*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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7.
MONTSERRAT DÍAZ
Aarón se fue de mi departamento. Me quedé en la cama pensando en miles de tonterías. Enrique volvió y volvió divorciado. ¿Qué habrá pasado entre Victoria y él?
Andrea me llamó.
— Necesito que nos veamos ahora mismo.
— Ven a mi casa. No estoy de humor para salir.
— Voy de inmediato.
Es posible que ella ya sepa que Enrique está en la ciudad y es muy posible que ya sabe lo que ocurrió en la empresa.
Entré en redes sociales para desbloquear a Victoria, pero su perfil estaba restringido, así que, no conseguí nada de información. Igual estaba el perfil de Enrique.
Entró un mensaje de Ivet.
— Revisa los tabloides. Creo que tenemos un espía en la empresa. Ya los medios de comunicación saben que Enrique estuvo aquí y que Aarón es tu pareja.
Leí el mensaje, puse el celular a un lado y mi mente empezó a crear un desastre.
Me levanté de la cama y busqué mi computadora. Me puse a redactar el famoso contrato, con algunas cláusulas.
Andrea llegó al departamento. Guardé mi computadora.
— Enrique está en la ciudad. Me llamó pidiéndome ayuda, quiere regresar contigo.
— Y tú que le dijiste.
— Qué no lo iba a ayudar. Que ya perdió su oportunidad y que tú sales con alguien. Aunque dije una mentira, tenemos que buscar al hombre más bello de la ciudad y hacerlo que salga contigo, para que le des en la boca a Enrique. Que vea que no sufres para nada por el.
— Él fue a la empresa e hizo un show. Y ya tengo al hombre más bello para que me ayude— le sonreí a Andrea.
— ¿Quién de todos los chicos que te he presentado será el indicado? Lester, José, Dayton. ¿Quién?
— Mi mesero, Aarón Palacios.
— No creo que él sea una buena opción. No niego que es muy guapo, pero no es nadie socialmente hablando.
— ¿Y según tú quién es el indicado?
— Él hijo del ministro, Edgar.
— Es un buen elemento— le dije.
— Voy a llamarlo para que tengas una cita con él.
— Solo por esta vez. La verdad ya estoy cansada de las citas.
Andrea se puso en el celular. Increíblemente, ella era como una casamentera. Conocía a todo mundo y emparejaba a sus amistades, aunque muchas veces no resultaba.
— Listo, mañana a las 7, él pasa por ti. Y prepárate que esta vez, yo misma pagaré un paparazzi para que te hagan buenas tomas.
— Gracias Andrea— le di un abrazo.
— Ya ideado nuestro plan, me retiro. Y por nada del mundo regreses con ese idiota.
— Está bien— Andrea se retiró.
Por la tarde terminé el contrato de Aarón. Me tomé una pastilla para dormir, porque sentía que mi cerebro iba a explotar.
A la mañana siguiente, me puse mi mejor traje y mis tacones que jamás me abandonaban. Llegué a la empresa.
— Buenos días, Ivet, puedes llamar a Aarón, necesito que firme unos papeles.
— Buenos días, Montse, ya lo llamo. ¿Estás bien?
— Mejor que nunca.
A los pocos minutos llegó Aarón.
— Buenos días, Aarón. Quiero que leas el contrato y si falta agregar algo, me dices para añadirlo.
Aarón leyó las primeras líneas y me miró. Continuo leyendo.
— Creo que las cláusulas están bien, a excepción de ésta, 3 veces a la semana quieres sexo, no crees que es demasiado. Además, deberías agregar que no hay besos.
— Okey. Cero besos, pero las 3 veces a la semana para mi es suficiente. Te pagaré de inmediato por el servicio recibido.
— Perfecto. Acabamos cuando una de las dos partes desee poner fin.
Aarón firmó el acuerdo.
Lo miré coquetamente y le sonreí.
— Ahora eres mi juguete. Llega al departamento hoy a las 10 de la noche.
—¿No es muy tarde?
— Tú no te quejas, solo obedece.
— Está bien. Dicho todo esto, me retiro a trabajar.
Todo el día la pasé tranquila sin noticia de Enrique. Llegó la hora de salida.
Aarón fue demasiado puntual con la salida.
Llegué a mi departamento y me di un baño con agua de rosas. A las 7 ya estaba lista para salir con Edgar, el hijo del ministro.
Tocaron el timbre. Abrí la puerta.
— Buenas noches, Montserrat.
— Buenas noches, listos para irnos.
Subí Al auto de Edgar.
— Hice una reservación en un restaurante que esta muy de moda.
— Ah, está bien — Edgar era alto y de tez morena clara, tenía unos ojos de color verde musgo. Físicamente era guapo.
Llegamos al restaurante. Cenamos y charlamos.
Sabía que Andrea había pagado un paparazzi, así que tenía que poner mi mejor cara. Aunque, Edgar no era desagradable.
Después de cenar, me llevó a las afuera de la ciudad, donde se podía apreciar la ciudad de noche, todas sus luces le daban un toque mágico a la cita.
Me llevó de regreso al departamento a eso de las 11 de la noche. Se me había olvidado que le había dicho a Aarón que llegara a las 10. Suponía que a esa hora ya estaría en casa.
Al llegar no dejé que Edgar se bajará del auto.
— Buenas noches, Edgar. Aquí termina nuestra cita. Gracias por ser muy caballeroso.
— Te acompaño a la puerta.
— No. Hasta aquí. Buenas noches— Bajé del auto y empecé a caminar. Edgar se retiró.
Aarón estaba afuera del edificio. Observó toda la escena.