Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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Ya no soy una niña
Frente a ambos se encontraban Magnus y Morgana, quienes escuchaban con atención la noticia del matrimonio entre Caelan y Lyra. Para Morgana, la tia de Caelan, aquello era motivo de felicidad completa. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa radiante mientras miraba a su sobrino con orgullo. Magnus, en cambio, mantenía una expresión seria. Aunque comprendía que poco podía hacer para cambiar la decisión, no podía evitar sentir un leve recelo hacia Caelan. El rey alfa era poderoso y respetado, pero Magnus no estaba dispuesto a entregar a su hija sin asegurarse de que sería cuidada y feliz.
—Bien, si es vuestra decisión, no tengo nada que objetar —dijo Magnus finalmente, su tono firme, pero con un deje de resignación—. Solo espero que Lyra sea completamente feliz.
Caelan sostuvo la mirada de Magnus, imperturbable. Aunque entendía las reservas del hombre, estaba decidido a demostrarle que Lyra sería su prioridad absoluta.
—Le aseguro que así será —respondió Caelan con seguridad, dejando claro que no permitiría que nadie dañara a su luna.
Luego de algunos minutos más de charla sobre los preparativos, Lyra y Magnus se levantaron para retirarse. Había mucho que organizar, y debían enviar una misiva urgente a su beta. Este se encargaría de asegurar que la manada Sombra Lunar estuviera preparada para la ceremonia, un evento de gran importancia que uniría al rey alfa y su futura reina luna, consolidando así la alianza entre ambas manadas.
—La ceremonia debe llevarse a cabo en el estanque lunar, como dicta la tradición —murmuró Magnus con premura—. Allí, la diosa Luna les dará su bendición y les otorgará una unión eterna.
Lyra asintió, aunque su expresión permaneció neutra. El estanque lunar era un lugar sagrado, donde generaciones de alfas y sus lunas habían recibido la bendición divina. El evento sería grandioso, pero Magnus aún sentía el peso de entregar a su hija. La amaba profundamente y sabía que Caelan debía demostrar que era digno de ella.
Mientras tanto, Lyra se sentía embriagada por una mezcla de emociones. La idea de unirse a Caelan bajo la bendición de la diosa Luna llenaba su corazón de alegría y un poco de nerviosismo. Había soñado con ese momento, pero la realidad superaba cualquier expectativa. Por otro lado, sabía que su padre aún tenía dudas, y deseaba ganarse su confianza completamente.
Cuando se despidieron, Magnus dejó a Caelan con una última advertencia:
—No olvide que no solo se está casando con una luna, sino con mi hija. Si alguna vez la hace sufrir, tendrá que responder ante mí.
Caelan no vaciló al responder:
—Lo entiendo, alfa Magnus. Puede estar seguro de que mi prioridad será protegerla y hacerla feliz.
Magnus asintió lentamente y se dio la vuelta, siguiendo a Lyra fuera de la habitación. Morgana se quedó unos instantes más, mirando a Caelan con una mezcla de emoción y esperanza.
Morgana, aún sonriendo, miró a su sobrino y comentó con entusiasmo:
—Lyra es encantadora. Liona me contó que hablaron un poco, y además dice que el don de Lyra es fascinante.
Caelan frunció el ceño de inmediato. ¿El don de Lyra? Ella le había dicho que no poseía ninguno. ¿Le había mentido? Antes de que pudiera decir algo, Morgana lo miró con seriedad y agregó:
—Haz feliz a esa pequeña, Caelan. Es menor que tú y se ve que es sensible. Aún es muy inocente, y no me gustaría enterarme de que la lastimaste, ni física ni sentimentalmente. Si aún no la amas, entonces intenta hacerlo, porque será tu compañera para siempre.
Sin esperar respuesta, Morgana se levantó y salió de la sala, dejándolo sumido en sus pensamientos. Caelan suspiró profundamente. ¿Que no amaba a Lyra? Eso era imposible. Ya sabía lo que era amar a alguien; lo había sentido antes. Había jurado que no podría volver a sentir algo similar después de haber sido rechazado y humillado. Sin embargo, allí estaba, completamente cautivado por esa muchacha que había robado su corazón. Sabía que Lyra había sufrido mucho debido a un rechazo aún más cruel que el suyo. Por eso quería ir despacio, ganarse su confianza sin asustarla, y demostrarle que con él estaría a salvo.
Antes de que pudiera hundirse más en sus pensamientos, Liona irrumpió en la habitación, prácticamente brincando de felicidad.
—¡Al fin se casa mi hermano gruñón! —exclamó con entusiasmo.
La alegría de su hermana era contagiosa, tanto que Caelan, conocido por su rostro serio, no pudo evitar sonreír.
—¿Qué pasa, pequeña? ¿Te alegras por tu hermano? —le preguntó, divertido.
Liona le devolvió una sonrisa cómplice.
—Por supuesto. Lyra es encantadora y muy fuerte. Además, también le cae mal Lucian, y ya con eso sumó muchos puntos conmigo. Ya sabes que ese lobo asqueroso me cae como una patada en el hígado. Es un estirado de primera, y aún no entiendo por qué sigue en nuestro territorio. Debería ser desterrado más allá de los muros para que las bestias lo descuarticen. Siempre que uso mi don cerca de él y escucho esos pensamientos repugnantes que tiene, me da asco.
Caelan rió ante la efusividad de su hermana.
—Tranquila, hermana, respira un poco. Estoy de acuerdo contigo en algo: es un imbécil. Pero mientras el alfa Dorian lo siga apoyando y votando a su favor, no puedo deshacerme de él.
El rostro de Liona se torció en una mueca de disgusto.
—Uff, y ese idiota de Dorian, ¿por qué carajos lo apoya? La manada de Lucian es de las más débiles y la que menos contribuye al territorio. En cambio, la de Dorian es la más fuerte, tanto económica como en habilidades. No entiendo esa unión. Deberías tener cuidado, hermanito. Podrían estar conspirando contra ti.
Caelan asintió, consciente del peligro.
—Lo sé, pequeña. Pero en mis visiones aún no logro ver si ambos están tan involucrados en estas revueltas o si simplemente es un motín de rebeldes que creen que pueden derrotarme.
Liona rodó los ojos con una mezcla de frustración y cariño.
—A veces pienso que tu don es tan inútil. Ni siquiera te sirvió para encontrar a tu luna; tuvo que venir Lyra al territorio para que ambos se encontraran. Eres increíble, hermano, pero ese don… nada que ver.
Caelan la pellizcó suavemente en la mejilla con una sonrisa burlona.
—Deja de hacer eso. Ya no soy una niña. Soy una mujer, y pronto encontraré a mi mate. Solo quedan pocos meses para que todos mis sentidos se agudicen y pueda encontrar a mi amor —dijo Liona, con una sonrisa que irradiaba esperanza.
Caelan también sonrió. Su hermana era dulzura pura, y con ella podía permitirse mostrar ese lado cariñoso que mantenía oculto ante los demás.