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Dulce Travesura

Dulce Travesura

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / Matrimonio contratado / Amor tras matrimonio / Aventura de una noche / Malentendidos / Apoyo mutuo
Popularitas:6.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

Julieta, una diseñadora gráfica que vive al ritmo del caos y la creatividad, jamás imaginó que una noche de tequila en Malasaña terminaría con un anillo en su dedo y un marido en su cama. Mucho menos que ese marido sería Marco, un prestigioso abogado cuya vida está regida por el orden, las agendas y el minimalismo extremo.

La solución más sensata sería anular el matrimonio y fingir que nunca sucedió. Pero cuando las circunstancias los obligan a mantener las apariencias, Julieta se muda al inmaculado apartamento de Marco en el elegante barrio de Salamanca. Lo que comienza como una farsa temporal se convierte en un experimento de convivencia donde el orden y el caos luchan por la supremacía.

Como si vivir juntos no fuera suficiente desafío, deberán esquivar a Cristina, la ex perfecta de Marco que se niega a aceptar su pérdida; a Raúl, el ex de Julieta que reaparece con aires de reconquista; y a Marta, la vecina entrometida que parece tener un doctorado en chismología.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Aceptando el Caos

El teléfono danzaba sobre una superficie que más parecía el campo de batalla de una guerra creativa que una mesa de diseño. Acuarelas medio secas compartían espacio con esbozos de campañas publicitarias, mientras manchas de café dibujaban mapas imaginarios entre papeles arrugados. Un pincel descansaba peligrosamente cerca del borde, amenazando con una caída dramática que completaría el caos reinante.

El dispositivo vibró con la intensidad de un terremoto miniatura, haciendo temblar un vaso de café casi vacío que derramó sus últimas gotas sobre un boceto de lo que podría ser —o no— un logo para una marca de café alternativo.

— ¡Mamá quiere ir a Madrid! —La voz de Marina atravesó el altavoz con la sutileza de una ambulancia en plena Gran Vía.

Julieta sintió que el universo conspiraba contra ella. Desde su pequeño apartamento en el barrio de Salamanca, con vistas a una calle que parecía burlarse de su actual situación, imaginó a su madre —perfecta, impecable, con su eterno traje de chaqueta color crema— cruzando la puerta como si fuera una inspectora fiscal dispuesta a auditar su vida.

Su matrimonio con Marco era un secreto tan bien guardado como un elefante dentro de un mini cooper. Una noche de tequila, música rock y una ceremonia improvisada en una capilla de Malasaña habían sido el caldo de cultivo perfecto para el desastre que ahora se avecinaba.

En Barcelona, Marina contemplaba la escena desde el otro lado del teléfono. Su apartamento, un refugio de orden y profesionalidad —era psicóloga, después de todo—, contrastaba con la vida caótica de su hermana pequeña. La imagen mental de su madre preparando la maleta la hizo suspirar. Doña Elena —porque así se llamaba— no era de las que viajaban sin una agenda perfectamente organizada y un conjunto a juego para cada ocasión.

— Va la próxima semana —añadió Marina, su voz conteniendo una mezcla de advertencia y diversión—. Y quiere conocer a tu... —hizo una pausa dramática que cualquier director de teatro habría aplaudido— marido.

El mundo de Julieta no se desmoronaba. Directamente, había explotado en mil pedazos multicolor.

La luz de la mañana se colaba por la ventana, iluminando su expresión de pánico con una crueldad casi cinematográfica. Un boceto de una campaña publicitaria para un nuevo tipo de café alternativo parecía mirarla con compasión, como si dijera: "Ni el café más fuerte del mundo podría ayudarte ahora".

Y así era. Ni todo el café de Colombia, ni toda la creatividad de su mente de diseñadora, ni todas las excusas del mundo podrían salvarla de la inminente visita de su madre.

El caos, señoras y señores, acababa de declarar la guerra.

Un analepsis la transportó momentáneamente a aquella noche en Malasaña. Recordó el sabor del tequila, el ritmo eléctrico de la música rock y los ojos de Marco, entre divertidos y desconcertados. Habían hecho una locura juntos, una travesura que cambiaría sus vidas para siempre.

— Tengo que organizar algo —murmuró para sí misma—. Una fiesta. Sí, una fiesta donde todo parezca completamente normal.

Normal era, precisamente, lo último que Julieta podía conseguir.

Poco después, el teléfono sonó con la precisión de un misil teledirigido. Don Francisco no creía en los buenos días, los saludos cordiales o siquiera en la existencia de la cortesía telefónica. Su voz era un ariete diseñado para atravesar defensas y destruir cualquier ápice de tranquilidad matutina.

— ¡Julieta! —tronó, como si estuviera dando órdenes a un pelotón de diseñadores en plena guerra creativa—. Necesito los diseños para Urbania.

El auricular vibró con la intensidad de un terremoto burocrático. A través del altavoz, la voz de Don Francisco destilaba más autoridad que un general en medio de una batalla.

— ¡Y los quiero PERFECTOS! —Su énfasis en la palabra "perfectos" sonaba como si estuviera sentenciando a muerte a toda una generación de diseñadores mediocres.

El escritorio de Julieta era un campo de batalla posterior a un huracán creativo. Los pinceles yacían desperdigados como soldados caídos en combate, algunos con las puntas aplastadas, otros medio rotos, testimonios silenciosos de una noche de inspiración frenética.

Los rotuladores, cual ejércitos enemigos, habían librado una guerra total contra los pinceles. Algunos habían sido decapitados, otros yacían con sus tapas esparcidas cual casquillos de bala. Una acuarela derramada simulaba un charco de sangre artística sobre un boceto a medio terminar.

Un café frío —testigo mudo de la batalla— completaba el panorama de destrucción. Sus anillos concéntricos manchaban los papeles como cicatrices de una noche de combate creativo.

Julieta contempló el desastre con la mirada de un general que ha sobrevivido a su primera gran batalla. Los diseños para Urbania no se harían solos. Y Don Francisco, ese dictador del diseño gráfico, no entendía de agotamiento, de crisis existenciales o de matrimonios secretos.

Un rotulador rojo —cual bandera de guerra— descansaba precariamente en el borde del escritorio, desafiando las leyes de la gravedad y de la compostura profesional.

La guerra del diseño acababa de comenzar. Y Julieta era su única soldado.

Que la creatividad los proteja.

El teléfono vibró contra la superficie de mármol como si tuviera vida propia. Marco lo miró con el mismo pánico que un estudiante ve un examen sorpresa, reconociendo instantáneamente el tono de llamada reservado únicamente para su madre.

— Buenos días, mamá —contestó con la voz más casual que pudo fingir.

Julieta, desde la cocina, no necesitaba escuchar el altavoz para saber exactamente cómo se desarrollaría la conversación. Podía imaginar cada gesto de Marco: el dedo índice frotándose la sien, los ojos rodando al techo, ese movimiento nervioso de su pie derecho que delataba su incomodidad.

— No, mamá. Esta vez es diferente —declaró Marco con la solemnidad de quien intenta negociar una tregua internacional.

La taza de café en la mano de Julieta se detuvo a medio camino de sus labios. "Aquí vamos de nuevo", pensó, conteniendo una sonrisa.

— Sé que siempre digo lo mismo —continuó Marco—, pero esta vez ES diferente.

Un bufido de incredulidad escapó de sus labios. Marco comenzó literalmente a suplicar, su tono oscilando entre la súplica dramática y la negociación desesperada.

— Por favor, mamá. Te prometo que iré al almuerzo este domingo —sus palabras sonaban como si estuviera negociando su libertad de una sentencia carcelaria—. Haré lo que quieras. Llevaré el postre. Llevaré DOS postres.

Julieta no pudo contener la risa. La imagen de Marco ofreciendo dos postres como si fueran un salvoconducto familiar era simplemente demasiado ridícula. Su risa burbujeó primero como un murmullo, luego creció hasta convertirse en una carcajada que hizo que Marco la mirara con una mezcla de vergüenza y diversión.

— Dos postres —repitió Julieta entre risas—. Definitivamente eso cambia todo.

Marco le lanzó una mirada fingidamente seria, pero sus ojos brillaban con la complicidad de quien sabe que su actuación ha sido absolutamente patética y deliciosamente divertida.

La conversación con su madre continuaba, una danza familiar de promesas, negociaciones y finalmente, rendición. Porque todos sabían —Marco, su madre, incluso Julieta— que al final, Marco aparecería el domingo, probablemente con dos postres bajo el brazo, como un niño que intenta sobornar a sus padres después de una travesura.

La tensión familiar, esa nube gris que amenazaba con oscurecer el ambiente, se disipó convertida en pura comedia doméstica.

"Una fiesta", pensó Julieta. "Eso lo arreglará todo".

Por supuesto, nada podía estar más lejos de la realidad.

La invitación a los vecinos del edificio fue su primer error. Marta, la vecina chismosa, no tardó en confirmar su asistencia con una efusividad que auguraba problemas. Bea, su amiga, se ofreció a ayudar en la organización, lo cual significaba más caos.

Raúl y Cristina, como si el universo conspirara para complicar aún más las cosas, también aparecerían esa noche. El ex de Julieta con sus intenciones de reconquista, la ex de Marco con su elegancia calculadora.

La noche de la fiesta llegó envuelta en una tensión palpable. Julieta había decorado el apartamento de Marco —ahora también su hogar— con una mezcla de su estilo desenfadado y los toques minimalistas de su marido.

Los invitados comenzaron a llegar. Marta con su sonrisa chismosa, Bea con una botella de vino, Raúl con su encanto de actor frustrado, Cristina con su elegancia provocativa.

Y entonces, el caos estalló.

Raúl fue el primero en generar la primera chispa de conflicto. Llegó con Carlos, su amigo, sosteniendo una guitarra que parecía más una amenaza que un instrumento musical.

— Vine a demostrar algo —anunció, mirando directamente a Julieta.

Marco, que hasta entonces había permanecido estoico, sintió que la temperatura de la habitación descendía varios grados. Cristina, estratégicamente ubicada cerca de él, sonreía con una malicia contenida.

— ¿Qué pretendes demostrar exactamente? —preguntó Marco, su voz un témpano de hielo cortando la tensión.

Julieta observaba la escena como si fuera un partido de tenis verbal, sus ojos saltando de un contrincante a otro. Marta, por supuesto, no perdía detalle, su móvil preparado para documentar cada segundo del drama.

Bea, con la sutileza de un elefante en una cacharrería, intentó calmar los ánimos:

— ¡Vamos, chicos! Esta es una fiesta, ¡no un ring de boxeo!

La intervención de Bea solo consiguió aumentar la tensión. Raúl comenzó a rasgar su guitarra, interpretando lo que pretendía ser una balada romántica pero sonaba más como un gato siendo torturado.

— ¡Es para ti, Julieta! —gritó.

Marco apretó la mandíbula. Cristina sofocó una risa. Marta grababa frenéticamente.

Julieta sintió que el mundo se desmoronaba. Su mirada se cruzó con la de Marco, una complicidad silenciosa que decía más que mil palabras.

— Tenemos un problema —murmuró.

El problema musical de Raúl seguía en pleno desarrollo. Carlos había comenzado a bailar, añadiendo un elemento de absoluta demencia a la velada. Cristina miraba la escena con una mezcla de desprecio y fascinación.

Don Francisco, increíblemente, eligió ese momento para enviar un mensaje de texto con los diseños que necesitaba para el día siguiente.

— ¿En serio? —masculló Julieta mirando la pantalla.

Marco se acercó, rozando suavemente su mano.

— Tranquila —susurró—. Lo resolveremos juntos.

Ese "juntos" hizo que el corazón de Julieta diera un vuelco. A pesar del caos, sentía que algo estaba cambiando entre ellos.

Marta no perdía detalle, su dedo presionando el botón de grabación de su móvil. Los vecinos, fascinados, observaban como si fuera el mejor episodio de una serie de televisión.

Raúl seguía cantando. Carlos seguía bailando. Cristina seguía mirando con desdén. Bea reía nerviosamente.

Y en medio de todo ese torbellino, Julieta y Marco se miraban, cómplices, como si fueran los únicos cuerdos en un manicomio.

La fiesta había dejado de ser una fiesta. Se había convertido en un experimento sociológico, en un reality show en vivo, en un universo paralelo donde la cordura era un concepto abstracto.

Julieta no podía evitar pensar que su vida se había convertido en una comedia romántica dirigida por un director con serios problemas de coherencia.

Y sin embargo, mirando a Marco, supo que no cambiaría ni un solo detalle de este caos absoluto.

La noche prometía continuar siendo una montaña rusa de emociones, malentendidos y revelaciones. Y ellos, Julieta y Marco, seguirían montados en ella, agarrados de la mano.

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Marianela Frigoli
por favor actualiza! me encanta esta historia
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
pero yo soy una Julieta jajajajaja
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
pobre Marco jajajaja
Vanina Herrera
Julieta con su caos está conquistando a la familia d Marcos ❤️
Cam D. Wilder: La familia de Marco siempre al margen de minimalismo extremo, la miraban como un espécimen extraterrestre. Su función de ella era ganárselo con ocurrencias disparatadas.
total 1 replies
Yanet Cristina Vilugron Salazar
me gusta la historia
Cam D. Wilder: Gracias, espero que sigas bien la historia capitulo a capitulo.
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Yanet Cristina Vilugron Salazar
interesante
Cam D. Wilder: Agradezco la simpatía por la historia.
total 1 replies
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Ella es un caos jajaja
Cam D. Wilder: Si darse cuenta, Julieta ingresa a un mundo de perfección minimalista, dónde el orden se respira por cualquier lugar.
total 1 replies
Yanet Cristina Vilugron Salazar
interesante se ve la historia
Yanet Cristina Vilugron Salazar
interesante se ve la historia
Cam D. Wilder: Gracias, si una entretenida historia que te hará reír con escenas cómicas y ocurrencias a más no poder.
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Diana Pereira
Excelente
Cam D. Wilder: Mil Gracias.
total 1 replies
Marianela Frigoli
hermosa Historia!!
Cam D. Wilder: Gracias Marianela, espero que tras capitulo a capitulo disfrutes de esta pequeña historia romántica y de comedia
total 1 replies
Yoleida
Diossss ella como que es la oveja negra de la familia
Cam D. Wilder: Casi, casi. Gracias por leer esta interesante historia de comedia romántica 😊
total 1 replies
Yoleida
Julieta como que es más loca que una cabra pero feliz jajajaja pensé que se pararía corriendo
Cam D. Wilder: Sí, una enternecedora historia romántica, que Julieta irá desglosando a través de sus alocadas ocurrencias. Gracias por leerme.
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ChopSuey
Tu pluma es increíble, me dejaste con ganas de más. ¿Cuándo publicarás? 🤔
Cam D. Wilder: Estimada ChopSuey,

¡Muchas gracias por su mensaje y su entusiasmo! Me alegra enormemente que "Dulce Travesura" haya conseguido capturar su interés. Estoy trabajando activamente en los próximos capítulos y espero poder publicar actualizaciones pronto. De hecho, ya estoy ultimando los detalles para una nueva entrega que estará disponible en breve.

Si quieres estar al tanto de las próximas publicaciones, le recomiendo seguirme en la plataforma para recibir notificaciones automáticas. ¡Prometo que vale la pena la espera!

Gracias por su apoyo. Significa muchísimo para mí saber que mi historia ha generado expectativa.

Un abrazo,

Cam D. Wilder
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Frederick
¡Quiero más! 😍 Si sigues escribiendo así, pronto me tendrás como fan número uno.
Cam D. Wilder: Frederick,

¡Muchas gracias por tus palabras tan motivadoras! Me emociona saber que "Dulce Travesura" ha logrado capturarte de esta manera. Créeme que estoy trabajando con pasión para que cada capítulo sea aún más cautivador que el anterior.

Mi compromiso es seguir entregando una narrativa que te mantenga completamente enganchado. Cada línea, cada página está pensada para transportarte a este mundo que estamos construyendo la de Julieta y Marco. Y si de algo estoy seguro, es de que los próximos capítulos te harán vibrar aún más.

Aprovecho la oportunidad para decirte que me sigas. De hecho, con esa energía y entusiasmo, no dudo que pronto serás mi fan número uno oficial ✌️😃.
¡Prepárate para más aventuras!

Mantente atenta a las próximas publicaciones. Te prometo que no te decepcionaré.

Un abrazo lleno de historias,
Cam D. Wilder
Cam D. Wilder: Muchas gracias Frederick, por gustarte la historia hilarante de Julieta y Marco.
total 2 replies
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