"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo XIII Deseo
Punto de vista de Kristen
Estaba muy nerviosa, Gabriel había organizado una cena para revelar nuestra relación a las familias. Pensé que era una decisión muy apresurada, ya que apenas tenían dos días de haber empezado algo entre nosotros, pero él me alega que tenemos casi cuatro meses saliendo como amigos y que eso cuenta como el inicio de una relación.
La noche había llegado, yo escogí un vestido no tan elegante, pero cómodo tipo midi en un tono burdeos, que resaltaba mi figura sin hacerme sentir demasiado apretada. El vestido era de cuello redondo. Las mangas eran tres cuartos , añadiendo un toque de sofisticación.
La falda ligeramente acampanada, permitiéndome moverme con facilidad y para completar mi look, podrías añadí unos zapatos de tacón bajo de color negro. También usé pendientes delicados y una pulsera sencilla para dar el toque final.
Mi cabello lo recogí en una cola alta con suaves ondas que caían sobre mi espalda y mi maquillaje como siempre era natural. Me vi al espejo y me pareció que me veía bien. Solo esperaba darle una buena impresión a los padres de Gabriel.
Lo vi salir del baño, envuelto solo en una toalla, Gabriel tenía un cuerpo espectacular, no podía dejar de mirarlo, sus pectorales eran anchos y sus abdominales estaban bien definidos, estaba embobada viéndolo fijamente.
“Si me sigues mirando así no podré controlar las ganas que tengo de quitarte ese vestido”, dijo sacándome de mi encimamiento.
“No se te ocurra, mira que tarde mucho arreglándome para verme presentable ante tu familia”, respondí en tono de advertencia.
“Pero si usted fue quien empezó, señora, mia”, respondió abrazándome fuertemente a su cuerpo.
“Yo no tengo culpa de que me guste tanto mirarte, si no fuera por la cena ya estuviéramos en la cama” respondí descaradamente.
“Entonces suspendemos la cena”, me dijo con su voz ronca.
“Sabes que no podemos, ahora apúrate que no tardan en llegar nuestras familias”, dije riendo.
Gabriel hizo una gran esfuerzo y entro al armario. Parecía un niño pequeño al que le habían quitado un dulce. Me senté en la cama a esperar que saliera del Vestier, y sí que valió la pena esperarlo. Llevaba puesto un traje negro elegante, justo a su medida, la camisa desabrochada de manera casual, haciéndolo ver muy varonil. Su fragancia se había esparcido por toda la habitación haciendo que mis hormonas se alocaran, un calor empezó a recorrer mi cuerpo, solo quería sentirlo en mí una vez más.
“¿Será que lo podemos hacer rápido?”, le pregunté con los labios secos.
“Señora De Linares, ¿acaso me está haciendo una propuesta indecente?”, me pregunto con una sonrisa pícara.
“Algo así”, le dije quitándome mi ropa interior.
Él no lo dudó y me hizo el amor en ese momento, necesitábamos apagar el fuego que nos estaba consumiendo por dentro. La hora de la cena había llegado, yo aún estaba roja debido a lo que acababa de ocurrir en la habitación. Sentía que todos se iban a dar cuenta y entonces me ponía más roja. Gabriel intentó calmarme, pero era peor, solo tenerlo cerca me hacía sentir calor. Necesitaba centrarme en otra cosa, así que fui a la cocina con María, mientras llegaban ambas familias.
“Niña ¿estás bien?, te ves muy roja”, me dijo María viéndome a la cara.
Yo sentía que por todos lados se me veía la culpa por lo que acababa de hacer.
“No sé Maria, no hallo como tranquilizarme, estoy muy nerviosa por la llegada de la familia de Gabriel”, mentí.
“Quédate tranquila mi niña, esto solo es formalismo, ya que si Gabriel te escogió a ti le da igual lo que piensen sus padres. Mi niño siempre ha sido muy independiente, lo que piensen sus padres le tiene sin cuidado.
La conversación con María me ayudó a desviar mis pensamientos. Sentí como el rojo de mi rostro empezó a desaparecer. Ella me dijo algunos chistes y empecé a reír, cosa que agradecí, pues la culpa había desaparecido y con ella el color rojo de mi rostro. A mí tampoco me importaba la opinión de nadie, con que Gabriel me quisiera era suficiente. Después de media hora hablando con María Gabriel fue por mí a la cocina para decirme que su familia y la mía habían llegado.
Salimos de la cocina para recibirlos. Mis padres se sorprendieron al verme ahí de la mano de Gabriel. Con lo que no contaba era que Irene y Leonardo también fueran. Además del hermano de Gabriel quien llegó junto a sus padres. No me tocó de otra que forzar una sonrisa, para no demostrar mi desagrado al tener a esos dos en mi cena.
“Mamá, papá. Bienvenidos”, saludo Gabriel enérgicamente a sus padres.
“Hijo, gracias por la invitación. Fue una sorpresa encontrarnos con los Sandoval en la puerta”, respondió el padre de Gabriel.
“Bienvenidos señores Sandoval, Irene sobrino”, si no Gabriel extendiendo su saludo a mi familia.
“Gracias Gabriel, pero al igual que tus padres estamos confundidos ante esta invitación y ahora más confundidos al ver a nuestra hija aquí en tu casa y tomados de la mano”, comento mi papá, con el ceño fruncido.
“Mamá, papá”, saludé a mis padres dándoles un abrazo.
“Por favor pasen siéntanse en su casa, ya les vamos a decir de qué se trata está cena”, dijo Gabriel volviendo a tomar mi mano.
Era obvio lo que estaba pasando, hasta un ciego se daba cuenta, pero Gabriel quería hacer bien las cosas o más bien dejar en claro que estábamos en una relación y que iba en serio.
El que no me quitaba la vista de encima era Leo, quien se veía bastante molesto. Por otro lado, Irene me miraba con odio, como si quisiera sacarme los ojos.
“Ok, los invitamos está noche a cenar, para informarles que Kristen y yo hemos empezado una relación y que estamos pensando seriamente en casarnos”, esa revelación me dejó sorprendida hasta a mí, nosotros nunca habíamos hablado de casarnos y como lo íbamos a hacer si apenas tenemos dos días juntos. Aunque yo no me opondría a estar todos los días entre los brazos de este hombre. Y ahí voy de nuevo con mis pensamientos lujuriosos.
Decidí centrarme en otra cosa antes de volver a sonrojarme.
Los papás de Gabriel aceptaron con gusto la noticia, la mamá de él, la señora Leticia estaba hablando ya de nietos y demás, mientras que su padre nos felicitó.
Mi papá estaba muy contento con que yo hubiera encontrado a alguien que me amara. Pero quién no tomo la noticia de muy buena manera fue Emperatriz quien se opuso a mi relación con Gabriel. A veces siento que no soy su hija.