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Prisionera De Sus Ojos

Prisionera De Sus Ojos

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva / Malentendidos / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado
Popularitas:45.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Eliza Márquez

Jalil Hazbun fue el príncipe más codiciado del desierto: un heredero mujeriego, arrogante y acostumbrado a obtenerlo todo sin esfuerzo. Su vida transcurría entre lujos y modelos europeas… hasta que conoció a Zahra Hawthorne, una hermosa modelo británica marcada por un linaje. Hija de una ex–princesa de Marambit que renunció al trono por amor, Zahra creció lejos de palacios, observando cómo su tía Aziza e Isra, su prima, ocupaban el lugar que podría haber sido suyo. Entre cariño y celos silenciosos, ansió siempre recuperar ese poder perdido.

Cuando descubre que Jalil es heredero de Raleigh, decide seducirlo. Lo consigue… pero también termina enamorándose. Forzado por la situación en su país, la corona presiona y el príncipe se casa con ella contra su voluntad. Jalil la desprecia, la acusa de manipularlo y, tras la pérdida de su embarazo, la abandona.

Cinco años después, degradado y exiliado en Argentina, Jalil vuelve a encontrarla. Zahra...

NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 07: Fantasmas en la Patagonia

Zahra todavía estaba con la mirada perdida en la ruta cuando un grito la sobresaltó.

—¡Zahra! —era Laura— ¡La leche! ¡Se volcó toda!

Zahra parpadeó, volviendo al presente de golpe.

El olor dulce quemado ya llenaba la cocina.

—¡Ay, no…! —murmuró, llevándose la mano a la frente—. ¡Pero qué idiota soy!

Corrió hacia la olla. La leche había rebalsado, pegándose en la hornalla y chorreando por los costados.

Laura ya estaba buscando un trapo.

—Perdón, no sabía si apagarla…

—No, está bien… no es tu culpa —dijo Zahra, agarrando la olla con un resoplido—. Es mía, me distraje.

Mientras limpiaba, todavía con el corazón acelerado, se habló a sí misma en silencio.

¿En qué cabeza cabe que Jalil anduviera en una camioneta destartalada?

Por favor, Zahra… dejá de ver fantasmas.

Sacudió la cabeza, molesta consigo misma.

Jalil siempre había vivido rodeado de lujo; guardias, chofer, autos nuevos, chef preparados para cualquier capricho. Un príncipe, literalmente.

No un hombre viajando en una camioneta oxidada por la ruta de un pueblo perdido en la Patagonia.

—Perdimos la leche —dijo Zahra, frustrada—. Y ahora me atraso con la crema del postre. Justo hoy que tenemos reserva…

Laura apoyó una mano en su hombro.

—Hacemos otra olla rápido. ¿Querés que me encargue yo?

—No —respondió Zahra, respirando hondo—. Lo hago yo. Necesito moverme un poco antes de que me quede pensando tonterías.

Se arrodilló frente a la cocina y comenzó a fregar el desastre seco que había quedado en la parrilla metálica.

Cada roce del estropajo le dolía un poco en el pecho, como si tratara de limpiar también el susto absurdo que la había dejado tiritando.

—Zahra, ¿estás bien? —preguntó Laura desde la mesada.

Zahra apretó los labios.

—Sí… sí. Me asusté por nada.

Mentira. No había sido “nada”.

Había sido él.

O la posibilidad de que fuera él.

Pero no lo iba a decir en voz alta. No otra vez. No más.

Se incorporó, tiró el trapo al balde y dijo.

—Bueno, a trabajar. El almuerzo no se va a hacer solo.

Y aunque intentó seguir como si nada, la imagen de esa camioneta vieja seguía golpeándole la cabeza, como un fantasma que no terminaba de irse.

Jalil no dijo nada cuando la camioneta avanzó.

Seguía mirando por la ventanilla, pero la vista se le había quedado clavada atrás, en el cartel de madera que brillaba con el sol de la mañana:

La Cabra de Zahra.

El nombre seguía ahí, quemándole la cabeza.

Sintió un tirón molesto en el pecho, una punzada vieja que no quería volver a sentir nunca más.

—¿Le pasa algo, señor Jalil? —preguntó Ernesto, sin entender el silencio.

—Nada —respondió él, cortante.

Pero sí pasaba.

Pasaba que ese nombre no lo dejaba en paz desde hacía siete años.

Zahra.

La voz de su padre volvió como un golpe seco, igual que aquel día en el palacio cuando lo arrinconó en el despacho, rojo de furia.

— Pues lo siento por ti deberás casarte. Estamos siendo cuestionados, tu insensates no pudo pasar en peor momento.

— No me quiero casar con Zahra exclamó Jalil.– No me interesa, me gusta la prima de Olivia, Danielle.

— Debiste pensarlo antes, has insultado a la familia, se me ha caido la cara de vergüenza con Akram, además era pura. ¿ Dónde demonios tienes la cabeza?

El se había negado, había gritado que no, que no la quería y no lo haria.

Que tenía intenciones de formalizar con Danielle.

Se fue a Londres y llamó a Danielle quedaron en verse, pero Zahra apareció.

Al llegar Danielle la vio ahí y se fue molesta. Luego ya no atendió sus llamadas.

Días después la noticia llego, su padre había sido emboscado, su casa era un caos. Su país también, revueltas, Mariana habia sido agredida, Rosse había sido expulsada de la familia y su padre se moria.

Había cometido un error y lo habían obligado a pagar con un matrimonio que no pidió. Un matrimonio que para él no significo nada.

Ernesto seguía hablando de los insumos, de las bolsas de alimento, pero Jalil ya no lo escuchaba.

“Zahra”, pensó otra vez, con fastidio.

Como si la vida quisiera recordarle el peor capítulo de su historia justo ahora, en este exilio miserable.

Cerró la mano sobre su rodilla, apretando fuerte.

—¿Cuánto falta para llegar al galpón de maquinaria? —preguntó al fin, solo para cortar sus pensamientos.

—Cinco minutos —respondió Ernesto.

Perfecto. Tenía cinco minutos para borrar ese nombre de su cabeza.

O al menos intentarlo.

Porque si había algo que Jalil se había prometido hacía años, era no volver a pensar en ella.

Ni en su nombre.

Ni en su voz.

Ni en lo que pasó aquel día que cambió la vida de los dos para siempre...

Era casi el mediodía cuando Zahra se quitó el delantal, se acomodó el cabello en una coleta rápida y salió hacia su camioneta. Tenía que buscar a Andy.

El camino era corto, pero siempre le daba tiempo para pensar. Y hoy, lamentablemente, pensaba demasiado.

Había aprendido con los años que el pasado era la mejor escuela.

Una escuela dura, sin misericordia.

Ella había sido joven y también había sido tonta.

Apretó el volante con una mano mientras la Hilux avanzaba por la ruta.

Decir que no había provocado a Jalil sería mentirse.

Sí, lo había provocado.

Sí, había coqueteado.

Sí, había jugado a sentirse deseada por el hombre que todas miraban con fascinación.

Era la verdad.Pero lo que no había previsto era lo que vino después.

Ni la velocidad con la que todo se descontroló.

Recordaba ese momento con una mezcla amarga, la habitación silenciosa, la adrenalina, la idea estúpida de que podía manejar la situación.

Y después, de golpe, el vértigo.

La sensación de que ya no podía poner un freno aunque quisiera.

Porque lo había querido.

Cuando ya estaba ahí, frente a él, con el corazón golpeándole las costillas, había querido detenerlo, pero no supo como sin quedar como una tonta y Jalil no le dio tiempo.

El resultado fue el desastre.

Para los dos.

Zahra suspiró, como hacía siempre que esos recuerdos volvían sin permiso.

—Eres una idiota, Zahra… —murmuró, sin enojo, sin tristeza, solo con cansancio.

La camioneta dobló en la curva que daba al jardín de infantes. Vio a los chicos salir en fila, cada uno con su mochila colorida. Y ahí estaba Andy, riéndose con un compañero, moviendo los brazos con entusiasmo.

Su hijo lo único que realmente había hecho bien.

Zahra estacionó y bajó, dejando atrás los pensamientos que siempre la lastimaban.

El pasado había sido un error.

Pero Andy no.

Andy era su milagro.

—¡Mami! —gritó él cuando la vio.

Zahra sonrió, arrodillándose para abrazarlo,lo alzó en brazos y se despidieron luego subieron a la camioneta, Zahra lo aseguro en la sillita y mientras regresaban Andy le contó todo lo que había hecho esa mañana.

— Y aprendimos una nueva canción dijo Andy.

— ¿Y qué decía la canción?

—<

y el monito salta con gran emoción.

La tortuga avanza paso a pasito,

y el pajarito canta: piu-piu despacito >> cantaba Andy.

Zahra sonreía, a lo largo de los años había aprendido que hay decisiones que se pagan caro. Zahra lo entendió demasiado tarde… Había pagado con sangre durante dos años. Solo su hijo, Andy, logró rescatarla de la oscuridad, su bebe era al final del día lo único bueno de todo su sufrimiento.

Detuvo la camioneta, bajo a Andy e ingresaron por la puerta trasera, luego de quitarle la ropa y vigilarlo mientras se lavo las manos, le sirvió la comida y le puso los dibujos animados.

—Come todo, tranquilo debo trabajar.

Andy asintió y la abrazó.— Te amo mucho.

— Yo te amo hasta las estrellas dijo Zahra besándolo en la frente.

— Y yo hasta la luna...

Ernesto volvió a la camioneta con las bolsas de alimento y las acomodó en la caja. Después se subió, encendió el motor y retomaron el camino por la ruta. Al pasar otra vez frente a la fonda, frenó.

—Voy a comprar unos quesos y salamines que encargó mi señora —dijo Ernesto—. No tardo nada.

Jalil asintió sin ganas.

Ya estaba cansado de ese desfile de paradas inesperadas. Se quedó dentro de la camioneta, apoyó el codo en la ventanilla y dejó caer la cabeza hacia atrás.

El cartel volvió a quedar frente a él.

La Cabra de Zahra.

Otra vez el nombre clavado, insistente, como una burla.

Jalil exhaló fuerte, molesto. Cerró los ojos un segundo, intentando ignorarlo, pero algo lo hizo mirar hacia el local.

No sabía qué esperaba ver. Nada, seguramente.

Pero entonces la vio de espalda.

Parada cerca de la puerta. El sol del mediodía le iluminaba el cabello rubio, largo, algo desordenado por el viento. Llevaba un sweater claro y jeans gastados. No podía verla bien.

Pero los movimientos de cadera, esa postura y ese cabello.

Jalil se quedó helado.

Fue un golpe seco en el pecho, como si su cuerpo la reconociera antes que su cabeza....

...****************...

Gracias a todas por su apoyo no se olviden de dar me gusta al final del capítulo ya que es lo que puntúa al libro.

1
Blanca Idalia España Lozano
Hoy me dió una alegría leerte , te extrañaba no se porque si escribes regularmente, Pero al ver el capítulo, me dió singular alegría , me hacía falta leerte
Blanca Idalia España Lozano
Creo que se le amargo la feliz mañana a Zhara 🤦, que pasará ahora ???.
Blanca Idalia España Lozano
Me encantó la frase, - Pero si es la señora Hazbun - Que bonito se oye 🥰 , estoy loca , Verdad ????
Blanca Idalia España Lozano
Apareció tu tormento Zhara , 🤦 que más puedo decirte 🥰
Blanca Idalia España Lozano
Me da mucho gusto que te Retes a ti mismo a salir adelante
Blanca Idalia España Lozano
Y no solo Raleigh, Kalill y todos ustedes , que no son una perita en dulce que digamos 🤦
Blanca Idalia España Lozano
Que bueno que te das cuenta , del reto tan grande que tienes por delante , déjate de ....... y se serio y trabajador y buena persona
Blanca Idalia España Lozano
Te darás cuenta, lo que cuesta ganarte esos privilegios, que gosaste siempre , sin que te costaran a tí . Eran privilegios de ser hijo de quién eres , Pero que no valoraste , ni supiste cuidar .
Blanca Idalia España Lozano
Para que te des cuenta , todo lo que perdiste , por pasarte de la raya en tu vida
Blanca Idalia España Lozano
Claro su primo Kalem no lo iba a desausiar , va ha estar a cuerpo de Rey 🤦
Blanca Idalia España Lozano
A de haber ido a comprar , cosas para la finca supongo 😅
Blanca Idalia España Lozano
Hay Zhara quisiera decirte que si se fue Pero no , se queda a vivir aquí 😍❤️
Elilu 🇲🇽
no, de hecho hizo platillos especiales el día que supo que estabas lejos. Pero me parece que alguien es feliz de saberse cerca de su ex!! 🎵🎶🎶🎶
Blanca Idalia España Lozano: Pienso lo mismo 😍
total 1 replies
Omi
De verdad Jalil es insoportable 🤭
Edith Villamizar
Gracias por excelente capitulo
Milcaris
Zahra estás acorralada a decir la verdad por las buenas o entrar en guerra cuando el la descubra y el caos sea mayor.
🩶Lis🤍🇻🇪
y le soltó el bombazo 🤣🤣🤣🤣🤣🤣
🩶Lis🤍🇻🇪
eres una ratifica peluda 🤣🤣🤣🤣
Milcaris
Cínico
🩶Lis🤍🇻🇪
ella pensando que se había ido 🤣🤣🤣🤣🤣
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