En un mundo donde las sirenas pueden controlar el agua y los seres marinos a través de melodías ancestrales, Lira, una joven sirena de la tribu de las Ondinas, es conocida por su voz encantadora. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando, tras un accidente en el océano, pierde su habilidad para cantar. Sin su voz, Lira siente que ha perdido su conexión con su hogar y su identidad.
Desesperada por recuperar su canto, Lira decide aventurarse a la superficie, un lugar prohibido para su especie, donde se encuentra con un príncipe humano llamado Adrian. Él también enfrenta sus propios problemas: un reino dividido por la guerra y la presión de cumplir con las expectativas de su familia. A medida que Lira y Adrian se conocen, descubren que ambos pueden aprender el uno del otro y que sus mundos están más entrelazados de lo que pensaban.
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Capítulo 8: El Festival de las Ondinas
El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el océano con tonos dorados y naranjas. La tribu de las Ondinas se preparaba para el Festival de las Ondinas, un evento que celebraba sus tradiciones, música y la unidad de su pueblo. Lira se sentía emocionada mientras nadaba hacia la playa, donde sus hermanas y amigos estaban decorando la costa con conchas y algas brillantes.
“¡Lira! ¡Ya llegaste!” gritó Nia, agitando su mano con entusiasmo. “Estamos a punto de comenzar los preparativos finales. ¡El festival será increíble!”
“¡Sí! He estado esperando esto todo el año,” respondió Lira, sintiendo que la adrenalina comenzaba a brotar en su interior. “¿En qué puedo ayudar?”
“Podrías ayudar a colgar las decoraciones. Las conchas se verán hermosas al anochecer,” sugirió Nia, señalando un montón de coloridas conchas en la arena.
“¡Claro! Vamos a hacer que nuestro hogar brille,” dijo Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a crecer. Se unió a sus amigas mientras comenzaban a colgar conchas en las algas y a adornar las rocas con flores marinas.
A medida que el sol se ponía, el aire se llenó de risas y música. Las ondinas de la tribu comenzaron a reunirse, y el ambiente estaba cargado de alegría. “¡Mira! Ahí está la reina,” dijo Nia, señalando hacia la figura majestuosa que emergía del océano.
La reina de las Ondinas, con su esplendorosa melena de algas brillantes, se acercó a la orilla. “Queridas hijas del océano, hoy celebramos no solo nuestra unidad, sino también la fuerza que reside en nuestras voces,” declaró, su voz resonando en el aire.
Las ondinas aclamaron con entusiasmo, levantando sus manos al cielo. “¡Por las Ondinas! ¡Por la música!”
“Recordemos que la música es nuestro vínculo más poderoso. Nos une en tiempos de alegría y nos fortalece en tiempos de desafío,” continuó la reina, mirando a Lira con una sonrisa. “Hoy, quiero que todas ustedes compartan sus talentos. ¡Que comience el festival!”
“¡Vamos a cantar!” gritó Lira, sintiendo que la energía del festival la envolvía. Las ondinas comenzaron a formar un círculo, y el ambiente se llenó de emoción.
“¿Qué canción deberíamos cantar primero?” preguntó Nia, mirando a su alrededor mientras las demás ondinas se preparaban para unirse.
“Podríamos comenzar con ‘La Canción del Océano’. Es una de nuestras favoritas,” sugirió Lira, sintiendo que la nostalgia la invadía.
“¡Sí! Esa es perfecta para abrir el festival,” asintió Nia, sintiendo que la emoción comenzaba a crecer.
“¡Entonces, empecemos!” dijo Lira, levantando la voz para que todas la escucharan. “Recuerden, debemos unir nuestras voces.”
Las ondinas comenzaron a cantar, y la melodía resonó en el aire. La música llenó el espacio, y las olas parecían acompañar su canto. Lira sintió que la energía fluía a través de ella, y su corazón se llenó de alegría.
Cuando la canción llegó a su fin, las ondinas aplaudieron con entusiasmo. “¡Eso fue hermoso!” exclamó Nia, sintiendo la emoción en el aire. “La música realmente nos une.”
“Sí, no hay nada como nuestras voces juntas,” dijo Lira, sintiendo que el ambiente se llenaba de felicidad. “Ahora, ¿quién quiere compartir su talento?”
Una ondina llamada Mira, conocida por su habilidad con el caracol, se adelantó. “Yo puedo tocar el caracol. He estado practicando algo especial para el festival,” dijo, sintiendo que la confianza comenzaba a crecer.
“¡Sí! ¡Hazlo, Mira!” animó Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear en su interior.
Mira tomó su caracol y comenzó a tocar una melodía suave que resonó en el aire. Las ondinas se unieron, creando un hermoso acompañamiento vocal. La música llenó el espacio, y Lira sintió que la magia del festival comenzaba a envolverlas.
“¡Es increíble!” exclamó Nia, sintiendo que la melodía la emocionaba. “Mira, tienes un talento especial.”
“Gracias, amigas. La música es parte de nosotros,” respondió Mira, sonriendo mientras continuaba tocando.
Después de la actuación de Mira, más ondinas se unieron, compartiendo danzas, canciones y relatos de sus experiencias. Lira observó cómo cada talento brillaba y cómo la unidad de su tribu se hacía más fuerte.
“Lira, ¿quieres cantar algo más?” preguntó Nia, sintiendo la energía del festival.
“Sí, pero esta vez me gustaría invitar a Adrian,” respondió Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a crecer. “Quiero que también comparta su música con nosotros.”
“¿Adrian? ¿Tu amigo humano?” preguntó Nia, sorprendida. “¿Crees que estará bien?”
“Claro. Quiero que vea lo que somos y cómo celebramos,” afirmó Lira, sintiendo que la valentía comenzaba a florecer. “Voy a buscarlo.”
Lira nadó hacia la orilla donde había visto a Adrian. “¡Adrian! ¡Ven aquí!” gritó, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear dentro de ella.
Adrian, que estaba explorando la costa, se volvió al escuchar su voz. “¡Lira! ¡Qué bien que viniste!” exclamó, sonriendo. “¿Qué está pasando?”
“Estamos celebrando el Festival de las Ondinas. Quiero que te unas a nosotros y compartas tu música,” dijo Lira, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía. “Sería un honor tenerte aquí.”
“¿De verdad? ¡Me encantaría!” respondió Adrian, sintiendo que la emoción comenzaba a crecer. “No sabía que había un festival.”
“Es una tradición importante para nuestra tribu. Ven, te mostraré,” dijo Lira, llevándolo hacia el grupo de ondinas.
Cuando llegaron, las ondinas se detuvieron, mirándolo con curiosidad. “¡Amigas, este es Adrian!” presentó Lira, sintiendo que la alegría comenzaba a burbujear. “Es un amigo especial que quiero que se una a nosotros.”
“¡Hola, Adrian!” saludaron las ondinas, sintiendo la energía del festival.
“Hola a todas, es un placer estar aquí,” respondió Adrian, sintiendo que la emoción lo envolvía. “Gracias por invitarme.”
“Lira nos ha hablado mucho de ti. ¿Tienes alguna música que quieras compartir?” preguntó Nia, sintiendo que la curiosidad comenzaba a crecer.
“Sí, he traído mi guitarra. Puedo tocar algo,” dijo Adrian, sacando su guitarra de una bolsa. “He estado practicando algunas canciones.”
“¡Eso suena genial!” exclamó Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear. “¡Todos estarán encantados!”
Adrian se acomodó y comenzó a tocar una melodía suave que resonó en el aire. Las ondinas se unieron, creando un acompañamiento vocal mientras la música llenaba el espacio. Lira sintió que la magia del festival se intensificaba, y la conexión entre ellos se hacía más fuerte.
“Es hermoso,” dijo Nia, sintiendo que la música la envolvía. “Adrian, tienes un gran talento.”
“Gracias. Me encanta compartir mi música,” respondió Adrian, sintiendo que la alegría comenzaba a crecer. “Y es aún mejor aquí, con ustedes.”
Cuando la canción llegó a su fin, las ondinas aplaudieron con entusiasmo. “¡Eso fue increíble! ¡Debemos hacerlo de nuevo!” exclamó Lira, sintiendo que la energía del festival la envolvía.
“Sí, ¡hagámoslo!” animaron las ondinas, sintiendo la emoción en el aire.
Adrian sonrió, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía aún más. “¿Qué tal si combinamos nuestras músicas? Podríamos crear algo único,” sugirió.
“¡Eso sería maravilloso!” exclamó Lira, sintiendo que la creatividad comenzaba a fluir. “Podemos mezclar nuestras melodías y crear una canción especial para el festival.”
“¡Sí! Vamos a hacerlo,” animó Nia, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear. “Esto será legendario.”
Lira y Adrian comenzaron a trabajar juntos, combinando sus estilos y creando una canción que resonaba con la energía del festival. Las ondinas se unieron, creando armonías y ritmos que llenaban el espacio.
“Esto es increíble,” dijo Lira, sintiendo que la magia del momento la envolvía. “Siento que nuestras voces se han unido en algo especial.”
“Lo es. La música realmente nos conecta,” respondió Adrian, sintiendo que la alegría comenzaba a crecer. “No puedo esperar a compartirlo con todos.”
Cuando la canción llegó a su fin, las ondinas aplaudieron con entusiasmo. “¡Eso fue hermoso! ¡Nunca había escuchado algo así!” exclamó Nia, sintiendo que la emoción comenzaba a desbordarse.
“Gracias a todos. Esto no habría sido posible sin ustedes,” dijo Adrian, sintiendo que la alegría lo envolvía. “Me siento honrado de ser parte de esto.”
La reina se acercó, sonriendo con orgullo. “Han creado algo maravilloso, jóvenes. La fusión de sus músicas es un testimonio de la unidad que celebramos hoy.”
“Gracias, su majestad,” respondió Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. “La música es nuestro vínculo más poderoso.”
“Y siempre lo será,” dijo la reina, sintiendo que la conexión entre ellas se fortalecía. “Celebremos juntos esta unión.”
Mientras la noche caía, las ondinas continuaron cantando, bailando y celebrando su unidad. Lira sintió que la alegría la envolvía, y sabía que había encontrado un vínculo especial con Adrian y su tribu.
“Este festival es solo el comienzo de nuestras aventuras,” pensó Lira, sintiendo que la magia del océano resonaba en su interior. Con la música llenando el aire y la unidad entre ellas, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que viniera.
“Por las Ondinas y la música que nos une,” exclamó Lira, levantando su voz al cielo. “Que este festival sea un recordatorio de nuestra fuerza.”
“¡Por las Ondinas!” respondieron todas, sintiendo que la energía del festival las envolvía. La celebración continuó hasta altas horas de la noche, llenando el océano con risas, música y una conexión inquebrantable entre las ondinas y su amigo humano.