La historia sigue a un militar sin nombre, en medio de una guerra, al que todos se refieren como Ergo.
El mundo del futuro está en crisis debido a una guerra que ha asolado cada región desde hace años y de la cual parece ser que ningún compañero o militar cercano a Ergo sabe algo.
Un día cualquiera, durante una batalla campal, Ergo es herido y se ve orillado a reparar su extremidad tras acabar la batalla. Luego de su reparación, Ergo descubre a sus altos mandos hablando acerca de él, de su ineficiencia y de como lo eliminarán para traer a otro soldado en su lugar. No obstante y sin poder negarse, es enviado de nuevo en una última misión en los límites del mapa sabiendo que las batallas libradas allí son sinónimo de muerte.
Poco a poco, Ergo irá descubriendo la clase de mundo en el que habita y los secretos que se han ocultado ante el y cualquiera de sus compañeros.
En esta historia el lector se sumerge en un delirio y cuestionamiento filosófico y político acerca de la moralidad.
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XIX
Alfred recibió totalmente ansioso y con el rostro enfadado a Ludwig. Le hizo pasar a su hogar abruptamente y echó ojo a la calle antes de entrar a su hogar. Cerró la puerta con fuerza y le ordenó a Ludwig que tomara asiento en uno de los únicos dos pequeños sofás en su sala. Encendió su enorme pantalla y una ráfaga de colores y sonidos invadió el lugar.
—¿Por qué no respondiste los mensajes?—preguntó Alfred estando de pie al costado de la enorme pantalla.
—Estaba ocupado...
Alfred miro duramente a Ludwig.
—¿Sabes lo que ha pasado en el distrito 7? Ahí vives con ese no-humano.
—El chico no es un no-humano—respondió sin ocultar su ligero sentimiento de ofensa—. Y no, no ha ocurrido nada que yo sepa.
—Y justamente por eso es que quería contactar contigo, idiota. No te has enterado de nada...—Llevó su mano al rostro y presionó la raíz de su nariz claramente estresado.
—¿Qué sucedió? ¿Qué es más importante que el componente ahora?
—Han asesinado a Javier.
Ludwig trago saliva y la noticia le hizo acomodarse con incomodidad en su asiento. Se inclino hasta quedar jorobado y miro a Alfred con su boca ligeramente abierta de la impresión.
—Pero, ¿que ocurrió?—preguntó Ludwig cruzando sus manos—. ¿Quién ha sido?
—Ese tipo del bar y sus hombres. El que tú y ese chico vieron... Javier no estaba pendiente... nadie—Alfred retiro su mano del rostro y la metió en uno de sus bolsillos—. Hallaron armas y más cosas y no pudo siquiera pensar en algo. Recibí la noticia por parte de uno de los vigilantes; afortunadamente la mayoría de nuestros compañeros han empacado y ahora ya deben de estar en el subterráneo. Tu deberías hacer lo mismo, es cuestión de días para que ellos te encuentren y no podrás ocultar todo en tan poco tiempo; ni el inhibidor, ni la presencia del chico, nada.
Ludwig se quedó en silencio mirando sus zapatos lustrosos, en la pantalla, un hombre trajeado hablaba:
"El inminente caos y la desolación de la guerra es inevitable, pero eso no es inconveniente si confíamos en que JRB hará un trabajo excepcional para aminorar el caos como lo ha hecho desde siempre. Ya no es momento de desconfiar".
Ludwig levantó la vista hacia la pantalla y, al finalizar los titulares que vendrían posteriormente, la misma maldita frase de siempre apareció: "Da parte de ti a la máquina. Estaremos agradecidos".
—La gente parece no cambiar—comenzó a hablar de nuevo Alfred ante el silencio de Ludwig—, solo escucha sus noticias. Siempre han dicho lo mismo de la guerra; incluso he olvidado exactamente cuántos años lleva desde que comenzó. Se aprovechan del egoísmo de los demás y simplemente... obedecen a esa máquina—terminó su discurso con un tono de odio en el último par de palabras.
Ludwig le dirigió la mirada con indiferencia.
—Lo sé Alfred, lo sé... ¿Tienes el componente?—preguntó cambiando el tema de la conversación—. Lo necesito con urgencia.
—¿Estás consciente de lo que digo siquiera?—atacó Alfred ante la indiferencia de Ludwig.
—Si, lo estoy, pero prefiero arreglar eso por mi cuenta... y tampoco quiero involucrar al muchacho con nosotros—se despegó del sofá—. ¿Tienes el componente o no?—preguntó con determinación y miro la hora en la pantalla.
La tensión en el ambiente y la posición determinada de Ludwig le hizo ceder a los pocos segundos a regañadientes.
—Si, iré por el, cálmate y siéntate.
Alfred salió por el arco que separaba su sala del pasillo principal del primer piso, bajo al sótano por las escaleras y la luz blanca iluminó el lugar automáticamente al dar el primer paso en cuanto se terminaron las escaleras. Se acercó a una enorme caja de color verde oscuro en la esquina del blanco lugar, la abrió usando las huellas digitales de sus pulgares y busco una pequeña caja de tela de un color negro. La aparto poniéndola en el suelo. Ya tenía listo el componente, pero su ansiedad generada por la noticia de la muerte de Javier le había afectado tanto que considero más que importante revelarle ello a Ludwig. Se preocupaba por sus compañeros aunque gran parte del tiempo parecía lo contrario, pero con Ludwig siempre era otro caso. Desde que entro a la célula siempre pareció odiar las acciones y movimientos de la misma.
Regreso a la sala, pero Ludwig ya no estaba allí, sino recargado en la pared al costado de la puerta del hogar.
—¿Ya está?
—¿Estás seguro de que no quieres ayuda para irte rápido de allí?—preguntó Alfred intentando ocultar su frustración. Se acercó mientras la caja de tela se iba meneando en su brazo.
—Estoy seguro. Yo te mantendré al tanto, solo dame el inhibidor.
Alfred torció la boca y estiró la caja de tela. Ludwig la inspeccionó y finalmente la abrió jalando el cierre alrededor de la misma. Se abrió y dentro noto el forro duro y fortalecido para proteger la pieza. Era un componente minúsculo, igual de pequeño que una canica, pero demasiado necesario. Ludwig lo saco del molde donde estaba y lo inspeccionó hasta confiar en que estaba todo correcto.
—Gracias Alfred. No te preocupes por mí, me aseguraré de que yo y el chico estemos bien. Adiós.
Ludwig abrió la puerta lentamente.
—Recuerda que siempre puedes contar con nosotros, Ludwig. La célula fallo hace diez años, pero ahora que hemos robado planos del edificio principal y sobre el gran inicial podemos detener a la máquina.
Ludwig no dijo nada, pero espero en silencio.
—Reconsideralo, sabes dónde encontrarnos—puso fin a la conversación y Ludwig se marcho sin mirar atrás.
