Una profesora de campo muere tras un accidente en su escuela-casa. Reencarna en Arlette, la protagonista de una historia donde la verdadera villana es ella. pero ella no seguirá la trama y creará a su propio villano para protegerla
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capitulo 7: Encontré al villano.
Lord Carter observaba atentamente a Alejandra, intentando descifrar la mezcla de tranquilidad y determinación que reflejaba su rostro. La habitación estaba impregnada de un silencio abrumador, solo interrumpido por el suave murmullo del viento que se colaba a través de las rendijas de las ventanas.
Alejandra, con una mano sobre la mesa, movía con impaciencia el dedo índice, marcando un ritmo que parecía corresponder a su creciente impaciencia. Lord Carter, con su porte sereno y una mirada fija, sabía que el momento de darle una decisión se acercaba. La propuesta que ella había traído consigo no era trivial; un casamiento.
— acepto — confesó Lord Carter finalmente, rompiendo el silencio que se había instaurado entre ellos.
Su voz era firme, y aunque sus palabras eran simples, llevaban consigo el peso de un futuro compartido.
— bien —respondió Alejandra, dejando escapar un suspiro de alivio que apenas logró ocultar su satisfacción.
Había trabajado arduamente para llegar a este momento, y ahora que la respuesta esta en palabra, no hay vuelta atrás.
— supongo que el contrato ya está en proceso. ¿O necesita ayuda para realizarlo? —continuó el lord, manteniendo su mirada fija en ella, evaluando cada una de sus reacciones.
— de hecho, lo tengo listo. Pero no lo tengo conmigo— comentó Alejandra, frunciendo el ceño.— tenía la certeza de traerlo conmigo, pero creí que Lord Carter rechazaría la propuesta.
— yo también necesito un matrimonio político. Nada sentimental. usted lo entiende—clarificó él, cruzando los brazos sobre el pecho— son negocios familiares que debo heredar con una esposa. Bien. Envíeme su contrato y yo lo leeré. Si hay algo que discutir, se lo comentaré.
Alejandra asintió, satisfecha con la claridad de su postura. La propuesta de matrimonio, aunque carente de romanticismo, era un paso necesario para ambos. Era un acuerdo que podría darles estabilidad, un refugio en un mundo donde las alianzas eran más importantes que los sentimientos. El amor con un hombre jamás será correspondido para ella.
Lord Carter se levantó y la escoltó hasta la salida de su mansión, donde el aire fresco de la tarde les dio la bienvenida. Una vez que ella se subió al carruaje, él regresó a su despacho, su mente ya ocupada en los detalles del contrato que pronto firmarían. Al llegar a su escritorio, hizo una llamada a su mayordomo.
— llama al abogado de la familia —ordenó, mientras su mente se llenaba de planes y posibilidades— hay una boda que firmar. No importa lo que requiera el contrato, solo necesito a una mujer dispuesta a casarse conmigo para asegurar la herencia de la familia.
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Mientras tanto, Arlette, impulsada por los deseos de su madre, se encontraba en la misma capital, pero con un destino completamente diferente. Ambas, madre e hija, habían llegado con la intención de comprar, de explorar un mundo que Arlette no quería conocer. La joven dama, con una sonrisa que no reflejaba su verdadero sentir, se sentía atrapada en un papel que no le pertenecía, y el parecido con la duquesa y la Arlette original solo aumentaba su frustración.
Al llegar a la bulliciosa capital, se bajaron del carruaje y comenzaron a explorar cada tienda. Arlette, sintiéndose cada vez más atrapada en la sombra de su madre, decidió escapar por un momento. Se adentró en el mercado, un lugar donde el bullicio y la energía de la gente la envolvieron de inmediato. La combinación de voces, el aroma de especias y el colorido de los puestos la distraían, pero pronto un sonido específico llamó su atención; una subasta.
Impulsada por una curiosidad incontrolable, Arlette se acercó al lugar donde se llevaban a cabo las ofertas. Sin embargo, lo que vio la dejó helada. Un joven arrodillado, encadenado como un esclavo, estaba expuesto a la crueldad de un presentador que lo maltrataba para demostrar su sumisión. El hombre, de piel clara pero bronceada y sucia, parecía haber sido despojado de su dignidad, su mirada reflejaba un cansancio y una ira indescriptible.
Arlette no pudo soportarlo más. Sin pensar, se abrió paso entre la multitud de hombres que rodeaban la pequeña tarima. Alzó la voz, exclamando con una autoridad inesperada.
— ¡Alto! —gritó, captando la atención de todos los presentes. Su mirada fija en el vendedor, que la miraba con desdén.
— las damas no pueden estar aquí —replicó el vendedor con un tono superior.
— yo quiero a ese hombre —declaró Arlette sin dudar, sacando una joya valiosa de su cuello y extendiéndola hacia el hombre que llevaba a cabo la subasta— no me importan las condiciones, solo quiero que él venga conmigo.
El vendedor, sorprendido por la audacia de la joven, dudó por un momento. Pero ante la perspectiva de una venta inesperada, aceptó. Con un gesto de desdén, le entregó al joven esclavo a Arlette.
El momento en que Arlette y el hombre se miraron fue electrizante. Sus ojos se encontraron, y en esa fracción de segundo, el mundo a su alrededor se desvaneció. Los ojos carmesí del joven brillaban con una mezcla de ira y desesperación, pero también había algo más; ¿Tristeza? ¿Dolor?. Arlette sintió que su corazón se detenía.
Fue en ese instante que comprendió quién era él. El eco de su pasado resonaba en su mente, cada recuerdo salía con una claridad punzante. El hombre que había sido una parte de esta historia, un fragmento de la novela que no recordaba.
“ un personaje extra ahora. pero luego se vuelve un villano potencial que casi acaba con la familia real. En estos momentos, solo es un hombre que es abusado como un esclavo. Fue comprado por un dueño más cruel que el vendedor, y por eso se convirtió en alguien sanguinario... Sí no evitó ese suceso. Dentro de un año él se convertirá en un asesino peligroso."
— me lo llevaré.— susurró.
El bullicio del mercado se desvaneció, y el clamor de la multitud se convirtió en un murmullo lejano. Arlette supo que este encuentro cambiaría el rumbo de su vida, que las decisiones que había tomado y las que tomaría a partir de ahora estarían entrelazadas con el destino de aquel hombre que había estado a su merced. Una conexión inquebrantable se había forjado entre ellos en un instante, un lazo que ni el tiempo ni el sufrimiento podrían deshacer.
Arlette, con el corazón latiendo con fuerza, comprendió que había abierto la puerta a un nuevo camino, uno que la llevaría a descubrir no solo su propia identidad, sino también la historia compartida que la unía a aquel joven esclavo, ahora liberado por su decisión.