La Madrastra Que Nunca Existió

Apenas pude dormir en la noche, por más de que vengo de un mundo más libre nunca tuve mucho contacto con gente del sexo opuesto, los únicos que me enamoraban estaban en las novelas o en los manwhas que leía, y tener tan cerca al duque hizo que tuviera un cortocircuito, para cuando me di cuenta ya estaba saliendo el sol asique me dirigí a la habitación como siempre, preparé el agua mientras Fiona todavía dormía y me quedé esperando en la puerta hasta que despertó.

- Buenos días Ana, pero ¿qué te pasó?, dijo acercándose hasta mis ojeras.

- Ah, no es nada, tuve un poco de insomnio, ya está su agua preparada- antes de que hiciera alguna broma la empujé al baño y cerré la puerta, presentía que iba a ser un día cargado de bromas.

- Bueno, bueno, bueno, asique alguien que conozco le robaron el corazón y no pudo dormir, ¿verdad?, dijo Fiona saliendo del baño mientras yo terminaba de extender su cama.

- ¿Qué té quiere desayunar hoy? ¿Con galletas como siempre?, iba a usar esta táctica de evasión tanto como fuera posible

- Mmm, ya veo, voy a sacar mis propias conclusiones entonces, no me interesa el té, tengo una pareja que formar. Dijo sentándose en la mesa que tenía en su habitación, parecía más un escritorio viejo que una mesa de señorita, pero servía su función.

Solamente rodé mis ojos hacia arriba y me retiré antes de que empiece con las miles de preguntas. Cuando volví con el desayuno, Fiona estaba perdida mirando hacia el más allá. Apoyé el desayuno en la mesa y estaba por preguntar si necesitaba algo más cuando ella interrumpió el momento.

- Ana, ¿hace cuánto llegaste aquí?

- ¿A esta casa? Un poco más de 5 años creo.

- No, me refiero cuando llegaste a este mundo, esperé que diga algo más mientras tomaba su té, - Sé que no eres de aquí, no te voy a forzar a que me cuentes lo que sabes, pero como en un par de meses cumplo 11 en este mundo quería tener a alguien que me comprendiera.

- Y-yo... Yo no puedo todavía, dije casi en un susurro, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi garganta se secó.

- Bien, entonces, cierra la puerta Ana por favor y te cuento mi historia. Trabé la puerta y ella empezó a hablar como si hubiera practicado durante años.

En el mundo en el que yo vengo, yo era de Corea del sur, me encantaba escribir novelas y hubo una en especial que tuvo mucho éxito. Hasta la adaptaron en dibujo, yo estaba muy feliz al ver a mis bebés siendo conocidos por todo el mundo. Quería hacer una segunda parte desde el punto de vista de algún otro personaje pero no llegué a desarrollar nada antes de que un camión me chocara. Cuando desperté, no lo podía creer, era apenas una bebé, estaba sola en una cuna y apenas había una manta para taparme, empecé a gritar cuando me dio hambre y así me di cuenta de que tal vez esta bebé había muerto así, abandonada en una cuna, iba a insultar a los padres y el Conde apareció con una empleada con un biberón. Dijo algo de que yo tenía magia y se fue, en ese momento estaba más preocupada por el biberón en verdad, pero con el pasar del tiempo me di cuenta de que el Conde solo venía una vez por semana, al cumplir el año la criada me felicitó diciendo mi nombre y apellido y ahí supe que estaba siendo castigada, reencarné en la villana de mi propia novela y yo le había dado el peor final o bueno, el final más justo, ser derrotada por la protagonista.

Con el paso del tiempo me dispuse a solamente armar un plan para sobrevivir, yo creé este mundo, debo tener una solución, el problema es que debería esperar hasta los 18 y eso ya vendría a ser tarde. Cuando llegaste para ser mi doncella pensé que te habían castigado por algo, pero tal vez, este maldito mundo solo me envió un alma que pueda ser mi amiga.

El silencio de la habitación era muy profundo, ¿qué debería hacer? ¿debería ser honesta? solo alcancé a suspirar y empezaron a golpear la puerta, encima que estoy desvelada siento que van a molestarme más todavía.