📚¡UN CEO! ¿DE PADRASTRO?
Él guarda una venganza.
Ella, un pasado que no la deja en paz.
Valentina es madre soltera y ha aprendido a sobrevivir en silencio.
De noche baila bajo luces artificiales de un club, ocultando su nombre, identidad y su dolor.
Todo su mundo se pone de cabeza cuando empieza a trabajar como secretaria del CEO más reconocido del país, mientras lucha por salvar a su hija enferma.
El amor es un lujo que no puede permitirse... o eso creía.
Armando Garza, frío, calculador y poderoso, tiene un solo objetivo: una venganza .
Pero su mundo perfectamente controlado se tambalea cuando una pequeña empieza a llamarlo “papá”...
Y cuando sus días se entrelazan con los de Valentina, la mujer que nunca debió cruzarse en su camino.
El deseo será inevitable.
El peligro, constante.
Y el pasado... letal.
¿Podrán amarse entre secretos, traiciones y mentiras?
¿Podrán forjar otra historia o su futuro ya está escrito?
Una novela con temas sensibles. No apta para todo público.
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Momento de tensión familiar.
—Señores, sigan a la sala de juntas —les dice Armando, serio.
Ellos no tardan en acatar la orden, pero voltean a mirarnos. Veo a Trini con cara de preocupación, aunque ella solo me sonríe.
—¡Mamá, quiero ir con mi papi! —vuelve a decir Emma, y hago que me mire con firmeza.
—Te estás portando muy mal, ahora mismo regresas con Trini, y llegando a casa hablaremos seriamente —la regaño. Ella mira a Armando, quien sigue parado, serio como siempre.
—Te pedí permiso para tener un papá de mentira —me dice con tristeza.
—Y yo te dije que no —le respondo en un tono autoritario, porque esto ya se pasó de la raya.
—Me lo quiero quedar —insiste, y no puedo evitar ocultar la sonrisa, pues lo dice como si hablara de una mascota.
—Podemos ir por un perro.
—¡Yo no quiero un perro! Lo quiero a él —dice, señalando a Armando, quien mira su reloj impasible.
La bajo, pero Emma aprovecha para acercarse a él.
—¿Puedo ser su hija? —le pregunta, y Trini se ríe fuerte. Camino hacia ella para agarrarla, pero Emma abraza la pierna de Armando, y ahora sí se pasó.
—Ahí miren, a la madre e hija peleando por Armando —escucho que dice alguien. Es Julián entrando.
Me agacho para cargar a mi hija, pero me sorprende que Armando también se agache, quedando a su altura.
—¿Por qué quieres que sea tu papá? —le pregunta, y ella juega con sus manos.
—Entraré a la escuela, y cuando me pregunten si tengo papá, quiero decir que sí.
—¿Y solo por eso? —pregunta él, serio pero con suavidad.
Intento agarrar su mano, pero ella lo sujeta del traje y le susurra algo al oído. Por primera vez, noto una pequeña sonrisa en los labios de Armando.
—Entraré a una junta; cuando salga, las llevaré a su casa —dice caminando hacia la sala de juntas. Trini viene por ella. No sé ni qué decir ni qué hacer, pero estoy muy molesta con las dos.
—Trini, váyanse a la casa, por favor.
—Vale, ves con Armando; como su secretaria, debes estar en la junta con él —me dice Julián, relajado, como si todo hubiera sido planeado.
No digo nada y voy hacia la sala de juntas.
Entro y ellos discuten sobre un negocio. Solo quiero que termine rápido para irme.
Pasa una hora, y cuando los veo cerrar el trato y salir, siento que vuelvo a respirar.
Quedamos a solas, y estoy por salir cuando Armando me habla:
—Las llevaré a su casa.
—Gracias, pero me iré en mi carro —le digo, saliendo, pues no quiero deberle nada.
Para mi sorpresa, noto a mi tía en mi carro y Trini me deja a Emma para luego correr hacia mi carro.
—Tenía algo que hacer —dice Julián, y sé que él lo planeó. Armando va por sus cosas.
—¡Mi papi nos va a llevar! —dice Emma, y Julián levanta su pulgar.
—Exacto, tu papi… y el de tu mamá —dice lo último más bajito, pero logro escucharlo.
Lo miro mal y él se aleja por sus cosas. Tomo de la mano a mi hija y me encamino a mi lugar para tomar mis cosas y apagar la computadora. Dejo todo listo y Armando sale, cerrando su oficina.
Camino con Emma, y al lado de nosotras va Armando.
Entonces, las puertas del elevador se abren y sale una señora junto con el señor que vi en la oficina de Armando hace unos días.
—¿Ya vas de salida? —pregunta la señora, que parece ser su madre, mirando a mi hija; su padre me ve serio.
—Sí, madre, voy de salida —responde él con firmeza.
—Entonces ustedes son mis abuelitos —dice Emma, y me sorprende lo rápido que sabe tantas cosas. Trini ahora sí se pasó.
La cara de los padres de Armando es indescifrable.
—Ya me voy, pero mañana me platican cómo les fue —dice Julián viendo su celular, pero levanta la vista al notar la seriedad de todos.
—Qué serios están… yo digo que hay que jugar y hacer equipo de tres: Armando, Valentina y la pequeña Emma deben esconderse, y ustedes, padres de Armando, conmigo —dice Julián, con una sonrisa traviesa.
—Armando, vamos a tu oficina —le dice su padre, serio.
—Llevaré a Valentina y a su hija a su casa —responde él, caminando hacia el elevador que subimos.
—Tú no tienes responsabilidad con ella, te vas a casar —le dice su madre.
—Hablamos luego —agrega, mientras las puertas se cierran.
—¿Entonces eres mi papi? —pregunta Emma, y yo aún no me recupero de lo que acaba de pasar.
—Tal vez —responde él, serio, pero con un brillo en la mirada que hace que mi corazón se acelere.
Emma sonríe feliz, y yo me siento dividida entre la autoridad que debo mantener y la ternura de ver cómo mi hija se conecta con él. Siento que algo ha cambiado en el ambiente: lo que parecía solo trabajo, negocios y reglas, ahora tiene un matiz de afecto inesperado, peligroso y… cautivador.
y deja que le diga papá a Armando a el no le molesta y Ema feliz