La historia de amor entre un vampiro y una bruja...en le medio hay una alfa que no va a permitir que ellos estén juntos...
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EL CAMINO DE LA VENGANZA
La noche había caído nuevamente, y Adrian se encontraba solo en lo profundo del bosque, con la rabia y el dolor bullendo en su interior. Había sido traicionado por aquellos en quienes más confiaba, y no podía simplemente dejarlo pasar.
Caminó sin rumbo, sus pensamientos oscuros y llenos de amargura. No podía soportar la idea de Elara en los brazos de Caelum, de perderla ante alguien más. Cada paso que daba lo acercaba más a una decisión drástica.
Finalmente, se detuvo junto a un claro, su respiración entrecortada por la ira contenida. Sabía que actuar impulsivamente podía poner en peligro todo por lo que habían luchado, pero no podía sacudirse el deseo de venganza que lo consumía.
De repente, sintió una presencia detrás de él. Giró rápidamente, encontrándose cara a cara con una figura envuelta en sombras.
—Veo que el dolor te consume, vampiro —dijo la figura con una voz seductora y oscura—. Puedo ofrecerte una forma de saciar tu sed de venganza.
Adrian miró fijamente a la figura, reconociendo la esencia de los Hijos de la Sombra.
—¿Qué quieres? —preguntó con desconfianza, aunque la tentación de aceptar la oferta era fuerte.
—Lo mismo que tú —respondió la figura—. Deseo ver a Caelum y a Elara sufrir. Podemos ayudarnos mutuamente. Tú quieres venganza, y nosotros queremos el Espejo de la Noche. Une fuerzas con nosotros, y juntos podemos destruirlos.
Adrian dudó, su mente dividida entre la lealtad a Elara y el deseo de hacerle pagar por su traición. Pero la furia en su corazón era demasiado fuerte para ignorarla.
—¿Qué debo hacer? —preguntó finalmente, su voz fría y decidida.
La figura sonrió, satisfecha con su respuesta.
—Sigue mi guía, y juntos desataremos el caos. Primero, asegúrate de que Elara confíe en ti una vez más. Luego, nos proporcionarás el acceso al Espejo. El resto lo dejaremos en nuestras manos.
Adrian asintió, sabiendo que estaba cruzando una línea peligrosa. Pero en ese momento, la promesa de venganza era lo único que importaba.
Mientras regresaba a la cabaña, su mente trabajaba en cómo ganar nuevamente la confianza de Elara sin levantar sospechas. Sabía que sería difícil, pero la rabia y el deseo de venganza lo impulsaban a seguir adelante.
Cuando llegó a la cabaña, se encontró con Elara y Caelum, quienes lo miraron con preocupación.
—Adrian —dijo Elara suavemente—, sé que estás herido, pero necesitamos estar juntos en esto.
Adrian respiró hondo, ocultando su verdadero plan detrás de una máscara de aparente calma.
—Tienes razón, Elara —dijo, forzando una sonrisa—. Lo siento por mi comportamiento. Estaba cegado por el dolor, pero ahora veo que debemos trabajar juntos.
Elara lo miró con alivio, creyendo que su amigo había encontrado la paz.
—Gracias, Adrian —dijo, acercándose a él—. Sabía que podíamos superarlo.
Caelum observó en silencio, aún desconfiando de la repentina calma de Adrian, pero decidió no decir nada por el bien del grupo.
Mientras tanto, en el fondo de su mente, Adrian se preparaba para llevar a cabo su venganza, cada paso lo acercaba más a la traición definitiva.