, enharinó y frito en grasa caliente sobre un fuego improvisado en el patio trasero.
Mientras el clima se mantuviera caluroso y seco, preferían cocinar afuera para evitar calentar la casa.
Raquel, fascinada por las hierbas, mostraba un interés creciente en aprender sobre ellas.
El anciano, al notar su entusiasmo, empezó a enseñarle pacientemente sus usos medicinales, las épocas del año ideales para recolectarlas y los lugares donde podían encontrarlas.
Para ella, cada lección era una puerta abierta a los secretos de la naturaleza, y a él, no le costaba nada compartir su conocimiento con alguien que lo valorara.
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Los primeros tiempos de Maslov y su mujer sin la presencia de Raquel fueron un desafío tan grande como inesperado.
Habían aprendido a convivir con la dureza de la vida, pero no con la ausencia de su única hija.
La pérdida era un territorio desconocido, una herida que ninguno sabía cómo abordar. Hablar de ella se volvió un tema tabú, un abismo que ambos evitaban, temerosos de caer en él.
A pesar de todo, en el fondo de sus corazones habitaba una esperanza muda, casi imperceptible: el regreso de Raquel.
No la mencionaban, pero su ausencia estaba en cada rincón, en cada silencio.
Se sumergieron en el trabajo con una intensidad casi obsesiva, como si labrar la tierra pudiera aplacar el dolor de la ausencia.
Pero el esfuerzo sólo los volvía más huraños, más distantes entre sí.
Era como si al evitar el tema de Raquel, evitaran también mirarse a los ojos y enfrentar lo que sentían.
La vida seguía su curso, inmutable e implacable.
Las tierras adquiridas que engrosaban su patrimonio ,no traían consuelo alguno.
Aunque la productividad iba de viento en popa y sus conocimientos agrícolas generaban abundantes frutos, nada parecía aliviar el vacío que sentían.
La tristeza, siempre paciente, fue dejando su marca en ellos. Las noches se hicieron eternas, y el insomnio, un compañero fiel. Maslov encontró en la bebida un escape fácil, una tregua momentánea para sus pensamientos y un antídoto de fácil alcance para los recuerdos que lo asediaban.
Mas de una vez se despertó en la habitación de su hija,y la mirada de tristeza de su compañera con el distanciamiento que empezaba a sentirse entre ellos.
La condena social, tan temida al principio, fue perdiendo importancia.
¿Qué podían importarle los murmullos del pueblo cuando el único juicio que les pesaba era el suyo propio?
A menudo, se sorprendían a sí mismos añorando incluso las discusiones con Raquel. Recordaban con dolor las veces en que ella les llevaba la contraria, su presencia vivaz que llenaba de energía la casa. ¡¡Cuánto habrían dado por volver atrás!!, por verla otra vez en el umbral, ayudándoles con las tareas, o simplemente desafiándolos con su carácter.
Cuando algún vehículo desconocido llegaba hasta la portera, corrían a atender con la esperanza de que fuera ella.
Pero cada vez, el desencanto era más profundo.
Esa bronca inicial, esa rabia por lo que había pasado, se transformó en melancolía, y finalmente, en amarga resignación.
No hablaban de ello.
Cada uno cargaba su tristeza en soledad, intentando mostrarse fuerte por el bien del otro.
Al final, lo único que realmente les quedaba era esa presencia mutua, ese consuelo frágil pero imprescindible de saber que, aunque desmoronados, seguían juntos.
Un año completo había transcurrido desde la huida de Raquel ,no les había dado ningún tipo de noticias de su paradero a sus padres.
En Copenci no había una iglesia como la suya,solo un cura que aparecía una vez al mes para bautismos , bodas y confesiones de los pecados.
Todo tan extraño, pero era su manera de acercarse nuevamente a Dios pidiendo comprensión por sus decisiones .
Además acompañaba a Fabiana cuando se lo pedía.
Otra feria se acercaba,ahora en la capital y por supuesto irían los tres.
Estaba entusiasmada con conocer otros lugares.
Todo era más grande,mas autos por todos lados .
Había una exposición de ganado ,penso en su papá, eso le agradaría bastante si lo veía.
Hasta sintió un poco de nostalgia.
Las ventas fueron más que buenas, tanto que incluso las jergas que su amiga había tejido fueron prácticamente quitadas de las manos.
Estaban por salir de allí para regresar al pueblo ,cuando una bomba explotó.
La gente corría asustada por todos lados ,Raquel estaba confundida,con un zumbido en la cabeza que la dejaban sorda.
La policía apareció a caballo como intentando dispersar la locura que estaba instaurada.
Cuando pensó que sería atropellada, una mano la sacó de las patas del animal.
— Está bien señorita.— movía la cabeza negando,intentando enfocarse en algo.
Al tocar su frente sintió algo húmedo,con sólo ver la sangre se desmayó.
Sentía que volaba en el aire y su amiga lloraba a su lado llamándola sin cesar.
Para cuando despertó estaba en un hospital y Fabiana rezaba a su lado preocupada.
—¡!Gracias a Dios!!, ¿estas bien Luisa??.— podia notar su angustia por estar con ella allí.
— Estoy mareada,siento como si una abeja habitara en mi cabeza ahora.— respondía tomándose la cabeza.
Donde antes sangraba ,ahora había un vendaje.
— La explosión te tiro lejos...no te preocupes el abuelo y yo estamos bien.— sentía que miraba a todos lados como buscando al anciano.
— ¿Como llegue aquí??.— preguntaba intentando sentarse,le dolia todo el cuerpo.
— Te trajeron en ambulancia, nos tenemos que ir,no tienes documentos. — le decía bajito al oído.
Asintió y se levantó saliendo a escondidas con su amiga,el abuelo ya los esperaba para regresar al pueblo y asi lo hicieron.
Cuando la policía vino por ella para interrogarla por la explosión ya no estaba,se había marchado aún sin el alta.
Después de unos días en reposo, volvía todo a la normalidad.
El abuelo debía surtirse nuevamente de hierbas e invitó a Raquel a acompañarlo.
Acamparian un día y regresarían al otro.
Todo estaba en orden y le pareció una buena aventura, en el camino,el anciano le iba mostrando nuevas especies .
Pero no se quedaron, encontraron un par de mulitas y regresaron para comérselas, la navidad estaba cerca.
Nunca la había celebrado,pero le agradaba como se saludaban en forma cariñosa y luego el cambio de año más eufóricos y llenos de esperanzas.
Por unos momentos se quedó mirando el horizonte con nostalgias de su casa,de su vida ,de sus padres .
Su amiga se escapaba esa noche para verse con un muchacho, era la primera vez que lo veía, al encontrarse despierta hasta más tarde.
— No te preocupes regreso al rato.— Fabiana saltaba la ventana entusiasmada con lo prohibido.
Era un policía joven que hacía poco había sido enviado al pueblo.
Eso no le estaba agradando nada a Raquel y tenía miedo que por el amor hablase lo que no era y empezaran sus problemas.
Ahora entendia que era ser subversiva y estaba lejos de ser una, en ese contexto.
Esa noche tuvo un sueño pesado con Alice,la veía llamandola y pidiéndole que la acompañase, no la podía alcanzar de tanto que corría.
Se despertó asustada pero con una certeza,era hora de marcharse.
Ademas alli como podia cumplir su deseo de ser maestra ,sus metas al salir del control de sus padres, se estaban quedando relegadas.
Durante el desayuno les comunicaba su decisión.
— Abuelo,Fabiana, quiero agradecerles por el techo que me dieron y el tiempo que compartí aqui con ustedes.
Pero debo irme.
No me puedo quedar mas aquí.— eso dejo confundida a Fabiana.
—¿Hice algo que te ofendió?.—le preguntaba preocupada esa decisión repentina.
— No hiciste nada mal,solo quiero irme.— agregaba ,viendo las lágrimas en el rostro de su amiga.
— Si se tiene que ir, no podemos evitarlo,es libre de hacerlo cuando quiera.— afirmó el anciano.
Fabiana se fue a su habitación desolada con la decisión de Raquel ,se había acostumbrado a su comida,a su colaboración en todos los quehaceres de la casa.
Le iba a hacer falta.
Pero pronto se cumplirían casi dos años que no estaba con sus papás, ni les daba noticias,pretendia regresar a la capital del estado a conseguir un trabajo.
No quería despedirse de nadie y más después de escuchar las súplicas de Fabiana.
Pero ya estaba decidida ,se marchaba ,aunque tuviera que dormir debajo de un puente.
Menos mal aún le quedaba algo del dinero que trajo cuando escapó.
Salió del pueblo en un camión que levantaría ganado más adelante.
La dejó en la ruta a unos 100 kilómetros del pueblo Copenci . Luego el chófer se perdió entre los caminos vecinales polvorientos, que llevaban al lugar donde levantaría las haciendas.
Por unos instantes se sentó al costado de la ruta,pensaba tomarse un ómnibus cualquiera.
Eso estaba difícil si no sabia la frecuencia o el destino.
Era hora de caminar ,y ver que hacer antes que la noche la agarrase en ese lugar poco transitado.
Hasta empleo le dio a la muchacha amiga de Raquel..