Ava Becker nunca imaginó que cumplir su sueño de ser modelo la llevaría a un mundo de luces y sombras. Dulce, hermosa y con una figura curvy que desafía los cánones de la moda, logró convertirse en la musa de Aurora Lobo, la diseñadora más influyente de Italia. Sin embargo, detrás de las pasarelas y los reflectores, Ava sigue luchando contra sus inseguridades y el eco de las voces que siempre le dijeron que no era suficiente.
Massimo Di Matteo, miembro de la mafia italiana, jamás creyó en el amor a primera vista. Rodeado de mujeres perfectamente delgadas y dispuestas a todo por tenerlo, su vida parecía marcada por el poder, el control y el deseo superficial. Hasta que la ve a ella. Una mirada basta para romper todos sus estándares y derrumbar cada una de sus certezas: Ava no es como las demás… y justamente por eso, la quiere para sí.
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Nerviosa.
Ava Becker 💖
Después de la cena, acompaño a mamá a su habitación. Dos enfermeras ya la esperan, como cada noche, para ayudarla a cambiarse, acomodarla en la cama y darle sus medicamentos. Siempre me quedo con ellas, porque me niego a dejarla sola en esos momentos. No importa que hayan pasado cinco años desde el accidente, para mí ella sigue siendo la mujer fuerte y elegante que solía caminar por la casa con tacones y perfumes caros. Ahora su fortaleza está en otra parte, en la forma en la que aún sonríe, aunque sus piernas no respondan.
—Gracias, chicas, yo termino aquí —les digo a las enfermeras, cuando mamá ya está en camisón. Ellas me sonríen y se retiran, dejándonos a solas.
Agarro el cepillo de madera y comienzo a peinar su cabello. Me encanta hacerlo, y a ella también. Es un ritual que tenemos, una forma de estar cerca. Paso el cepillo con suavidad, desenredando mechón por mechón, mientras ella cierra los ojos y suspira como si el mundo se calmara un poco.
—Hazme una trenza, cariño, como siempre —me pide con voz dulce.
—Claro, mamá —respondo con una sonrisa.
Empiezo a dividir su cabello, entrelazando cada mechón hasta formar esa trenza larga y firme que tanto le gusta. Me concentro en la tarea, pero mi mente no puede dejar de saltar hacia mañana, hacia Italia, hacia la mujer que podría cambiarlo todo para mí.
—Estoy orgullosa de ti, Ava —me dice de pronto, y mi garganta se aprieta.
—¿Por qué, mamá? —pregunto en un susurro.
—Porque nunca dejaste de soñar, aun cuando parecía imposible. Y porque mañana darás un paso muy importante hacia ese sueño. —Abre los ojos y me mira fijamente, con ese brillo maternal que lo sabe todo—. Aurora Lobo es una oportunidad maravillosa.
Trago saliva.
—Estoy nerviosa, mamá. Quiero hacerlo, quiero lograrlo… pero ¿y si me rechaza también? ¿Y si mira mi cuerpo y piensa lo mismo que pensaron todas esas agencias, que soy demasiado?
Ella toma mi mano con fuerza, como si sus dedos frágiles pudieran transmitirme su seguridad.
—Escúchame bien, Ava Becker. Eres hermosa. Tu padre lo decía, tus hermanos lo saben, y yo lo repito cada día. No importa lo que digan los demás, tú vales por lo que eres, no por el número de la balanza.
Bajo la mirada, sintiendo que mis ojos se humedecen.
—Pero… duele, mamá. Duele cuando te cierran las puertas, cuando te comparan, cuando hacen comentarios.
—Lo sé, cariño. —Me acaricia la mejilla—. Pero tengo un presentimiento. Aurora no es como los demás. Y quiero que recuerdes algo: eres una Becker. Y los Becker nunca se rinden.
Sonrío a través de mis lágrimas y termino su frase como siempre hacemos:
—Los Becker siempre vencen.
Nos reímos suavemente, y siento que la calma regresa. La acomodo en la cama, le doy un beso en la frente y apago la luz.
Camino hacia mi habitación con el corazón latiendo rápido. Enciendo la lámpara de mi mesa de noche y empiezo a preparar la maleta. No es muy grande, pero meto todo lo que considero necesario: vestidos, un par de jeans, maquillaje, mis productos para el cuidado de la piel. Intento mantener la mente ocupada, aunque cada prenda que doblo me recuerda que mañana me pondré frente a Aurora Lobo.
He visto su rostro cientos de veces en revistas: ese cabello negro azabache, semi ondulado y largo; esos ojos grises que parecen atravesarte; la elegancia natural que la rodea. No es solo una diseñadora, es hija del Sottocapo de la mafia italiana, alguien que no se deja intimidar. Una mujer que parece inalcanzable. Y yo, Ava Becker, mañana estaré frente a ella.
Después de cerrar la maleta, me miro en el espejo. Respiro profundo y comienzo mi rutina de cuidados de la piel: limpiador, tónico, suero, crema hidratante. Cada movimiento me ayuda a calmar los nervios. Finalmente me pongo un pijama cómodo y me meto en la cama.
Apago la luz, pero el sueño no llega de inmediato. Mi mente me arrastra hacia los recuerdos de papá. Siempre fue estricto, sí, pero conmigo tenía una debilidad. Me compraba helado a escondidas, me llevaba de la mano a las tiendas y me decía: “Escoge lo que quieras, princesa”. A veces me hablaba duro, pero al final me abrazaba con esa fuerza que me hacía sentir invencible.
—Papá… ojalá estuvieras aquí —susurro en la oscuridad.
Finalmente, el cansancio me vence y me duermo.
...
El jet privado de la familia despega a primera hora. Cedric me acompaña, como prometió. El avión es elegante, con asientos de cuero beige y ventanas amplias. Me siento pequeña en medio de tanto lujo, aunque debería estar acostumbrada.
—Estás muy callada —me dice Cedric, sentado frente a mí, con una copa de whisky en la mano.
—Estoy nerviosa —admito.
Él sonríe con paciencia.
—Aurora Lobo no es como las demás. Te lo prometo. Ella sabe lo que busca, y lo que busca eres tú.
—¿Y si no soy suficiente? —pregunto en voz baja.
—Ava… —se inclina hacia mí, serio—. Eres más que suficiente. El problema es que aún no te lo crees.
Sus palabras me acompañan durante todo el vuelo. Intento relajarme mirando las nubes, pero mi estómago se retuerce de ansiedad.
Cuando llegamos a Milán, el clima es más cálido de lo que esperaba. En el aeropuerto privado ya nos espera un coche negro con chofer, todo perfectamente organizado. El viaje hasta el edificio de Aurora es corto, pero siento que dura horas.
La Casa di Moda Aurora es imponente: un edificio moderno de cristal y mármol, con un logotipo dorado que brilla bajo el sol. Al bajar del coche, dos asistentes nos reciben con sonrisas profesionales.
—Bienvenida, señorita Becker —me dicen, mientras me guían hacia el interior.
El corazón me late con fuerza. Cada paso que doy me acerca a mi destino, y también a mis miedos.
...
Clara, la asistente de Aurora, asiente y sale de la oficina. Cedric y yo entramos juntos.
Lo primero que siento es su mirada. Aurora Lobo me observa y parece que el tiempo se detiene.
—¡Dios mío! —exclama, llevándose una mano al pecho—. Eres exactamente lo que he estado buscando. Cada línea, cada curva de mis bocetos… los tracé pensando en ti.
Se acerca, toma mi mano y me hace girar suavemente. Me sonrojo tanto que siento el calor subir por mi cuello. Cedric sonríe satisfecho.
—Me alegra que te guste —dice él.
—Bienvenida a Casa di Moda Aurora, Ava. Estoy emocionada de trabajar contigo —me dice ella, con una voz cálida que me sorprende.
—Gracias… gracias por recibirme —respondo apenas en un hilo de voz.
Aurora me sonríe como si quisiera tranquilizarme.
—Ava, por favor, no te sientas nerviosa. Eres absolutamente hermosa, y tus curvas son perfectas para mi colección y para cualquier casa de moda del mundo.
Levanto la mirada, incrédula.
—¿De verdad… lo crees?
—Absolutamente. No más mírate —me gira hacia un espejo cercano—. Tu figura es exactamente lo que he estado buscando.
Las lágrimas amenazan con salir. Por primera vez, alguien importante en este mundo, después de mi familia me dice lo que siempre quise escuchar: que no necesito ser distinta, que ya soy suficiente.
pero tu todavía bo lo sabes 😉 paciencia
que todo llega a su tiempo.
Acá estoy
Tarde un poquito en terminar la pre a pero lo prometido es deuda