En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Difícil Decisión
Las semanas pasaron en un susurro, como hojas arrastradas por el viento. El pueblo, que una vez había estado en ebullición por el escándalo de la relación entre el príncipe Aric y Kael, comenzó a calmarse. Las habladurías, aunque persistentes, se habían transformado en murmullos distantes, y la vida continuaba con su rutina habitual. Sin embargo, en el palacio, el aire estaba cargado de tensión, y las decisiones que se avecinaban pesaban sobre los hombros de Aric como una pesada armadura.
Un día soleado, Aric se encontraba en su estudio, mirando por la ventana hacia los campos verdes que se extendían más allá de las murallas del palacio. A pesar de la belleza del paisaje, su mente estaba en otro lugar. Pensaba en Kael, en cómo había logrado abrir su corazón y desafiar las normas de un mundo que parecía estar en su contra. Pero también recordaba la traición de su primo Valen, quien había sido el primero en alzar la voz contra él, sembrando dudas sobre su capacidad para gobernar y su elección de amor.
—¿Cómo pudo hacerme esto?— pensó Aric, apretando los puños sobre la mesa. —¿Cómo pudo traicionar no solo mi confianza, sino también el amor que siento por Kael?—
La puerta se abrió de golpe y entró Elara, la hermana de Aric, con su característico aire decidido. Sus ojos brillaban con una mezcla de preocupación y determinación.
—Aric —dijo, cerrando la puerta detrás de ella—. Necesito hablar contigo.
Aric se giró para enfrentarla, sintiendo un alivio momentáneo al ver su rostro familiar. A pesar de las tensiones familiares que se habían ido acumulando, siempre había encontrado en Elara una aliada incondicional.
—¿Sobre qué? —preguntó Aric, tratando de ocultar su agitación.
—Sobre lo que está sucediendo en el reino. Sobre Valen —respondió Elara, cruzando los brazos—. He escuchado rumores sobre sus intentos de desacreditarte ante el rey y la reina.
Aric sintió cómo una oleada de frustración lo invadía. Sabía que Valen había estado moviendo hilos tras bambalinas, pero escuchar a su hermana confirmarlo le provocó una mezcla de rabia y tristeza.
—No puedo creer que haya llegado tan lejos —dijo Aric, su voz temblando con la emoción contenida—. ¿Qué pretende? ¿Destruirme?
Elara dio un paso hacia él, su mirada seria.
—No lo sé, pero lo que sí sé es que no puedes dejar que esto te afecte. Tienes que ser fuerte por ti mismo y por Kael. No puedes permitir que Valen interfiera con tu felicidad.
Aric sintió cómo el corazón le latía con fuerza al escuchar el nombre de Kael. Su amor por él era una llama ardiente que iluminaba incluso los rincones más oscuros de su mente. Pero también sabía que debía cumplir con sus deberes como príncipe y futuro rey.
—¿Y si eso significa renunciar a Kael? —preguntó Aric, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar—. ¿Y si debo elegir entre mi deber y mi corazón?
Elara frunció el ceño ante la pregunta.
—No deberías tener que elegir entre ambos —replicó con firmeza—. El amor no es un obstáculo para ser un buen rey; al contrario, puede ser tu mayor fortaleza. Si eliges el camino del deber sin considerar tus sentimientos, te perderás a ti mismo.
Aric se quedó en silencio, reflexionando sobre sus palabras. La lucha interna entre sus obligaciones reales y su amor por Kael lo atormentaba cada día más. Sabía que debía tomar una decisión pronto, pero no quería arriesgarse a perder a Kael por las intrigas palaciegas.
En ese momento, la puerta se abrió nuevamente y entraron el rey y la reina, sus rostros serios reflejando la gravedad de la situación actual.
—Hijo —comenzó el rey con voz autoritaria—. Necesitamos hablar contigo sobre Valen y la situación en el reino.
Aric sintió cómo su estómago se retorcía ante la inminente confrontación. Sabía que su padre tenía expectativas altas para él y que cualquier desliz podría ser considerado una traición a la corona.
—Claro —respondió Aric con tono neutro, intentando mantener la calma mientras Elara se colocaba a su lado, brindándole apoyo silencioso.
La reina se acercó a ellos, sus ojos llenos de preocupación.
—Los nobles están inquietos —dijo suavemente—. La lealtad hacia ti ha sido cuestionada debido a los rumores sobre tu relación con… Kael.
Aric sintió cómo la sangre se le subía a la cabeza al escuchar esas palabras. No podía creer que su amor estuviera siendo utilizado como un arma en su contra.
—No entiendo por qué mi relación con Kael debería afectar mi capacidad para gobernar —dijo Aric con firmeza—. Él es un hombre honorable y valiente.
El rey frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.
—No se trata solo de ti o de tus sentimientos personales —replicó con voz grave—. Se trata de la estabilidad del reino. Valen ha estado alimentando estas habladurías para socavar tu autoridad. Necesitamos actuar antes de que esto se salga de control.
Elara intervino rápidamente:
—Padre, no puedes permitir que Valen dicte tus decisiones. Aric tiene derecho a amar a quien desee. La felicidad personal no debería ser un sacrificio por el deber real.
La tensión en la habitación aumentó a medida que el rey miraba a su hija con desdén.
—Elara, no entiendes lo que está en juego aquí —dijo el rey con voz dura—. La tradición y el linaje son lo más importante. No podemos permitir que un plebeyo arruine nuestro legado.
Aric sintió cómo una ola de indignación lo invadía al escuchar esas palabras despectivas sobre Kael.
—¡Kael no es un plebeyo! —gritó Aric, dejando escapar toda la frustración acumulada. La reina miró a su hijo con tristeza mientras Elara apoyaba una mano en su brazo, tratando de calmarlo.
—Hijo —dijo la reina suavemente—. Sabemos que tienes sentimientos profundos por Kael, pero debes considerar las implicaciones de tu elección. Los nobles no aceptarán fácilmente esta relación; pueden ver a Kael como una amenaza para la estabilidad del reino.
Aric sintió cómo su corazón se hundía ante las palabras de su madre. ¿Acaso todo lo que había construido junto a Kael estaba destinado a desmoronarse? Era una lucha constante entre sus deseos personales y las expectativas familiares.
—No puedo renunciar a él —dijo finalmente Aric, su voz firme pero cargada de emoción—. No puedo renunciar a lo que siento solo porque algunos nobles decidan juzgarme.
El rey se acercó un paso más, su mirada intensa y desafiante.
—Entonces debes estar preparado para enfrentar las consecuencias —declaró el rey con voz grave—. Si decides seguir adelante con esta relación, tendrás que lidiar con la oposición no solo de Valen sino de muchos otros nobles que cuestionarán tu capacidad para gobernar.
Elara dio un paso adelante, decidida a defender a su hermano:
—No podemos permitir que el miedo dicte nuestras decisiones —dijo con fervor—. El amor debe ser valorado por encima de todo. Si Aric es feliz con Kael, eso debería ser suficiente para todos nosotros.
Finalmente, el rey suspiró profundamente, como si estuviera considerando sus opciones cuidadosamente.
—Este reino necesita estabilidad —dijo finalmente—. Pero también necesitamos un heredero fuerte y decidido. Si eliges este camino, tendrás que demostrar tu valía ante aquellos que duden de ti.
Aric asintió lentamente, sintiendo cómo el peso de las palabras del rey caía sobre él como una sombra ominosa. Sabía que debía tomar una decisión pronto; cada día contaba y cada momento era crucial para determinar el rumbo de su vida y su amor por Kael.
A medida que la conversación continuaba girando en torno a las expectativas del reino y las responsabilidades reales, Aric sintió cómo sus pensamientos se desbordaban en un mar de confusión e incertidumbre. Sabía que debía actuar rápidamente si quería proteger lo que había construido junto a Kael antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos y decisiones futuras. Todos se quedaron en silencio al escuchar el eco del grito; un grito lleno de terror y desesperación que parecía provenir del pueblo mismo.
Aric sintió cómo su corazón se aceleraba mientras miraba a Elara y luego a sus padres; sabía que debían averiguar qué estaba sucediendo afuera antes de que cualquier cosa más pudiera interponerse entre él y Kael.
Sin pensarlo dos veces, Aric se dirigió hacia la puerta con determinación mientras su mente corría descontrolada: —¿Qué podría haber sucedido? ¿Se tratará de Valen o algo peor?—.
La incertidumbre llenaba el aire mientras todos los miembros de la familia seguían a Aric hacia la salida del palacio; sabían que cualquier cosa podía haber ocurrido y estaban listos para enfrentar lo desconocido juntos… o al menos eso esperaban.
Pero en lo profundo del corazón de Aric había una creciente sensación de inquietud; algo le decía que lo peor aún estaba por venir…