Reencarnar En Un Mundo De Fantasía No Es Un Sueño

Mi “querida” hermana Hilda es la representación de una adorable muñeca al tener un cabello rosa largo, ojos verdes y no hay nada más falso que esa primera impresión, a pesar de ser mayor al cumplir 8 años, ella manchó la alfombra nueva importada de madre con los materiales de pintura de sus clases para señoritas, siendo esa mi desgracia.

Estaba a 3 metros de mi hermana mayor que estaba sobre esa costosa alfombra de mamá que ahora lucia al menos 5 manchas de distintos colores, cuando escuche un estridente grito de una sirvienta que vio lo mismo.

- ¡Señorita Hilda!, ¿Qué pasó aquí?

En ese momento al notar el pánico en la sirvienta Hilda se dio cuenta de lo que había hecho y dijo.

- Bredani lo hizo.

Mis cejas casi llegan al nacimiento de mi cabello por sorpresa de semejante mentira.

No tengo pintura en mi ropa.

Lo dije porque el vestido de Hilda tenia una serie de pequeñas gotas de todos los colores.

¡Oh, por los Dioses!, ¿Cómo se llenó de pintura mi señorita?

Es que estaba evitando que Bredani siguiera pintando la alfombra de mamá.

No hay manera de que crean eso estoy a 3 metros de ella y sin una gota de pintura, además no tengo esas costosas pinturas.

No tengo pinturas.

¡Mentira!, yo te regale estas para que pintaras en lienzos no en las cosas de mamá.

Entonces la sirvienta a pesar de ser adulta y solo necesitar un momento para notar todas las discrepancias en sus palabras me arrastro hasta la habitación de mamá donde dio el reporte de “mi travesura” porque ella sabia la predilección de madre por mis hermanos mayores y su disgusto por mí, así que era más fácil seguirle el juego a Hilda.

¡Maldita niña!, esa alfombra viene desde oriente y tiene un exquisito bordado la has arruinado.

Sabía que la mente de una niña como Hilda vería esa alfombra con un centro blanco y pensaría allí, falta color, pero no dije nada porque no importará lo que argumentara todo sería una frágil excusa.

¡Trae eso!

La sirvienta fue a uno de los armarios de mamá y sacó una tabla que tiene un mango como de un bat de béisbol y se lo dio a madre que apenas lo tocó le grito a la mujer.

¡Sujétala!

La sirvienta se sentó en una silla y me sostuvo de las manos, así como de los pies en su regazo, cuando mamá comenzó a golpearme en las nalgas y mejor no conté la cantidad de golpes porque era para mi propio bien psicológico no recordar eso, pero mi cuerpo reciente los golpes tanto que pase tres días en cama con algo de fiebre.

Lo peor no había pasado porque Hilda tomó gusto por culpar a otros de sus travesuras, a pesar de que estaba bajo la sombra de un árbol leyendo en el patio de la mansión una sirvienta me arrastró otra vez a la habitación de madre donde tenía unas cortinas en su mesa con huecos en forma de moldes como de muñecos de jengibre de distintos tamaños.

¡Porque has hecho esto!, no lo comprendiste la última vez.

Yo no lo hice

Finge muy bien Bredani, pero Hilda me dijo que los cortaste para hacer muñecos con ellas.

Pueden ir a buscar en mi cuarto, no tengo nada así.

¡Calla!, tu hermana ya me dijo, no necesito buscar nada.

Cuando me llevaban hacia la habitación de la señora de la casa, pude ver en una esquina de la puerta en la habitación de Hilda un pedazo de tela del mismo color, estoy segura de que si se tomaran la molestia de solo asomarse en la habitación de la “señorita” podrían ver todos los “muñecos” que hay allí.

Sin embargo, todos saben que madre adora a Hilda por tener un físico similar, aunque sus ojos sean como los de padre.

La dificultad en la vida de Bredani tomó un nivel aún mayor porque esta vez su madre no uso la “paleta”, en esta ocasión saco un látigo pequeño y la sirvienta ató a Bredani a una silla donde su madre procedió a romper su espalda a latigazos hasta que las líneas sangrientas plagaron su espalda como resultado de esta paliza Bredani estuvo en cama por cinco días y cuatro de esos con fiebre.

Lo más desconcertante es que ese castigo fue por el daño de cuatro cortinas cuando hay unas doce en ese pasillo que son similares y estoy segura de que madre tiene unas de reserva para cambiar las cortinas descoloridas o con algún daño las he visto cuando buscaba sabanas viejas para cambiar mis muy viejas sabanas, pero no podía perder la oportunidad de pegarle a esa hija desagradable para ella.

-¡Mierda!, otra vez me pinche el dedo.

Estoy cosiendo unas camisas y pantalones que se han roto de tanto uso o por ser rasgados en los entrenamientos y los momentos de caza en el bosque Gandul, cuando interrumpieron dos sirvientas y me sujetaron de los brazos para sacarme de la habitación y llevarme a la presencia de mi madre.

¡Porque no puedes detenerte de romper cosas!

¡No comprendes que son artículos caros!

Pude ver en el escritorio de mamá un motón de trozos de cerámica que recuerdo era un jarrón que decoraba un pasillo de la casa y a mi hermano detrás de madre por un paso con una ligera sonrisa en su rostro y simplemente no dije nada porque ningún poder en este mundo hará que madre piense racionalmente cuando se trata de mí.

¡No debes jugar con los balones en la casa!.

Solo me queda suspirar porque no tengo un balón y el único que tiene es Hugo porque esta en el equipo de ese extraño juego similar al futbol, pero parece tener reglas diferentes.

¡Di algo!, ¡nunca había visto una niña tan nociva!

Soy consciente de que mis hermanos también eran traviesos, no obstante, mis “travesuras” parecen ser intolerables para madre siempre y contesto con rostro desprovisto de cualquier emoción, tal y como he practicado.

Dicte su castigo madre.

Obtengo demasiada atención de mis padres cada vez que suceden estas cosas y es más conveniente ser invisible en sus mentes, ya que se evitan las preguntas de ¿Dónde esta Bredani ahora? a los sirvientes y que noten mis constantes salidas de la mansión.

¡Sujétenla!; grito madre.

Las sirvientas trajeron una mesa que tenía unas tiras de cuero como cinturones para sujetar mis manos a la mesa, parece que madre ha aumentado su “herramientas de educación” solamente para mí, que gran honor bueno no importa lo que piense, no puedo simplemente decir algo así si no quiero un castigo peor.

Ahora maniatada mi querida progenitora venía con una regla larga y procedió a golpear mis manos hasta que tomaron una tonalidad rojiza similar a un camarón cocinado y solo de esa manera me dejó volver a mi habitación y mi trabajo de remendar la ropa a quedado aplazado hasta que las manos reaccionan con normalidad de nuevo.

Es impresionante lo que el cuerpo de una persona joven puedes soportar porque debo sumar a la rutina de mi vida los “castigos” de madre por causa de mis hermanos mayores tomaron gusto por desviar sus errores sobre mi cabeza y las técnicas de “educación” se han diversificado bastante pues se sumaron los golpes de fusta en la parte de atrás de mis piernas, pararme sobre cosas con puntas un poco romas, pero no quita el dolor que causa, también esta lo de quitarme la mesada y meter mi manos es agua helada hasta que duela cuando las muevo después.

Un día estaba en el orfanato para mis clases de señorita y al final fui llamada a la oficina de la directora por la Señora Aime que deseaba hablar conmigo.

Porque has faltado a algunas de las clases, aunque tienes una excelente habilidad para ponerte al corriente de todo, me preocupa tus ausencias, no sueles hacer eso.

Es que esos días estaba algo enferma, así que no acudí a las clases.

Te doy otra oportunidad para decir la verdad, en otras ocasiones has llegado al orfanato enferma y nada de eso te detuvo de estudiar.

No existía una mejor excusa porque sabía con total certeza que la señora Aime me conocía lo suficiente para darse cuenta de cada expresión que hiciera por eso no podía mentir y mi mejor defensa era el silencio, sin embargo, las siguientes palabras me causaron que palideciera.

Levanta la blusa y déjame ver tu espalda.

Luego de batallar un rato no me quedo otra opción que hacer cumplir su petición, pero al ver mi espalda todo se desarrolló al punto que terminé con una revisión de cuerpo completo y me permitió regresar a casa, sin embargo, pude notar el enojo retenido en la mirada de la religiosa el hecho de que no preguntara el porqué de las marcas o corriese a denunciarlo, ya que mis padres eran nobles y ella una simple servidora de la Diosa Mafdet y no puede denunciar por su falta de rango o al menos eso supongo.

Hilda Liandro