BL.
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Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.
Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.
Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.
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Capítulo 20: El deseo de su corazón.
La humedad reinaba en el recinto sofocante, Alfred estaba apoyado contra una de las paredes mientras veía con curiosidad una pequeña flama danzar en una de las palmas del Ángel, dándole a su pálida tez algo de vivacidad. Su perfil era afilado, sus cejas suaves, pero tenía una expresión severa.
—Responde.
—Hijos de puta, solo esperen a que me libere—, la mujer insultó, se encontraba atada en una silla, unos mechones del cabello de Elast se estaban usando como cuerdas, los cuales eran muy difíciles de romper.
Sea le asestó una fuerte bofetada a la anciana, el corazón del Alf se encogió al ver a la mujer templar ante el golpe, pero esta después rió de una manera maniaca.
Suspiro con impotencia, esta señora se había comportado muy bien con él: Quien le brido alimento y agua.
Alfred intento de hacerla hablar, pero la mujer seguía negándose rotundamente y solo llegaban a conversaciones sin sentido.
—No te sirve de nada hacer ruido aquí, escoges hablar o morir—, el tono de Sea era helado y tan oscuro como los rincones en donde la luz de Elast no llegaba.
—No hablará, mira su cara de terquedad—, Hugo suspiro con impotencia mientras se cruzaba de brazos, de los cuatro él era quien mostraba más desinterés hacía esta anciana que podría poseer información valiosa.
—¿En verdad lo único que quieres es sangre?— Alfred hablo después de mucho tiempo desde que habían llegado. Los cuatro en la habitación lo miraron, los ojos de la mujer, que reflejaban la luz del fuego, brillaron mientras asentía. Parecía un demonio.
—Lo único que pido, lo único que necesito. La información que te daré te será de mucha utilidad—, trato de usar un tono seductor, pero con su viaje voz lo único que causo fue un escalofrió colectivo. El ceño de Elast se frunció con desdén, el odiaba a estos seres engañosos.
—Bien, te daré la mitad del pago, siempre y cuando la información sea en verdad real, te daré lo otro—, al escuchar esto la mujer mayor se relamió los labios.
—Alfred, ¿estás loco?— Preguntó Hugo dando unos pasos hacia su hermano.
—Tú mismo lo dijiste, ella no hablara hasta que consiga algo que quiera...
—O, es interesante—, la voz susurrante de la anciana llego a sus oídos, Alfred la miro por sobre el hombro de su hermano, sus ojos oscuros hicieron contacto con los de él. —Sé que piensan que soy un ser inmundo, pero en este mundo existen seres aún más inmundos.
— ¿A qué te refieres?—, Sea, que estaba detrás de ella, habló tajante.
—Nada, es simple. No todos es lo que crees.
—Habla claro.
—No la escuches, solo quiere generar discordia—. Hugo se mofo de la loca bruja.
Por su parte Alfred ya había tomado una decisión, de su cinturón saco un cuchillo que había tomado con antelación de la cocina tras enterarse de que esta bruja sería interrogada en el sótano, se sorprendió que la posada tuviera uno. Parecía más un frío calabozo.
No pudo evitar mirar al Ángel por el rabillo de sus ojos.
La hoja brilló con un destello bajo la luz del fuego, Elast quería decir algo, pero fue demasiado lento, el cuchillo abrió una herida en la palma de la mano de Alfred mientras este se acercaba a la mujer, la cual no le despegaba los ojos de arriba.
Maldición, dolía. Pero intento ignorarlo.
—Un poco—, acerco su palma sangrante a los labios de la mujer, esta no dudo en presionar sus labios contra la cálida piel de Alfred, la sangre se vertió en su garganta como un manantial. El sabor metálico la deleito, por lo cual se incentivó a chupar más, Alf no pudo evitar pensar que se trataba de una sanguijuela después de alejar su mano.
Había sentido un escalofrío seguido de una corriente extraña pasando por sus venas, parecía que tenía hormigas en la piel que no dejaban de morderlo.
Elast se apresuró a su lado y sostuvo su mano herida con su mano vacía, acerco suavemente el fuego para ver mejor. La herida estaba de un color negro, no debería ser así. El Ángel murmuró algo y la piel dañada volvió a unirse, Alfred miro estupefacto como la herida en su palma se cerraba y desaparecía junto con aquella sensación dolorosa, cosa que era inútil, ya que después debería de darle más sangre a esta mujer.
—Gracias.
La anciana rió, su voz sonaba más dulce, su rostro ahora parecía el de una chica de cuarenta años, con leves arrugas y unos labios pomposos de color carmín.
—Delicioso, la juventud es deliciosa. ¡Quiero más!
—Primero habla, lo otro vendrá después.
Los ojos oscuros de la mujer examinaron la mano, que ahora estaba sana de Alfred: —Arel—, la tez del hombre frente a ella cambio. —Leí que hace alrededor de trescientos años Arel era Glichjing, pero después de la guerra el nombre del país cambio gracias al Emperador que logro hacerse con el trono.
— ¿Dónde lo leíste?
—En la biblioteca subterránea de Eura.
¿En Eura?
— ¿No qué esa biblioteca fue destruida?—, pregunto Hugo, Elast se giró en su dirección y la luz del fuego le dió un aspecto extraño.
— ¿Conocías esa biblioteca?—, Alfred se giró un poco también, quedando de costado. Sus ojos hicieron contacto con los de su hermano, pero este ignoro rotundamente su pregunta.
— ¿Destruida?—, la mujer enarco una ceja. —Sí, eso es lo que dicen. Pero no es así, esta todo oculto tras una cortina de humo y mentiras. Esa biblioteca aún existe..., las demás si fueron destruidas, en Eura, bajo tierra, se guardan muchos registros y cosas extrañas.
— ¿Cómo alas?
— ¿Alas?, no lo sé. Quizá sí, quizá no. Este mundo es basto a comparación con alas tan pequeñas—, miro a Elast con algo de simpatía, la cual rápidamente fue reemplazada con febril odio. —En todo caso, están perdidas. ¿Cuánta probabilidad hay de que estén en Eura, Layare, Arel o incluso en Moet?
— ¿Cómo entraste a esa biblioteca?, ¿en dónde está ubicada?—, Alfred se paró junto al Ángel.
—Aunque no lo creas, tengo mis métodos. Esta debajo del palacio imperial.
¿Qué?
—Eras una concubina del Emperador—, el tono de Elast era afirmativo y no interrogativo. —Por lo cual se te hacía el acceso más fácil en ciertos lugares, ¿verdad? De seguro el Emperador te favorecía mucho para dejarte ir y venir por donde sea.
El rostro de la mujer se puso verde, mordió su labio con fuerza, parecía estar conteniéndose.
— ¿El antiguo Emperador está involucrado en esto?
—Ese hijo de perra—, una risa baja y burlona dejo los labios carmines de la bruja. —Todos creían que era benevolente, ¡pero en verdad era un lobo disfrazado de oveja! Gracias a él me volví así, jajajajajajajajaja....
—No ese antiguo Emperador, sino el que gobernó antes de él.
Alfred miro a la bruja con algo de pena, sus palabras inexplicablemente habían sonado muy tristes, por una vez desde que comenzó la conversación esta mujer había dejado ver un lado vulnerable. Quizá podría usarlo a su favor, si mostraba que la comprendía las cosas resultarían más fáciles para ellos.
—Me imagino que debieron de ser días difíciles—, su tono se había vuelto inexplicablemente más cálido de lo usual, su expresión se había suavizado con una tierna sonrisa. —Pero todo eso quedo atrás, tienes bastantes años. Debes continuar con tú vida. Puedes ayudarnos aún más, ser parte de nuestro pequeño equipo...
— ¡Alfred!
—No dejaremos que pases por ningún agravio más, Elast tampoco te hará daño—, ignoró el grito de Sea, la chica le lanzo una mirada mortal. El rostro de la bruja se mostró vacilante, su labio inferior tembló mientras sus ojos oscuros se volvían acuosos. Alfred siempre había tenido esta clase de "don", podía comprender a la mayoría y convencerlos de muchas cosas, solo que por alguna razón este método jamás había servido con su hermano. — ¿Cómo te llamas?
—Elenara.
—Es un gusto—, la mujer se removió en la silla, la cuerda se apretujo más a su alrededor. Sabía que en parte Elast la estaba controlando, él no confiaba en esta mujer, Alfred tampoco. Por el momento esta chica no les había dado ningún motivo que ameritara su confianza.
— ¿Unirme a ustedes? Oh, chico, ni sabes con la clase de persona con las cuales te estas involucrando. ¡No quiero morir!—, al mirar su expresión confundida, ella continuo. —Creo eres el único ser humano decente que he conocido en mucho tiempo, mi consejo es que corras, huye lejos mientras puedas.
— ¿Qué sabes?
—Alfred, no preguntes.
—Hugo, ¿qué quieres decir?, ¿me estas ocultando algo?—, su hermano cerro la boca, pero en su corazón ya comenzó a implantarse la semilla de la duda.
—Por ejemplo, ¿por qué ese tal Hugo solo te llama hermano cuando mete la pata?— La expresión de Elast se desdibujo, mientras tanto Alfred quedo sorprendido. ¿Cómo esta mujer lo sabía?..., y antes de que pudiera preguntar, ella contesto: —Puedo leer el corazón de las personas, pero solo de aquellas que son abiertas al mundo de forma espiritual—, sonrió. —Déjame decirte que jamás había leído tal deseo, ¿en serio es ese, Alfred?, ¿en verdad deseas tanto que tu queridísimo hermano te llame "hermano" por una vez en su vida sin que haya cometido un error?
El silencio cayó entre las personas del lugar, solo se oía una risa baja proveniente de Elenara. Hugo miro a Alfred con una expresión complicada y llena de culpa, mientras que su propio corazón se llenaba de una sensación amarga. Se sentía expuesto en este momento, definitivamente no quería que las cosas resultaran así.
Un gran impulso de querer salir corriendo de ahí lo invadió.
—No cambies de tema—, Elast se encargó de volver a la bruja a su lugar, la cual soltó un quejido cuando la cuerda se enredó más a su alrededor, su rostro se puso rojo. —No te estamos interrogando para que expongas los deseos de los demás, te estamos interrogando para sacarte información. ¿Dónde están las alas?, dilo si lo sabes—. Aunque la mujer ya había dejado en claro que no sabía en donde estaban, el Ángel seguía insistiendo.
—Agh..., no seas rudo. Soy una dama—, siseó antes de mirarlo fijamente. Una sonrisa ladina se formó en sus labios. —Esto es tan curioso, ¿poseerlo? ¿En verdad?— El rostro de Elast se volvió sombrío a pesar de las llamas que lo iluminaban. Alfred volteo a verlo, ¿Elenara estaba leyendo sus deseos? ¿Poseerlo? ¿Qué cosa quería poseer Elast?
—Cállate si no quieres morir.
Esto pareció intimidarla, rápidamente aparto la vista y dijo: —Perfectamente sabes ahora en donde estuvieron tus alas por última vez—, su tono habitual había vuelto. —No sé realmente en donde están, eh olvidado cosas que no me interesaban con los años.
— ¿Entonces de que nos sirves?—, Sea en algún momento se había acercado a Alfred y con total descaro le había arrebatado el cuchillo que tenía en su cinturón. Este ni había tenido tiempo a reaccionar cuando la chica ya estaba detrás de la mujer, presionando la hoja afilada contra su cuello. La bruja abrió sus ojos y chillo, luego movió su nariz, captando el aroma a la sangre seca en el cuchillo, entonces saco la lengua y trato de lamer la hoja. Pero en un movimiento rápido el cuchillo brillo bajo la luz del fuego mientras algo salía disparado hacia el suelo seguido de mucha sangre.
Sea le había cortado la lengua.
Elenara soltó un chillido parecido a un animal mientras la sangre se derramaba de forma montuosa de su boca, sus ojos negros se llenaron de lágrimas y casi salieron de sus órbitas. Una abultada vena apareció en su cuello, se inclinó hacia adelante y la sangre mancho toda su ropa.
— ¡Sea!—. Estaba aturdido, se acercó a la mujer agonizante mientras su vista periférica captaba que la lengua que estaba en el piso aún se movía, se heló. No sabía qué hacer ni como parar el sangrado de esa zona, la chica que gracias a su sangre aparentaba unos cuarenta años, volvió a ser una vieja decrépita en cuestión de segundos.
—No sé va a morir, para matar a esta cosa se necesita más que una cortada de lengua. Ya me estaba irritando—, explicó mostrando una expresión enojada mientras se rascaba la nuca. —En unos días tendrá una nueva lengua.
—Pero tenemos que irnos...
—La llevaremos—, aseguro Elast bajo la mirada aterrada de Elenara.
— ¿Tanto quieres tú lengua de regreso?—, la chica tomo la lengua que se movía con una mano y en un solo movimiento la puso dentro de la boca de la bruja, la cual comenzó a toser de una manera ahogada.
Alfred miro a Sea, estupefacto. Entendía que estuviera molesta, ¿pero no estaba yendo demasiado lejos?
Elenara inclino la cabeza hacia adelante y su lengua cortada cayó sobre su regazo con sangre.
—Alfred, quizá es mejor que subas.
— ¿Qué van a hacer?—, en verdad estaba un poco asqueado ya, y se sintió aliviado cuando Elast le sugirió subir. Todo su cuerpo estaba siendo recorrido por escalofríos.
—Ahora no podemos sacarle información...
—Pero puedo torturarla un poco.
—Sea, en verdad no encuentro la necesidad—. Alfred negó mirando a la chica, su expresión era siniestra, claramente estaba disfrutando de esto. ¿Cómo ella podía ser tan diferente a Andy? —No creo que a tú hermano estuviera de acuerdo con esto—, era un ponto bajo mencionarlo, lo sabía.
Alfred deseaba que él estuviera aquí para ayudarlos en esta situación.
— ¡Já!, ¿tú que mierda sabes?—, el cuchillo apunto directo al cuello deAlfred, tanto Hugo como Elast miraron a Sea. El Ángel se acercó y se lo arrebato de un manotazo.
—La próxima vez que lo vuelvas a amenazar, te romperé la mano.
—Has lo que quieras, no me importa.
Y así la mujer se fue hecha una furia, no sabía si estar aliviado o no. No era momento para peleas, pero viendo el lado bueno por lo menos Elenara no sería torturada por un par de horas.
—También deberíamos subir, apesta a sangre. Es desagradable—, Hugo suspiro fastidiado, Alfred se preguntó internamente si toda esta situación lo estresaba.
—Bien, subamos para que descanses. ¿Pero está realmente bien que la dejemos sola?
—Con la cuerda es imposible que se escape, y mírala. Está en tal estado que le será difícil salir sin que nos demos cuenta. Además la sangre dejara de fluir en unos minutos.
Las palabras de Elast lo dejaron más calmado-no sabía si era correcto estarlo-, por lo cuál los tres subieron, los tablones de manera emitieron un crujido extraño bajo su peso. Alfred instintivamente miro al suelo, desde que se estaba alojando aquí con su hermano nunca había escuchado las tablas crujir, quizá esto era nuevamente un signo de decadencia desde que Andy se había ido, por ejemplo: La primera vez que entraron a la posada había un incienso, ahora ya no quedaba ningún rastro de que había habido uno encendido. De hecho, nunca había visto a Sea prender uno, así que supuso que era su hermano quien "ambientaba" el lugar. Las sillas estaban patas para arriba sobre las mesas, acumulando polvo bajo la tenue luz de la lámpara.
La animada posada ahora parecía como un sueño lejano, al igual que la sonrisa de su amigo fallecido.
Hugo subió las escaleras, sus pasos resonantes lo hicieron volver a la realidad, el sueño se esfumo en un segundo, dejando al descubierto un par de hermosos ojos mirándolo.
—Te ves cansado.
—Solo lo estoy un poco—, en realidad estaba bastante cansado desde que se despertó en la mañana, la caminata lo había agotado, todo esto con Elenara también. Sumándole el hecho de todos los acontecimientos anteriores que apenas tuvo tiempo de razonar.
Verdaderamente estaba agotado, solo habían venido a Moet para poder recaudar dinero. ¿Por qué se habían involucrado tanto?
Quizá desde el momento que la leyenda llego a sus manos ya todo estaba destinado a pasar.
—Vayamos a descansar, ¿te parece?—, el tono suave del Ángel le dieron unas inexplicables ganas de llorar. Lo miro mientras asentía, trato de que Elast no notara su anormalidad, quizá funciono, quizá no, pero el Ángel no pregunto nada mientras ellos subían las escaleras. Alfred agradeció esto internamente.
Elast lo guío hasta una puerta diferente, esta no era la habitación que compartía con Hugo, así que supuso que el Ángel no había notado que él iba detrás suyo y se dio media vuelta para irse, pero de repente su mano fue sujetada. El calor de la palma de Elast contrarrestaba con lo fría que se sentían sus manos, una sensación eléctrica se instaló en él.
—Duerme aquí hoy.
—Pero...
—Quiero discutir algo contigo.
—Oh, así que es eso. Bueno.
Si solo era hablar de algo estaba bien, al terminar regresaría a su propia cama.
El rubio abrió la puerta dejando ver inmediatamente el interior de una habitación sin muebles, solo tenía una gran cama en el centro. Alfred pasó y espero a que Elast le indicara que podía sentarse, no lo negaría. Se sentía un tanto incomodo, jamás había estado solo con Elast en su habitación.
—Tengo que ir al país que solía ser Glichjing—, fue directo al grano, el de cabello castaño lo miro con su par de ojos abiertos.
— ¿Quieres ir a Arel?, ¿para qué?, ¿no sería mejor idear un plan eh ir directo a Eura?
—Eura..., el palacio. No es tan sencillo entrar a la biblioteca, es casi imposible. En Arel existen o existían unas viejas catacumbas en donde se encerraban a los prisioneros para dejarlos morir—, los cabellos de Alfred se crisparon. —Antes de que me encerraran deje algo ahí, necesito verificar si sigue, porque si no está...
Inmediatamente supo que no se trataba de nada bueno cuando Elast pauso para mirarlo, Alfred movió su mano para que continuará, pero este parecía estar inmerso en un pequeño trance.
— ¿Elast?
—Ah, si...—, salió de su estupor. —Si no está, estamos todos metidos en un gran problema. Teniendo en cuanto todo el tiempo que estuve encerrado, quizá ya estamos en ese problema desde hace muchos años... Tengo miedo, Alfred.
— ¿A qué te refieres?—, ¿por qué Elast siempre lo dejaba con la maldita duda?, ¡se moría de curiosidad!
—El cofre.
— ¿Un cofre?
—Sí, de cristal. Necesitamos encontrarlo.
—Espera...— ¿Un cofre de cristal?, ¿podría ser un ataúd de cristal?— ¿El ataúd que encontró Lenarold?—, pregunto tentativamente. Los ojos de Elast se agrandaron, dándole la respuesta que necesitaba.
En verdad, ¿qué era toda esta situación?, el tripulante mayor del barco de Mairy conto una leyenda respecto a esto. ¿Era real?
Su estómago se revolvió y un dolor de cabeza lo amenazaba con aparecer.
Su mundo estaba dando vuelta.
— ¿Sabes acerca de Lenarold?, ¿Quién te hablo de él?
—Se muy poco, lo oí en una historia que relataron. No demos más vueltas—, se pasó una mano por el cabello. — ¿Quieres ir a Arel entonces?, ¿piensas ir solo?
—No, quiero que me acompañes.
— ¿Es una broma?—, pero viendo la cara del otro hombre claramente la respuesta era un no.
Que jodido todo, quería exactamente pagar la deuda para definitivamente no ir a Arel. ¿Y ahora tenía que ir para ayudar a Elast?, ¿por qué el destino lo molestaba así?
—Yo...
Con un fuerte "bang" la puerta de la habitación se abrió dándose contra la pared, tanto Alfred como Elast quedaron sorprendidos, el de cabello castaño sentía que su corazón se iba a desbocar por el susto repentino. Elast actuó de manera rápida y lo protegió con su cuerpo.
— ¿¡Quien...—, Sea jadeaba tratando de recuperar el aliento, su expresión era la de una maniaca. — ¿¡Quien mató a la puta bruja!?
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
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