Después de la muerte de su padre, Naomi es llevada por su padrino a la Villa Lupinville, un misterioso lugar habitado por hombres lobos, que, hasta ahora, ella creía que solo existían en los cuentos. Pero pronto, Naomi descubrirá que su conexión con este lugar siempre estuvo ligado con ella, atrapándola en una antigua profecía, que parece señalarla como la clave de una batalla y la disputa de dos lobos por ganarse su corazón.
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CAPÍTULO NUEVE: QMARI
≈NAOMI≈
El jardín quedó en completo silencio.
Y no fue extraño que con la celebración arruinada la gente comenzara a dispersarse para irse.
Por un instante, sentí pena por Úrsula. Ni yo misma podía creer que me sintiera así por ella. Verla llorar desconsoladamente en los brazos de quien supuse que podria llegar a ser su madre me desestabilizó un poco. Lesly estaba con ella, lo cual me hizo pensar que probablemente estuviera disculpándose en nombre de su hijo…
—¿Estás bien? —me preguntó Geral, sacándome de mis pensamientos.
Lo miré de reojo y asentí. —Sí, estoy bien —respondí a la misma vez que divisé que alguien venia corriendo de cerca. Era Mariel.
—Por lo que veo, no hace falta preguntarles como están.—comentó sonriéndose. Geral le devolvió la sonrisa y me soltó.
—Ciertamente no has cambiado en nada. Siempre llegas en el momento menos oportuno. —Mariel levantó una ceja y rio.
—No puedo permitirme perder el toque, ya sabes, tú nunca no pierdes el tiempo, ¿eh? —respondió. Geral se encogió de hombros, todavía riendo. —Bueno, no todos los días me cruzo con una bella humana. —alegó regalándome una perfecta sonrisa.
—Claro, por supuesto que no, te entiendo. —se burló gesticulando con la cara—Ya, hablando en serio, —dijo con un tono más serio. —Lamento arruinarte la conquista, pero Papá quiere hablar contigo. —Geral asintió. —Bueno, parece que es hora de irme. —Tomó mi mano y besó mis nudillos suavemente. —No olvides lo que te he dicho. Nos vemos luego. —me susurro al oído antes de darme la espalda y encaminarse hacia el jardín.
Lo observé alejarse, como toda una babosa y Mariel ni lerda ni perezosa no tardo en abrir la boca.
—Parece que Caperucita se enamoró del lobo —me codeó con una sonrisa maliciosa.
Negué con la cabeza sonriéndome, pero no pude diferir con ella. Había algo en él que me atraía y no tenía manera de explicarlo.
—¿Sabes? Esto no es lo que tenía en mente cuando me imagine una noche memorable —dijo, levantando del suelo una bandeja rota.
—Sí, —concorde mirando a mi alrededor —definitivamente no es lo que esperaba tampoco.
—¡Hey, Mariel! —dijo un muchacho aproximándose con una chica mas o menos de su edad. Mariel se dio la vuelta y les sonrió.
—.Antes que todo, déjame decirte que esta vez, tu hermano se lució. —dijo con gesto, haciendo referencia a las mesas volcadas, las sillas rotas, la comida esparcida y los fragmentos de vidrios dispersos por todo el patio.
—¿Esperabas menos de Demian? Sabes que, si hace algo, lo hace a lo grande.
La chica junto a él río y asintió. —Definitivamente lo logró.
Mariel se volvió hacia mí y me los presentó. —Naomi, ellos son Alexis y Zoé, mis amigos de toda la vida. Alexis, Zoé, ella es Naomi.
—¡Hola! —dijo, ella amigablemente —. No tuvimos oportunidad de presentarnos antes. Encantada de conocerte. —Dijo tendiéndome la mano. —Igualmente.—respondí, devolviéndole el gesto.
—Mucho gusto, humana —continuo Alexis con una leve inclinación y una sonrisa juguetona.
—Igualmente. Pero…llámame solo, Naomi, por favor.
—¿En serio, Alexis? ¿Humana? —dijo Zoé con el ceño fruncido.
Alexis levantó las manos como si intentara defenderse.
—¿Qué? Es la verdad, es humana, ¿o no?
Zoé rodó los ojos y se volvió hacia mí.
—Disculpa el poco tacto de mi hermano, Naomi. Generalmente no piensa antes de hablar. Está un poco mal de la cabeza.
—¡Oye! —protestó Alexis.
—¡Oh, vamos! Sabes que es verdad —replicó Zoé,—. Te caíste de la cuna cuando apenas eras un bebé.
—Eso explica muchas cosas —comenté, riendo junto con Mariel.
—Muy graciosa, Zoé. Muy graciosa. — ella se rio y le dio una palmadita en el hombro. —Vamos, hermanito, solo bromeo. Alguien tiene que ponerle un poco de humor a todo esto.
—Concuerdo. Esto es un desastre. —dijo Mariel mirando a las criadas limpiar.
—¡Wow! quien lo diría... —soltó Alexis con la expresión sorprendida de repente —Parece que tienes un admirador, Humana.
—¿Cómo dices? —pregunte. Alexis hizo un gesto con la cabeza en dirección a Geral. Él estaba hablando con mi padrino y mirándome al mismo tiempo. Otra vez esa sensación de revoloteo invadió mi estómago, él no tardo en guiñarme un ojo cuando nuestras miradas se cruzaron. —No me extrañaría que esté pensando en regalarte algo más que un guiño.
—De acuerdo muchacho, realmente te golpeaste fuerte la cabeza de pequeño —dije apartando la mirada.
—Es verdad —dijo Zoé —. No es por defenderlo, pero no recuerdo la última vez que Geral mostró interés por alguien.
—¿Enserio estamos hablando de esto? —Dije abochornada.
—Oh cariño, no tienes nada de qué avergonzarte —dijo Mariel uniéndose a la conversación —Definitivamente es un buen partido. Todas las chicas mueren por tener una relación con él, y si me lo dejas pensar un poco más, los hombres también ¡ja!
—Es cierto, —concertó Zoé —escuché a más de uno morirse de envidia cuando los vieron juntos. Decían cosas como: ¿Qué le vio a la humana? ¿Acaso tendrá alguna clase de fetiche con ella?
—Genial, sigo sumando gente a mi lista de personas que quieren lincharme —dije con sarcasmo.
Todos rieron.
—Bueno, no sería la primera vez, ¿sabes? —menciono Alexis —En el pasado, hubo una historia... ¿cómo se llamaba? Bueno, no importa, la cuestión era sobre una humana que muchas lobas intentaron matar porque estaba emparejada con...
Zoé le dio un golpe con la mano abierta por la cabeza.
—¡Auch! —Se quejo sobándosela con la mano —¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estas loca?!
—¡Idiota!, ¡¿pretendes asustarla?! —dijo, claramente molesta.
Me reí, no pude evitarlo, para ser adultos parecían dos pequeños niños peleando.
—Por cierto, Mariel, —expreso Zoé con la mirada inquisitiva, dándose la vuelta —¿Quieres explicarme que hacías bailando con el profesor?
Mariel se rio, levantando una mano con un gesto indiferente. —Oh, ya me conoces, solo intentaba ocultar mi innegable desesperación porque mi maldito compañero no apareció. Otra vez. —Se burló de sí misma, sacudiendo la cabeza. —¿Quede muy obvia?
—Para ser honesta —continuó Zoé—, por un momento llegué a pensar que te sentías atraída por Roberto. —Mariel soltó una carcajada. —Te hablo en serio, te veías tan feliz que casi parecía que estabas bailando en un maldito musical de Disney.
Escucharlo fue demasiado. Me ahogué con mi propia saliva y comencé a toser sin parar. Resulta que no solo era una impresión mía, Zoé pensó lo mismo que yo. Mariel se acercó y me dio unas pequeñas palmaditas en la espalda, ayudándome a recuperar el aliento.
—¿Estás bien? —me pregunto, todavía riendo. Afirme lentamente con la cabeza—. Bueno, basta de pavadas por hoy, van a matarla. Síganme, tenemos cosas importantes por hacer.
—¿Cómo qué? —Inquirió Alexis.
—Como limpiar ¿qué más?
—Están las criadas para eso Mariel. —se quejó.
—Oh el zar de la pereza ha hablado —respondió con sarcasmo —Escucha principito, sé que para ti agarrar una escoba puede parecerte un deporte extremo, pero si no lo haces puedes dar por hecho que; Uno, voy a matarte. Dos: voy a escupir y bailar sobre tu tumba y Tres: voy a escupir, bailar y mortificarte aun muerto sobre tu lecho, que montaré un maldito picnic para disfrutar la vista.
—¡Vale, vale! Ya entendí No hace falta que te pongas así —dijo levantando las manos en señal de sumisión.
—Andando, principito. Déjame verte como te ensucias las manos.
[…]
Cerca de una hora después, tras haber limpiado y ordenado el jardín, los hermanos se despidieron. Mariel y yo estábamos de camino a nuestros dormitorios cuando me anime a preguntarle si tenía idea de que había pasado con su hermano. Ella negó. Reconoció que sospechaba que él estaba bajo mucha presión, cuestiones de la manadas y asuntos ligados a su coronación, me explico. Sin embargo, jamás imagino que no formalizara su unión con Úrsula.
—Lo que hizo Demian es grave, hay grandes expectativas puestas de él. Pero ¿sabes?, me alegra que lo haya hecho. No quiero verlo condenado al lado de esa perra. Ella no es buena para él. —Mariel hizo una pausa y luego, con una sonrisa traviesa, añadió—: En cambio, tú serías perfecta para él.
—¡No hables pavadas!
—¿Por qué no? Serias perfecta como mi cuñada.
—No sueñes. Jamás sucederá. No es mi tipo.
—Ya me di cuenta —dijo codeándome de lado —Bueno al menos Demian hizo la noche interesante —comentó como si se conformará con una sonrisa torcida.
—¿Interesante? —repetí, levantando una ceja.
—Claro —sonrió plenamente dando pequeños saltitos —. ¡Que emoción!, no puedo esperar hasta mañana ¿te imaginas la cara de Úrsula frente a todo el instituto? Será glorioso.
—Eres mala, Mariel. Muy mala…—la acuse riéndome.
—Lo sé —dijo sin una pizca de arrepentimiento deteniéndose en su puerta—. ¿Sabes?, me alegra tenerte aquí. Es bueno tener a alguien con quien hablar…
—A mí también me da gusto tenerte. —Admití con una sonrisa.
—Descansa, ¡mañana será un gran día! —dijo con un tono entusiasta ingresando a su cuarto. —Y, por cierto, no te preocupes por Demian, no es la primera vez que hace un berrinche como este. Él regresara, siempre lo hace. —asentí con la cabeza.
—Buenas noches —me despedí entrando a mi dormitorio y cerrando la puerta.
Una vez dentro, me quité el vestido y lo colgué en el perchero cambiándome por una remera y un pantalón suelto con la intención de irme directamente a la cama, pero en su lugar me acerqué a la ventana y miré hacia afuera. El desastre parecía mayor desde arriba, a pesar de que se había limpiado aún quedaban vidrios esparcidos, luces de la decoración por descolgar y deshacerse de las mesas, algunas sillas y los utensilios rotos de lo que fue un gran banquete.
De la nada, vi a más de cinco lobos marchar uno al lado del otro. Dos de ellos sobresalían del resto, eran majestuosos, uno tenía el pelaje claro y el otro oscuro como la noche, ambos encaminándose en dirección al bosque. No muy lejos, estaba Lesly que los observaba marcharse. En un primer momento supuse que eran los guardias de mi padrino, a los que les habría encomendado buscar a Demian, pero luego, reconoci que él mismo se había unido a la búsqueda. Dejé escapar un suspiro cuando lo perdí de vista y cerré las cortinas para irme a la cama.
Al acercarme, algo llamó mi atención. Las sábanas estaban destendidas y una delgada cadena sobresalía debajo de la almohada. Curiosa, tiré de ella y abrí los ojos sorprendida. Era una piedra Qamari.
—¿Qué demonios?... —Solté tomándola insegura en mis manos. La piedra era tal cual como me la había descripto Roberto, hermosa y con un brillo diferente a cualquier otra que haya visto o conocido. Me quedé mirándola incrédula, ¿Por qué alguien la dejaría en mi cama? ¿podría ser una broma? No, eso no tenía ningún sentido. Lo único que me quedo por pensar fue ¿qué tal si el compañero de Mariel si estuvo presente en la ceremonia y, porque no? la había dejado pensando que era su dormitorio? Si, definitivamente esa era una posibilidad razonable. Después de todo, Mariel esperaba que él apareciera esta noche.
Miré la hora en mi reloj y ya era tarde, así que decidí dársela a Mariel por la mañana. Abrí el cajón de la mesita de noche y la guardé mientras me acomodé en la cama.
Envolviéndome con las sábanas, intenté ignorar las voces de las criadas que se oían por el pasillo. Parecía que todavía estaban hablando y murmurando sobre lo sucedido.
Cerré los ojos y dejé que mis pensamientos vagaran…supe que el cansancio me venció cuando una voz clara como el agua sonó en mi mente:
“¡¡¡Maldita zorra!!! ¡Ven aquí!”
[…]