Prestando Mis Alas

Alana:

No podía creer nada de lo que se había dado lectura, no había el motivo por que nombrar a Kiara en todo esto.

Alana: ¿Por qué Kiara?

Javier: ¿Qué es todo esto?

Kaira: Me lo preguntan, como si supiera.

Alana: NO ME HAGAS A LA TONTAAAAA… DIJO… LA ESPOSA, TE MIRABA A VER, AHORA RESULTA QUE HIJOSSS… ¿Qué HIJOSSSS? SOLO TENÍA A RIMBO. ADEMÁS TE DA MI DINERO… PRO QUE TODO ES MI DINERO… QUIERO UNA EXPLICACIÓN… DAME UNA MALDITA EXPLICACIÓN.

Kiara mirándome de mala gana, se puso de pie tomando su bolso.

Kaira: No tengo nada que decir, en todo caso igual estoy sorprendida.

Negué con la cabeza, rodeaba apresurada la mesa, el oficial se acercó en caso que sucediera algo. Me interpuse en su camino mirándola.

Alana: Quiero una explicación. ME HAN DESPOJADO DE TODO LO QUE ME PERTENECE. NO ES JUSTO.

Kiara: No escuchaste, contrata un abogado.

Alana: ¿con que dinero? ¿ahhh? Con que MALDITO DINERO.

La puerta se abrió sin darnos cuenta de quienes se trataban.

Alana: TODO MI DINERO ME LO HAS ROBADO IGUAL QUE ROMÁN.

Monica: (carraspeo) Señores.

Kiara me retó con la mirada dando un paso hacia mi acortando la distancia. Reposó su mano en su vientre sonriendo. Entreabrí los labios negando con la cabeza, bajé la mirada lentamente, Kiara tenía meses de embarazada… no esto… no.

Kiara: Lo siento mucho…

Javier: ¿Kiara? Tú y Román…

Kiara: Quieres la verdad, profana la tumba de tu marido y que sea quien hable.

Javier: KIARAAAA…

Levanté la mano con todas mis fuerzas soltándole una cachetada que el oficial y Javier tuvieron que sostener y no darle una buena paliza.

Monica: HABLEN A SEGURIDAD.

Alana: ¿COMOOO? ¿Cómo PUDISTE? ERASSS MI AMIGA, CONFIÉ EN TIIII… NOOO, ERES…

El Juez entró el mismo Angel entró con el otro que me había topado la noche del accidente.

Angel: Señora Alana… cálmese.

Estaba con una rabia, con toda la impotencia de haber sido la burla de mi mejor amiga y de mi esposo, no podía creer que mientras le abría la puerta de mi casa ellos urdían todo esto, las veces que de seguro se iban de viaje una para ver a su madre y el otro por negocios no era más que su vil asqueroso encuentro.

Ángel: Acompañame.

Alana: Sueltame…

Pasé de las personas que estaban en la sala, tomando mi bolso, no necesitaba ni un maldito documento más por parte de este lugar, caminaba apresurado viendo a Javier que había salido tras de mi.

Javier: Alana…

Alana: Déjame.

Kiara: VAS ABANDONAR LA CASA DONDE VIVES.

Javier y yo nos detuvimos mirando hacia donde escuchamos la voz de Kaira, los fiscales venían tras ella pero no la escucharía ni a ellos en caso que querían echarme del lugar. Los que estaban en el área solo me miraban…

Javier: ¿Qué dices? Es la casa de Alana…

Kiara: Eres mi esposo Javier, no de ella, te prohíbo la amistad de Alana desde este momento. Te vas a ir de esa casa que por ley me corresponde.

Alana: Intenta quitármela.

Kiara: NO TE PERTENECE MÁS.

Negué con la cabeza, no estaba para escuchar sandeces de ella, no lo podía creer, di la media vuelta chocando con alguien, levanté la mirada al ver al hombre que venía junto con otro que había entrado en el grupo de los 5 fiscales, su intensa mirada era demasiado intimidante.

Alana: Quitese de mi camino.

Me aparté del camino de ese hombre, estaba completamente furiosa, no era justo lo que me habían hecho, claro que buscaría al mejor abogado y ninguno de este maldito despacho, total despachos sobran en el país.

Empujé con fuerza la puerta, sentía que me hacía falta aire, reposaba mi mano en mi pecho, quería llegar a mi auto y largarme de este lugar, me rodearon por la cintura miré a Javier que estaba con lagrimas en los ojos. Lo empujaba con fuerza, no sé si él estaba involucrado en todo esto, pero no quería a nadie de ellos cerca de mi.

Javier: Alana Escuchame.

Lo empujé haciendo que me soltara, negaba con la cabeza, no podía creer que todo este tiempo confié en las personas que más me apuñalarían por la espalda.

Alana: ¿Tú también? ¿acaso quieres limpiar tu culpa?

Javier: No, no sabía nada, estoy tan sorprendido con lo que ha sucedido.

Alana: TODO ESTE MALDITO TIEMPO TRATÉ, TRATÉ DE COMPLACER A ROMÁN EN TODO LO QUE ÉL ME PEDÍA… FUI LA ESPOSA DISPUESTA, LO RESPETÉ… LO AMÉ… DABA MI TIEMPO Y MI VIDA POR ÉL Y ASÍ ME PAGA… ACOSTANDOSE CON MI MEJOR AMIGA…

Javier: Debe haber una confusión.

Alana: HABLÓ DE HIJOSSS, RIMBO Y EL QUE LLEVA EN SU VIENTRE… ¿NO TE DAS CUENTA?

Hasta pálido había quedado, pero no me iba aguantar más, metí mi mano en mi bolso, saqué las llaves de mi auto metiendo en la cerradura, abrí metiéndome al auto. Javier sostuvo la puerta evitando que cerrara, mis lagrimas de dolor, de impotencia en lo injusto que volvía hacer la vida no dejaban de caer.

Javier: ¿Qué vas hacer?

Alana: suelta la puerta. Buscaré al mejor de los abogados… te juro que esto no se va a quedar así.

Javier: Este despacho es el mejor. Déjame ayudarte.

Sin mirar hacia Javier encendí el auto.

Alana: NO QUIERO NI A TI NI A KIARA CERCA DE MI. ME HAN TRAICIONADO.

Javier: Alana, sabes que es mentira, eres mi mejor amiga desde antes que Kiara, no te das cuenta… ella igual me engañó con tu esposo. Déjame ayudarte, desde mañana empezaré a ver el divorcio con Kiara.

Alana: Déjame ir.

Asintió con la cabeza cerrando la puerta, di reversa, pisando el acelerador avanzando viendo como Kiara salía del edificio con el Juez Angel y la Jueza Elena. Desaprobaba esa acción desde un principio, ahora entiendo por que él se refería a Kiara como la esposa y ni una mirada de aprobación hacia mí.

Cerré mis ojos abriéndolos, no solo tenía que aguantar el dolor de la pérdida de mi hijo, ahora hasta haberme despojado de lo que es mío… giré el volante yendo directo a mi empleo, ya ni ganas tenía de resolver todo, era como si la vida se estaba ensañando conmigo de una manera que no me dejaba respirar tranquilidad.

Alana: Todo este tiempo, creyendo que mi matrimonio era perfecto, vivía en una vil mentira…

Golpeaba el volante zigzagueando un poco, pero no lograba entender por que las dos personas que más confiaba me habían hecho esto, los dos confabulados mientras me dedicaba a dar lo mejor de mi como esposa y como amiga. ¿en que momento? No lograba encontrar el momento que pudiera decir que había algo entre ellos, lo hicieron muy bien… lo supieron hacer muy bien…

Aparqué en el estacionamiento de la clínica, mi corazón latía demasiado fuerte, bajé la solera del auto viendo que mis ojos estaban todos rojos, levanté mi bolso de mi asiento sacando mi cosmetiquera, quería darme una manita de gato, ni para eso tenía ganas ni ánimos. Saqué un gloss untando sobre mis labios… Bajé del auto, se veía algo tranquilo el hospital, entré empujando la puerta, la asistente me miró algo sorprendida al verme, ni hice el mínimo intento de saludarla, no tenía ganas de hablar de más y desquitarme con nadie que no tenga que ver con lo sucedido, mis pasos eran hacia la oficina de mi jefe, mi móvil empezó a sonar, me detuve mirando la llamada de un numero desconocido, opté por no tomar la llamada. La insistencia de esa llamada siguió al sonar. Desvié la llamada apagando mi móvil. Respiré profundamente quedando frente a la puerta…

TOC!! TOC!!

- Adelante.

Abrí la puerta mirando al doctor que se puso enseguida de pie, se acercó sosteniendo mis brazos, me abrazó con tanta fuerza, que aquí iba de nuevo con las lagrimas que ya no quería seguir llorando, solo quería desaparezca el dolor por mi hijo y la decepción por lo que me hizo Román.

Se apartó mirándome.

Jefe: Alana, me habías preocupado por tu ausencia.

Alana: Lo sé, debí avisar.

Jefe: Apenas me acabo de enterar por lo que te ha sucedido.

Me llevó hasta la silla haciendo que me sentara, pasó a su asiento tomando asiento.

Jefe: Estuve mandando personal del hospital a tu casa, pero no había respuesta. No sabía de ti, me vi en la necesidad de hablar con el dueño de clínica y…

Bajé la mirada negando con la cabeza, no hacía falta que me dijera que le habían dicho, hablar con el dueño era buscar a otra psicóloga que cubra mi plaza, sabía que tuve que haber hablado, pero con todo lo de mi hijo si me preguntaban ni podía decir ni media palabra…

Alana: No se preocupe.

Mi jefe abrió su cajón sacando una carpeta. Me la estregó mirándome con tristeza.

Jefe: que más quisiera que poder ayudarte.

Sonreí entre lagrimas extendiendo mi mano, sostuve la carpeta abriéndola, miré mi cheque de finiquito y una carta de recomendación. Tragué saliva queriendo que en este momento me cayera un rayo.

Alana: le… (carraspeo) Le agradezco por todo lo que ha hecho por mi.

Me puse de pie tratando de disimular en querer gritar, en querer salir corriendo sin que nadie me detenga.

Jefe: ¿Te vas a especializar?

Alana: Si, ojala pueda hacerlo.

Extendí mi mano el doctor, negó con la cabeza poniendo de pie, estrechamos la mano, mis lagrimas empezaron a caer.

Jefe: Sé que serás la mejor Tanatóloga que exista, de eso no tengo la menor duda.

Alana: Gracias por todo.

Caminé hacia la puerta, la brí dejando caer mis lagrimas, salí cerrando la puerta, pasé mi antebrazo encima de mis ojos, ya nada tenía que hacer, pasé de largo por el pasillo deteniéndome en mi consultorio, había personas que estaban esperando a la Psicóloga que ahora la atendía. Seguí mi camino. Salí de la clínica viendo que ahora estaba todo nublado. Bajé el primer escalón cuando la lluvia se empezaba a intensificar. Corrí hasta mi auto, en verdad que cuando la mala suerte te sigue, no habría poder humano de esquivarla.

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