El Juego Del Amor

Charlotte, entró por la puerta principal de la sala , su cabello despeinado y aún con la ropa del día anterior, se quitó los tacones de aguja que llevaba puesto, cuando sintió la voz de su madre que provenía de las escaleras de mármol en forma de caracol que bajaban hacia la sala

te parece que estas son horas de llegar, Charlotte? Te parece que el show de ayer no fue suficiente?- cuando ya estaba frente a la hija continuo hablando

que vas a decir está vez? Tu padre no ha querido pararse de la cama, desde que lo dejaste en ridículo ayer frente a todos, no se ha sentido bien, no puedo entender que hemos hecho mal, si mi Arturito estuviera aquí, otra cosa sería - la hija se puso la mano en la cien y le dijo

- no vayas a comenzar con que Arturo era mejor que yo! Entiéndelo mi hermano está muerto!

lo sé, pero mi hijo si hubiera llevado este apellido con honores, no como tú, que nos faltas el respeto cada vez que quieres

- que más quieres de mi? Estudie esa porquería porque me obligaron ya que tú querido "Arturito" no lo pudo hacer, ya estoy harta que me compares con... - se acercó y la miró con sus ojos grises desafiantes y continuo hablando- -quiero que sepas algo, mamá, yo igual que tú y mi padre hubiese preferido morir en lugar de tu hijo así no tendría que vivir con esta cruz, con este fantasma de mi hermano a mis espaldas, pisando los talones!

por primera vez estamos de acuerdo en algo!- le contestó ofuscada la madre, a lo que Charlotte no soportó y le lanzó unas palabras que más que eso fueron puñal para su madre, quien quedó inmóvil y en silencio, mientras la veía alejarse para su habitación.

-Entonces déjame en paz! No te metas en mis cosas!

Ya en su habitación, se despojó de aquella ropa dejándola en el suelo, se metió en el jacuzzi espumoso mientras trataba de relajarse cerrando los ojos, de pronto sintió alguien que entró a su habitación, le habló, sabía que era Rosario por la forma que sonaban sus pasos

-nana, eres tu?

- si, señorita, soy yo, vine a recoger la ropa sucia y ver si se le ofrece algo

- por favor llévate esa ropa y quemala, no quiero verla nunca en mi vida

- señorita esa ropa es casi nueva- Charlotte, lanzó un grito desde la tina

- te dije que la botaras! Acaso no escuchas?

La señora recogió el pareo, junto con el traje de baño blanco, al ver los tacones le preguntó

-Los zapatos también?

- te dije todo!, por favor tráeme una limonada bien fría y mi desayuno, hoy solo me provoca frutas- desde donde estaba Charlotte escuchó la puerta del baño cerrarse, se sumergió un poco en la espuma.

Trataba de borrar los recuerdos de la noche anterior, cuando recordaba a Mario sobre ella, le provocaba asco.

Con los ojos cerrados debajo del agua, se le venía a el pensamiento aquel torso definido de Juan Pablo, el sudor rodando por su piel, luego como un rayo se le vino a la mente aquellos ojos de lujuria de Mario y entonces sacó la cabeza del agua, abriendo los ojos asustada.