La Emperatriz Calypso

Después de arreglarnos nos reunimos para entrar al salón dónde se realizaría la fiesta de mi tío.

Con gran pompa y ceremonia, el presentador anunció nuestra llegada:

"El Rey de Lirio, Rudolph Leroy Constans, y su Reina, Katrina Vile Fell de Leroy Constans.

Con ustedes, los invitados de honor del Imperio Zandell, el Emperador Hendrick Aziel Zandell Yelm y su Emperatriz, Zafiro Mariel Leroy Constans de Zandell Yelm, junto a su hija mayor, la princesa imperial Cataleya Mariel Zandell Leroy.

El príncipe heredero del reino Lirio, Román Eleazar II Leroy Constans Fell, junto a la segunda princesa imperial, Calypso Aziel Zandell Leroy.

Los príncipes Sebastian Leroy Constans Fell y Sandra Leroy Constans Fell."

Nos presentaron y fuimos pasando al podio donde estaba el trono y asientos de los invitados. Mi tío dio un discurso agradeciendo a todos sus invitados y agradeciendo que después de muchos años mi madre regresó al reino con la familia.

Después del discurso, la música comenzó y mi tío llevó a mi tía a bailar. Luego, mi padre sacó a bailar a mi madre y muchos nobles se unieron a ellos. Sandra y Sebastian salieron a bailar, mientras que Cataleya fue invitada por un noble. Román tuvo la cortesía de invitarme a bailar y nos dirigimos a la pista.

Después de bailar unas cuantas canciones, decidimos ir a descansar. Me llevó a la terraza, algo alejada de tanto ruido, y nos sentamos a admirar el atardecer.

—Es agotador estar rodeado de gente —dijo Román, suspirando.

—La verdad es que a mamá y a Cataleya les gusta ese ambiente, pero a mí es todo lo contrario —respondí.

—Por eso te traje aquí —dijo sonriendo—. Noté tu cara de agotamiento.

—Gracias, es un buen lugar, lejos del ruido y gente que solo te busca para obtener beneficios —dije.

—Ni que me lo digas —dijo Román—. Cada día hay alguna chica buscando llamar mi atención para subir de estatus.

—Bueno, tú también les das entrada —dije, recordando como lo encontré la última vez.

—No me lo recuerdes —dijo—. Odio cuando se creen que solo por pasar por mi cama tienen derecho de humillar a mis allegados. Una vez intentaron lastimar a Sandra, también por ese motivo es así de caprichosa porque la consiento demasiado.

Después de descansar un tiempo, nos dirigimos nuevamente dentro del salón. De inmediato, Sandra se acercó para que la sacara a bailar. Yo me dirigí a buscar a mis padres y los vi bailar hermosamente.

Estaba admirándolos cuando Cataleya se me acercó para ella también observarlos.

—¡Hermana, mira! Brillan intensamente, parecieran unos ángeles danzando —dijo mientras sonreía.

Yo no podría estar más de acuerdo con mi hermana. En esta ocasión, mis padres brillaban en la pista de baile. Todos los admiraban por cómo las luces los iluminaba. Al terminar, mis padres se hicieron una pequeña reverencia y luego voltearon hacia nosotras y nos dieron la mejor sonrisa que jamás nos habían dado, tan hermosas y pacíficas.

Algo dentro de mí se estrujó, pero no sabía el porqué y me inquietaba.

De haberlo sabido jamás hubiera permitido que partiéramos ese fatídico día...