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No Me Dejes Ir

No Me Dejes Ir

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Diferencia de edad / Amor eterno / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:8.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Después de dos años de casados, Mía descubre que durante todo ese tiempo, ha Sido una sustituta, que su esposo se casó con ella, por su parecido a su ex, aquella ex, que resulta ser su media hermana.

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

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Ariel acariciaba lentamente la herida de Mía con sus dedos temblorosos, mientras ella lo observaba con los ojos iluminados por las lágrimas. La suave luz del atardecer que se filtraba por la ventana hacía que sus ojos brillaran como cristales rotos, reflejando todo el dolor que sentía en su corazón.

¿Por qué se comportaba así? ¿Por qué seguía mostrando que le importaba cuando sus peticiones decían lo contrario? Sus gestos de preocupación solo servían para confundirla más, para hacer más profundo el abismo que se abría entre ellos con cada segundo que pasaba.

—Ya no sigas —pidió Mía, con la voz quebrada por la emoción dolorosa, mientras sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas de algodón blanco que cubrían la cama que habían compartido durante tanto tiempo.

Se suponía que le acababa de pedir el divorcio, lo que significaba que ya no la amaba y que no le importaba en lo más mínimo lo que pudiera pasarle. ¿Por qué seguía comportándose de esa forma tan contradictoria? La estaba confundiendo más de lo que ya estaba, haciendo que su corazón se debatiera entre la esperanza y la resignación.

—Tonta, deja que te cure —le respondió con voz dulce, mientras seguía aplicando el ungüento con delicadeza sobre la piel lastimada—, eres muy torpe, deberías fijarte por dónde caminas. Recuerda que ya no estaré para cuidarte cuando todo esto termine. Sus palabras, aunque dichas con dulzura, se clavaron como dagas en el corazón de Mía.

Eso entristeció más a Mía, quien sentía cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos, amenazando con desbordarse en cualquier momento. Tenía ganas de llorar, de llorar muy duro hasta quedarse sin aliento, hasta que el dolor en su pecho se hiciera tan intenso que la dejara insensible.

—¡No quiero que me cures! Solo vete. Vete de aquí, Ariel —exclamó con toda la fuerza que pudo reunir, aunque su voz sonaba más como una súplica desesperada que como una orden.

Ariel frunció el ceño, mientras sus manos se detenían en seco sobre la piel lastimada de Mía. ¿Cómo se atrevía a correrlo de esa manera tan brusca? Esa también era su habitación, su casa, el hogar que habían construido juntos durante dos años de matrimonio, ¿había olvidado que era su esposo y que compartían la misma cama desde hace tanto tiempo?

Mía se giró bruscamente, dejando la espalda hacia Ariel, en un intento desesperado por ocultar las lágrimas que ya no podía contener. Al girarse se quejó involuntariamente, porque el golpe en su muslo había sido más fuerte de lo que pensaba, y había dejado un gran moretón púrpura que cuando lo tocaban dolía seriamente, como si mil agujas se clavaran en su piel.

A Mía se le escapó un quejido lastimero, estaba llorando sin poder evitarlo, y de eso se percató inmediatamente Ariel, quien apretó los puños con impotencia al verla sufrir de esa manera.

Este salió de la habitación sin decir palabra, sus pasos resonando en el silencio de la casa, y Mía lloró con más fuerza, aplacando el llanto en la almohada que aún conservaba el aroma de ambos, mezclado con el sabor salado de sus lágrimas.

En otro momento, en días más felices, Ariel no se hubiera ido dejándola así, aunque ella le pidiera mil veces que se marchara, él se habría quedado obstinadamente a su lado hasta que sanara completamente. Pero ahora se había ido sin más, dejándola sola con su dolor, sin importarle nada. Definitivamente ya no la amaba como antes, y ese pensamiento le dolía más que cualquier herida física.

Ariel regresó después de un minuto que pareció eterno, había ido apresuradamente por una medicina en la planta baja, atravesando el corredor y bajando las escaleras de dos en dos. El corazón de Mía dio un vuelco de alegría al escuchar sus pasos regresando.

En realidad él no la había abandonado como ella temía, había ido por medicina, quería darle una pastilla para que no sufriera más dolor. Ese pequeño gesto de preocupación hizo que su corazón se inflara de esperanza nuevamente.

Recordando los resultados de su prueba de embarazo que había visto esa mañana, la alegría de Mía por el regreso de Ariel se disipó tan rápido como había llegado. Ella no podía tomar pastillas, estaba embarazada de seis semanas, llevando en su vientre un secreto que cambiaría todo.

Ariel no lo sabía, y si él lo supiera, seguramente no pensaría en darle medicamento que pudiera dañar al bebé. La ironía de la situación la golpeó con fuerza: estaba a punto de divorciarse del padre de su hijo, y él ni siquiera lo sabía.

—Esta pastilla ayudará a que mejores, bébela —dijo él, extendiendo la mano con el medicamento y un vaso de agua que había traído de la cocina.

—No quiero —respondió ella, girando el rostro para evitar mirarlo a los ojos, temiendo que pudiera leer la verdad en su mirada.

—Mía, ¿te comportarás grosera conmigo en estos últimos momentos? —preguntó él con un deje de tristeza en su voz que no pasó desapercibido.

Ella no debía comportarse de ese modo con él, lo sabía perfectamente. Había sido un buen esposo con ella durante todo su matrimonio, le había cuidado con devoción en esos dos años, protegiéndola de todo y de todos. ¿No debía estar agradecida con él por ser tan bueno con ella, incluso ahora que todo terminaba?

—Ya no debes preocuparte por mí, deberías irte y dejarme sola con mi dolor. Es más, deberíamos discutir los términos del divorcio de una vez por todas, para firmarlo y acabar con esta agonía —dijo casi que con la voz quebrándosele, mientras sus manos inconscientemente se posaban sobre su vientre, protegiendo el secreto que guardaba.

—¿Discutir los términos? —inquirió con el ceño fruncido, la confusión evidente en su rostro— ¿Es que no son suficientes? —¿Ella quería más de lo que él había ofrecido? Se preguntó para sí mismo, sin entender que lo único que Mía quería era su amor, no sus bienes materiales.

Mía iba a decirle que no necesitaba absolutamente nada de él, que su dinero y sus propiedades no iban a recompensar jamás su ausencia en su vida, pero el celular de Ariel sonó interrumpiendo sus pensamientos, y ante su evidente nerviosismo, cosa que fue notoria ya que él nunca se comportaba así de ansioso por una llamada, las palabras de Mía se atragantaron en su garganta como si fueran piedras pesadas.

—Saldré por un momento, pero antes de irme quiero asegurarme de que tomes la pastilla para el dolor —declaró con firmeza, sosteniendo el frasco en su mano como si fuera un arma.

—No la tomaré —respondió ella con determinación.

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Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Marixa Burgos
porque piensan que es llegar y tomar como un objeto el cual despues desechan como si nada
Antonia Aguayo Espinosa
bastante buena me gusta
Rossy Bta: que ya se largue esa Mía de la casa que encuentre otro hombre
total 1 replies
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