Renasci

Kaiden

Cuando la vi parada al pie de la escalera, sentí que me quedé sin aliento. Su ropa era algo que nunca había visto antes, pero se veía realmente hermosa. Ese listón que ataba su cabello le quedaba perfecto, y aunque no llevaba joyería, se veía sencilla y delicada. Sentí que el calor subió a mis mejillas y me sentí tan avergonzado que no supe qué hacer cuando oí su voz.

Ella me saludó primero, su voz me puso nervioso, ni siquiera podía mirarla. Cuando le dije que venía a verla, ella simplemente me rechazó. Una punzada me hizo reaccionar de inmediato y la tomé del brazo. Ella me miró con desagrado y eso me lastimó profundamente. Solo quería disculparme. Al final, aceptó darme un poco de su tiempo.

Caminamos por el jardín. Los empleados no le quitaban la mirada de encima, y podía oír los comentarios, pequeños cuchicheos. "Mira, la señorita es realmente hermosa", "parece un ángel", "trae esa ropa tan extraña, pero solo ella puede verse tan bella". Ella no se daba cuenta. De repente, pensé: ¿y si ella rompe el compromiso? ¿Y si decide casarse con otro? Apreté mis puños. Ese pensamiento me molestó. No podía permitir que se casara con alguien más.

Nos paramos bajo un árbol. Me sentí como un tonto. Le pregunté por su ropa, en lugar de disculparme de inmediato. ¿Qué me pasaba? Yo nunca actuaba así. "Maldita sea", pensé, "creo que estoy celoso". Reí para mis adentros. No quería que nadie la viera. Qué ironía: la mujer que pensé era un ser humano horrible me hacía sentir así.

Me disculpé, sentí que enloquecería si ella me rechazaba, pero no fue así, ella simplemente me aceptó. Me sentí aliviado.

El viento sopló con fuerza, y sin pensarlo cubrí a Andaira con mi cuerpo. Su cuerpo delgado entre mis brazos se sentía delicado, el aroma dulce de su perfume me embriagó por un momento. Cuando nuestros ojos se encontraron, no pude evitar ver lo hermosa que es su mirada y, por un segundo, miré sus hermosos y perfectos labios. Sentí la necesidad de besarla, pero antes de acercarme, ella ya se había separado. Su rostro se había sonrojado, se veía tan linda. Ella continuó su camino y yo me quedé ahí sin moverme, pensando en ella. Una sonrisa tonta se formó en mis labios.

Pero el clima se tornó oscuro de repente. El clima tan agradable había desaparecido por completo. Un sentimiento de angustia me oprimió el pecho. Miré el lugar por donde Andaira había desaparecido. Algo me decía que debía entrar al bosque y buscarla. Así que, sin dudar, corrí adentrándome en el bosque.

Podía sentir el poder demoníaco por todo el bosque. Los árboles y flores comenzaban a secarse. Esto solo significaba que había un demonio tomando toda la vitalidad de la tierra, y por cómo se veía, era muy peligroso.

**Andaira**

Con todas mis fuerzas, intenté liberarme de su agarre, pateando y golpeando, pero él era demasiado fuerte. La desesperación comenzaba a apoderarse de mí.

—¿Realmente piensas que puedes escapar de mí? —dijo el demonio, su voz era una mezcla de burla y amenaza.

Justo cuando sentí que mis fuerzas me abandonaban, escuché un ruido entre los árboles. Miré en esa dirección y vi a Kaiden aparecer, su expresión era de pura determinación y furia.

—¡Aléjate de ella! —gritó Kaiden mientras corría hacia nosotros. En sus manos brillaba una espada cubierta con runas mágicas.

El demonio soltó una carcajada.

—Oh, el príncipe ha venido al rescate. Qué conmovedor —dijo, pero no soltó su agarre sobre mí.

Kaiden no se detuvo. Con un movimiento rápido, atacó al demonio con su espada. El demonio soltó un gruñido de dolor y finalmente me soltó. Caí al suelo, jadeando por el dolor y el esfuerzo.

—¡Andaira, atrás! —gritó Kaiden, poniéndose entre el demonio y yo.

El demonio se recuperó rápidamente y lanzó un ataque hacia Kaiden.

—¡Andaira es mía! —gritó el demonio con una voz llena de rabia y determinación—. Está destinada a estar conmigo. Ningún príncipe arrogante podrá cambiar eso.

Miré a Kaiden y vi cómo su rostro se endurecía con furia. Sus ojos, normalmente llenos de serenidad, ahora ardían con una ira intensa.

—¡Nunca! —gritó Kaiden con una voz firme y poderosa—. No dejaré que te la lleves.

La pelea fue intensa, ambos se movían con una velocidad y agilidad impresionantes. Kaiden mostraba una destreza en combate que nunca había visto antes.

Me levanté con dificultad, mi cuerpo dolía y mis heridas ardían, pero no podía quedarme ahí sin hacer nada. Observé la pelea, buscando una oportunidad para ayudar.

Kaiden logró asestar un golpe en el brazo del demonio, quien soltó un alarido de dolor y retrocedió unos pasos.

Pero el demonio no estaba dispuesto a rendirse. Utilizando su poder demoníaco, lanzó un ataque feroz que logró lastimar a Kaiden. No era cualquier demonio; era uno muy poderoso. La herida en el costado de Kaiden comenzó a sangrar, pero él se mantuvo firme, sosteniendo su espada con determinación.

El demonio volvió a acercarse a mí; yo era totalmente inútil, no tenía cómo luchar contra él.

—¿Quieres verlo morir? —dijo señalándolo, mientras sostenía mi rostro con fuerza—. Tal vez así vuelvas a ser obediente.

Solo podía ver a Kaiden herido, su costado derecho sangraba, pero aun así se mantenía de pie. No quería que resultara herido.

—Primero vamos a divertirnos, quiero jugar un poco con él —dijo mientras se reía. Algo extraño sentí en mi interior, y el grito del demonio me sorprendió. La mano con la que antes me sostenía se quemó. Me arrojó con fuerza y me estrellé contra un gran árbol; el dolor recorrió todo mi cuerpo.

—Por fin, mi preciosa Andaira, estás lista. Tu poder sagrado ha despertado. Todos estos años esperando y ¿lograste despertarlo para protegerlo? —dijo mientras lo señalaba. Mientras el brazo que se había quemado se recuperaba poco a poco—. Terminemos con esto —se acercó a Kaiden dispuesto a terminar con él.

Kaiden apretó los dientes, apenas logrando mantenerse en pie. Su mirada reflejaba una mezcla de dolor y determinación, mientras el demonio se acercaba a él con una sonrisa siniestra.

—¿Estás listo para morir, príncipe? —dijo el demonio con burla en su voz.

Kaiden levantó su espada, su mano temblando ligeramente por la herida en su costado. A pesar de su condición, su mirada era feroz, llena de una resolución inquebrantable.

—No permitiré que te lleves a Andaira —respondió Kaiden con voz firme.

Yo observaba la escena, desesperada por hacer algo para ayudar. Sentí una energía poderosa fluir dentro de mí, una fuerza que nunca antes había experimentado. Recordé las palabras del demonio sobre mi poder sagrado y supe que debía utilizarlo.

Extendí mis manos hacia el demonio, concentrando toda la energía que podía reunir. Un rayo de luz brillante salió de mis manos, impactando al demonio y haciéndolo retroceder.

El demonio gritó de dolor, su cuerpo convulsionando por el impacto de la luz. Kaiden aprovechó la oportunidad y reunió todas sus fuerzas para lanzar un ataque decisivo. Con un grito de pura determinación, atravesó al demonio con su espada, enviando una onda de energía mágica a través de él.

El demonio soltó un grito desgarrador, su cuerpo empezó a desvanecerse en una nube de humo negro. El bosque quedó en silencio, la oscuridad que lo había envuelto comenzó a disiparse lentamente.

Kaiden se desplomó de rodillas, respirando con dificultad. Me acerqué a él, ignorando el dolor en mi cuerpo.

—Kaiden, ¿estás bien? —pregunté, la voz temblorosa por la preocupación.

—He tenido mejores días, pero estaré bien —respondió, forzando una sonrisa—. ¿Y tú?

Asentí con la cabeza, aunque el dolor aún latía en cada rincón de mi cuerpo.

—Gracias a ti, estoy bien —dije, dejando que mi gratitud se reflejara en mis ojos.

Nos quedamos ahí, en el suelo del bosque, rodeados de la paz que volvía lentamente. Sabía que este no sería el último desafío que enfrentaríamos, pero juntos, seríamos más fuertes.

Kaiden me miró con ternura y acarició suavemente mi mejilla.

—Prometo que no dejaré que nada te haga daño, Andaira —dijo con voz llena de determinación.

Sentí una mezcla de alivio y esperanza. No sabía qué depararía el futuro, pero sabía que con Kaiden a mi lado, podríamos enfrentarlo todo.

Caminamos juntos de regreso a la mansión, cada paso reforzando nuestra determinación de enfrentarnos a cualquier peligro que pudiera surgir. Sabíamos que el camino no sería fácil, pero juntos, seríamos más fuertes.