Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 7
La sala estaba iluminada con candelabros brillantes, y la música suave llenaba el aire con un ritmo seductor. La fiesta empresarial era el evento del año, y Emma se sentía como una estrella deslumbrante en medio de un mundo que aún le resultaba extraño. A su lado, Nicholas, con su traje perfectamente ajustado, irradiaba confianza y poder, una imagen que hacía que todos los ojos se volvieran hacia él.
Sin embargo, a pesar de la elegancia de la noche, un aire de tensión se cernía entre ellos. Aunque habían hecho avances en su relación, las sombras del pasado y los secretos no resueltos aún acechaban en las esquinas de sus corazones. La sonrisa encantadora de Nicholas y su mirada seductora parecían más como un juego que una conexión genuina.
“¿Te gusta la fiesta?” preguntó él, mientras se servía una copa de vino. Sus ojos profundos se posaron en ella, pero había algo en su expresión que no podía identificar.
“Es... encantadora,” respondió Emma, esforzándose por mantener la compostura. “Pero tengo la sensación de que todos están observándonos.”
“Es probable. Tienes que recordar que estamos en el centro de atención,” dijo Nicholas, un matiz de diversión en su voz. “Todo el mundo está ansioso por ver cómo la nueva esposa del magnate se comporta.”
Emma frunció el ceño. “No soy solo tu ‘nueva esposa’, Nicholas. Estoy aquí por razones específicas.”
“Sí, lo sé. Pero, a veces, es difícil no sentirse como un trofeo en una vitrina,” replicó él, la frustración filtrándose en sus palabras. Era un recordatorio de que, a pesar de su atracción, había más en juego que simplemente una relación.
Mientras la noche avanzaba, los dos comenzaron a separarse en medio de la multitud. Nicholas fue abordado por un grupo de inversores, mientras Emma se encontró sola, rodeada de miradas curiosas. Su inseguridad aumentó cuando escuchó susurros sobre su matrimonio, sobre lo que implicaba, y cómo era vista por los demás. La presión era casi insoportable.
En un rincón apartado, encontró un momento de respiro. Mientras contemplaba el paisaje, se sintió abrumada por la realidad de lo que estaban construyendo. Este matrimonio era una negociación, un intercambio, y mientras su conexión crecía, también lo hacían las complicaciones.
Nicholas apareció, buscando a Emma con su mirada. “¿Te encuentras bien?” preguntó, acercándose con una sonrisa que parecía más una máscara. “No me gusta verte sola.”
“Estoy bien,” respondió ella con una sonrisa forzada. Pero en ese momento, un grito de risa interrumpió su conversación.
Una mujer atractiva, vestida con un vestido rojo seductor, se acercó a ellos. “Nicholas, cariño, no puedo creer que no me hayas presentado a tu hermosa esposa,” dijo, lanzando un guiño a Emma. “Soy Victoria, una vieja amiga de Nicholas. ¡Siempre tan ocupado!”
Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda. El tono de Victoria era insinuante, y la forma en que se dirigía a Nicholas le provocaba un nudo en el estómago. Nicholas sonrió con amabilidad, pero su mirada se volvió distante.
“Victoria, este es Emma, mi esposa,” dijo él con un tono que sonaba un poco más frío de lo habitual.
“Encantada de conocerte, Emma,” respondió Victoria, ignorando su incomodidad. “Nicholas y yo hemos tenido algunas aventuras memorables en el pasado. Espero que te lleves bien con sus locuras.”
“Lo haré,” dijo Emma, tratando de mantener la calma. Pero cada palabra de Victoria resonaba en su mente, y las inseguridades comenzaron a emerger, llenando el aire con una tensión palpable.
A medida que la conversación se desarrollaba, Emma notó a Nicholas sonreír con complicidad a Victoria, y una punzada de celos se encendió en su pecho. Sabía que era irracional, pero ver a esa mujer tan cerca de él, tan familiar, activó su instinto de protección.
Finalmente, después de que Victoria se alejó, Emma no pudo contenerse más. “¿Qué fue eso?” preguntó, su voz más aguda de lo que pretendía.
“¿Qué quieres decir?” Nicholas se volvió hacia ella, su expresión confundida.
“No puedo creer que no me hayas advertido sobre tu amiga,” dijo Emma, sintiendo cómo la ira comenzaba a burbujear en su interior. “Ella parece tan cómoda contigo. ¿Qué tipo de relación tienen?”
“Es solo una amiga de la infancia,” respondió Nicholas, levantando las manos. “No hay nada entre nosotros.”
“¿De verdad? Porque se siente como si hubiera más,” replicó Emma, su voz subiendo de tono. “No estoy aquí para ser la novia celosa, pero esto no es lo que esperaba. Necesito saber que eres solo mío.”
Nicholas frunció el ceño, su frustración volviéndose evidente. “Emma, ¿en serio? Sabes que esto es un acuerdo. Estoy aquí para hacer negocios, no para jugar a las relaciones.”
“Y yo estoy aquí por el mismo motivo,” dijo Emma, sintiendo que las palabras se le escapaban de los labios. “Pero hay límites que no deberíamos cruzar, especialmente si esto se va a convertir en algo real.”
“¿Algo real?” Nicholas repitió, su mirada volviéndose intensa. “Dices que no deseas que esto se vuelva personal, pero al mismo tiempo, te estás acercando a las emociones.”
El silencio entre ellos se alargó, y Emma sintió que el aire se volvía pesado con las promesas no cumplidas y las expectativas no expresadas. A medida que la música seguía sonando, la desconexión entre ellos se hizo evidente, y las primeras grietas comenzaron a aparecer en su relación.
Finalmente, mientras se miraban fijamente, Emma supo que aquella noche marcaría un antes y un después. Habían construido un castillo de arena sobre un océano de promesas rotas, y ahora el agua comenzaba a borrar los límites que habían intentado establecer. La atracción seguía latente, pero la verdad y los secretos podían arrastrarlos a aguas más profundas de lo que ambos estaban preparados para afrontar.
Emma se sintió atrapada en una red de emociones contradictorias. Por un lado, había un deseo innegable hacia Nicholas, una química que crecía con cada interacción. Por otro, había inseguridades que amenazaban con desbordar la frágil estructura de su matrimonio. La tensión de la fiesta la había llevado a un punto crítico, y ahora, con la mirada de Nicholas fija en ella, la presión aumentaba.
“No estoy aquí solo para cumplir un trato, Nicholas,” dijo Emma, su voz más suave pero firme. “A pesar de lo que hemos acordado, no puedo ignorar lo que siento. Necesito saber si realmente hay algo más entre nosotros.”
Nicholas la miró fijamente, y por un momento, el bullicio de la fiesta se desvaneció a su alrededor. Las luces centelleantes y la música suave se convirtieron en un mero eco de fondo. Sus ojos estaban llenos de una intensidad que hacía que su corazón latiera con fuerza. “No sé si deberíamos explorar lo que hay entre nosotros. Esto es un juego arriesgado, y podríamos terminar lastimándonos.”
“Quizás eso sea lo que me asusta más,” admitió Emma, sintiendo cómo la vulnerabilidad se apoderaba de ella. “Pero también me da miedo el hecho de que esta relación sea solo un contrato. Si no somos honestos, ¿qué nos queda?”
La frustración en la expresión de Nicholas se tornó en comprensión. Ella notó la forma en que su mandíbula se tensaba, como si estuviera luchando con sus propios demonios. Finalmente, su voz se suavizó. “Emma, estás en un terreno peligroso. Hay cosas sobre mí que aún no sabes. No solo se trata de nosotros y este matrimonio.”
“Cuéntame,” insistió Emma, sintiendo que el vínculo entre ellos se fortalecía en esa vulnerabilidad compartida. “No puedo seguir así, temiendo lo que hay en tu pasado. Necesito saber que puedo confiar en ti.”
Nicholas vaciló, y Emma vio cómo su mirada se desvió por un instante. “Hay secretos que he enterrado, cosas que aún me persiguen,” dijo, su voz casi un susurro. “No quiero que se conviertan en un peso para ti, pero tampoco puedo seguir escondiéndolas.”
Emma se acercó un poco más, sintiendo que la conexión entre ellos se hacía más intensa. “Estamos en esto juntos. Si queremos que esto funcione, debemos ser honestos, incluso si duele.”
La música a su alrededor cambió, y una balada suave comenzó a sonar. Nicholas la miró a los ojos, y en ese instante, ambos supieron que estaban al borde de una decisión crucial. Con un movimiento tentativo, él tomó su mano, llevándola a la pista de baile.
A medida que comenzaron a bailar, las tensiones del pasado parecieron desvanecerse un poco. Nicholas la guió con firmeza, y Emma sintió cómo su corazón se aceleraba con cada paso. La calidez de su cuerpo, la fuerza de su abrazo, todo la envolvía en una burbuja de deseo y anhelo. Pero incluso en ese momento de cercanía, sabía que había algo más en juego.
“Esta noche es solo un baile,” dijo Nicholas, sus labios apenas separándose de su oído, y el roce de su aliento la hizo temblar. “Pero podríamos perder mucho si no somos cuidadosos.”
“Lo sé,” respondió Emma, su voz apenas un susurro. “Pero también podría ser el inicio de algo más. Quiero explorar esto contigo, Nicholas. Sin miedo.”
Nicholas se detuvo, mirándola intensamente. “¿Estás segura de que puedes manejarlo? Mi vida no es sencilla, y los secretos que llevo conmigo podrían cambiarlo todo.”
Emma asintió, sintiendo que, a pesar del riesgo, estaba dispuesta a asumirlo. “Si estás dispuesto a abrirte a mí, estoy lista para enfrentar lo que venga. Pero no puedo seguir viviendo en la incertidumbre.”
Nicholas pareció contemplar sus palabras, y, en un gesto de rendición, la atrajo hacia él con más fuerza, como si hubiera tomado una decisión. La música los envolvió, y, en ese instante, todo lo demás se desvaneció.
Mientras giraban, Emma sintió que el mundo se volvía borroso a su alrededor. Todo lo que importaba era ese momento, el roce de su piel contra la suya, el palpitar de sus corazones al unísono. Pero, en lo más profundo de su ser, sabía que la batalla entre el deseo y la realidad apenas comenzaba. La noche que se había planeado como una celebración ahora estaba llena de promesas rotas, y la lucha por construir algo genuino apenas estaba empezando.
Justo cuando pensaron que podían relajarse, una figura familiar apareció en la entrada, su presencia un recordatorio inquietante de los lazos que aún no habían enfrentado. Emma contuvo la respiración al reconocer a Victoria, sonriendo con una seguridad que la puso en alerta. La noche aún tenía sorpresas reservadas, y Emma sintió que su corazón latía con una mezcla de deseo y desafío.