Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de
NovelToon tiene autorización de NELSI BLANCO para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 6.
La mujer se encogió de hombros mientras una sonrisa condescendiente se dibujaba en su rostro. Soy Clara Soto, la Jefa de Proyectos de este edificio. Y, por supuesto, no tengo ninguna obligación de darte explicaciones, dijo con un tono que reflejaba su superioridad. Sin embargo, ya que estás aquí, permíteme que me presente adecuadamente: yo soy el tipo de mujer que Fernando prefiere tener a su lado.
Mientras hablaba, Clara dio un paso hacia la puerta de la sala de descanso, evidenciando su intención de dar por concluida la conversación, como si no tuviera más interés en intercambiar palabras y desease dejar en claro su posición.
Te estás equivocando, replicó Alana, elevando su voz lo suficiente como para que cualquier empleado cercano pudiese escucharla, aunque sin llegar a gritar. Tú eres la razón por la que mi esposo, Fernando Fuente, tiene una esposa que tiene que mentirle a su cuñada sobre una emergencia en el hospital. ¿Y todo por qué? Porque no puedes mantener tus manos alejadas de un hombre que ya está casado.
Clara se detuvo en seco, sintiendo cómo el color se le subía a la cara, hasta adquirir un tono rojo intenso. El silencio en el pasillo era palpable, como si el aire se hubiera vuelto denso ante el enfrentamiento. La simple mención del hospital la había dejado asustada, y la valentía con la que Alana había expresado sus acusaciones la había indignado profundamente.
¿Qué estás insinuando, niña? lanzó Clara con desdén. La única razón por la que te encuentras en este lugar es por la fortuna de los Fuente, continuó su acusación con tono cortante. Una mujer como tú es simplemente un error, una imprudencia que Fernando está tratando de corregir. Y si tu tonta mentira sobre el hospital llega a oídos de los señores Fuente, serás tú quien acabe en la calle, no yo.
Alana percibió la amenaza velada en esas palabras, pero decidió no ceder. Se mantuvo erguida, sabiendo que su respuesta debía ser incisiva, como una puñalada rápida y mortal.
Quiero ofrecerte un consejo, Clara, comenzó Alana, su voz era tensa y fría, un contraste sorprendente con su imagen de estudiante común. Yo ya he estado en la calle, he enfrentado la nada. No tengo nada que perder, y eso me convierte en alguien peligroso. En cambio, tú gozas de una posición privilegiada, una carrera exitosa. Me atrevería a suponer que el señor Fuente padre no se sentiría especialmente complacido si su Jefa de Proyectos estuviera involucrándose sentimentalmente con su hijo, lo que podría provocar un escándalo, especialmente teniendo en cuenta que su hija Sofía sabe de la amante oficial.
El impacto de la revelación fue tan directo y preciso que Clara se sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. Su rostro, que momentos antes reflejaba una furia intensa, se transformó de inmediato, dejando espacio para una expresión de profundo terror. Se dio cuenta de que Alana no solo estaba al tanto de la relación que había mantenido con Fernando; también estaba al corriente de lo que había sucedido con Sofía. El secreto, que ya era complicado en su propia naturaleza, había aumentado su gravedad, convirtiendo el riesgo de un escándalo en una situación potencialmente incontrolable.
¿Qué... qué es lo que deseas? logró balbucir Clara, sintiéndose atrapada y vulnerable ante la situación que la rodeaba.
Necesito información y la quiero de inmediato, demandó Alana con firmeza. Fernando y tú tuvieron una cena anteayer. ¿Dónde te vio ayer? Además, ¿de dónde obtuvo esa nota que menciona la 'Sala 3'? Si decides ayudarme, te prometo que mi atención se centrará en Sofía. Pero si te niegas, te advierto que en menos de una hora, la oficina de recursos humanos estará al tanto de que estuviste involucrado en un triángulo amoroso con el jefe y su hermana.
Alana observó detenidamente cómo Clara evaluaba la situación, considerando el riesgo que implicaba. Por un lado, estaba su carrera profesional, y por el otro, un pequeño secreto que podría cambiarlo todo. Clara soltó un profundo suspiro, sintiéndose derrotada y, al mismo tiempo, nerviosa, miró a su alrededor intentando buscar alguna salida a su dilema.
La nota que había encontrado... Esa nota era para mí, pensó Clara. Era de un amigo que trabajaba en el departamento de mantenimiento. La referencia a la 'Sala 3' no era más que un código que empleábamos para referirnos al 'Archivador Secreto', que se ubicaba en la sala de sistemas del segundo piso. Ese lugar era el refugio donde Fernando guardaba copias de seguridad de documentos que sus padres no deberían ver. Entre esas copias se encontraban fotos, notas y, lo más importante, evidencias que probaban que él no estaba únicamente involucrado conmigo. En ese archivador estaban resguardados los archivos y la agenda auténtica, que contenían información sensible y comprometedora.
—¿Y ayer? —preguntó Alana, su voz llena de curiosidad y nerviosismo.
—Ayer... él no me vio. Estaba con Sofía —respondió la otra persona, con un tono que exudaba desilusión—. Se encontraban en un apartamento que parece ser su costumbre regalar a todas sus amantes. Está ubicado cerca del muelle, en la calle El Pinar.
Alana asintió lentamente, sintiendo cómo una ola de malestar comenzaba a invadir su estómago. La revelación la conmovía profundamente, generando en ella un revoltijo incomodísimo ante la magnitud de la traición y la manipulación en la que Fernando la había envuelto. De pronto, se dio cuenta de que Fernando le había proporcionado un mapa, un plano que conducía a un tesoro lleno de pruebas irrefutables de su infidelidad.
Gracias, Clara. Eres realmente muy inteligente. Ahora, te pido que regreses a tus labores y trates de olvidar que me has encontrado aquí. Te doy mi palabra de que solo tengo interés en los Fuente.
Clara asintió.
Alana se dio la vuelta, dejando a Clara temblando de incertidumbre en el pasillo. Tenía dos nuevos objetivos en mente: el Archivador Secreto y el apartamento de El Pinar.
Alana avanzó con una determinación renovada que la impulsaba a cada paso. La adrenalina que brotaba de su reciente enfrentamiento con Clara se entrelazaba con la creciente ansiedad de ser descubierta, formando un cóctel explosivo de miedo y resolución en su interior. Era consciente de que debía conseguir el Archivador Secreto con rapidez, antes de que la farsa sobre su suegra en el hospital se desvaneciera por completo. Su mente estaba centrada en esa única tarea, mientras su corazón latía desbocado, guiándola hacia lo que era, sin duda, una carrera contra el tiempo.