NovelToon NovelToon
Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / CEO
Popularitas:462
Nilai: 5
nombre de autor: Cristián perez

Me hice millonario invirtiendo en Bitcoin mientras aún estudiaba, y ahora solo quiero una cosa: una vida tranquila... pero la vida rara vez sale como la planeo.

NovelToon tiene autorización de Cristián perez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6: Coleman Media Group

El eco de sus pasos resonaba en el pasillo alfombrado mientras Adrián Foster avanzaba por las modernas oficinas de Manhattan. El edificio, con sus muros de cristal y acero, ofrecía una vista privilegiada de la ciudad, pero dentro se respiraba un aire cargado de tensión.

Se detuvo frente a una puerta con el rótulo “Olivia Bennett – Management”. Golpeó suavemente y, sin esperar respuesta, la empujó.

Al abrir, encontró a Olivia sentada frente a su escritorio. El contraste con el resto del ambiente era evidente. Vestía un elegante vestido azul cielo que resaltaba el tono claro de su piel. Su cabello, largo y perfectamente liso, caía sobre sus hombros como una cortina de seda. Aunque ya rondaba los treinta, mantenía una belleza madura y magnética. Apenas unas finas arrugas junto a los ojos delataban la experiencia de los años, pero lejos de restarle encanto, le otorgaban una presencia aún más sofisticada.

Olivia levantó la mirada de la pantalla de su MacBook y arqueó las cejas al verlo.

—Adrián… —su voz sonó con sorpresa—. No esperaba verte hoy por aquí.

Él sonrió con su característico aire de suficiencia y se dejó caer en la silla frente al escritorio.

—Necesitaba hablar contigo, Olivia. —Adrián entrelazó las manos sobre la mesa—. No he recibido mi salario en tres meses. Y aunque no me falta el dinero, me parece una falta de respeto.

Olivia dejó escapar una risita ligera y se inclinó hacia atrás en su silla, cruzando las piernas con natural elegancia.

—¿De verdad vienes a quejarte por eso? —le sirvió un café de la cafetera que tenía a un costado y se lo acercó—. Conduces un Aston Martin de más de doscientos cincuenta mil dólares, llevas un Patek Philippe que cuesta lo que mi departamento entero, y tus camisas son hechas a medida en la Quinta Avenida. Si tú te consideras “arruinado”, entonces ¿qué queda para el resto de los mortales?

Adrián tomó el café, lo olió y luego lo dejó sobre el escritorio sin probarlo.

—No es cuestión de dinero, Olivia. Es cuestión de principios. No pienso dejar que Coleman Media Group se aproveche de mi trabajo como si nada.

Ella lo observó en silencio unos segundos, evaluándolo. Conocía demasiado bien a Adrián: su arrogancia, su estilo de vida de lujo, su manera de moverse por el mundo como si le perteneciera. Pero también sabía que, a diferencia de otros influencers caprichosos, él tenía un trasfondo distinto, un carácter fuerte y un talento natural que atraía a miles.

—La empresa está pasando por un momento crítico —confesó al fin con un suspiro—. Incluso estoy considerando renunciar. Richard… —hizo una pausa, como si le costara pronunciarlo—, Richard está al borde del colapso.

El ceño de Adrián se frunció. La idea de Olivia, la mujer más fuerte y confiable del grupo, hablando de rendirse, le dio un vuelco en el estómago.

—¿Richard está aquí? —preguntó con seriedad.

—Sí, en su oficina. Pero no tiene sentido… —Olivia sacudió la cabeza—. La cuenta de la empresa está vacía. Está desesperado.

Adrián se puso de pie de inmediato.

—Gracias por el café, Olivia. Voy a hablar con él personalmente.

Ella intentó detenerlo con la mirada, pero él ya había salido por la puerta.

Caminó por otro pasillo, más silencioso, hasta llegar a la oficina de Richard Coleman, fundador y dueño del 100% de Coleman Media Group. Tocó tres veces.

—¡Adelante! —respondió una voz ronca desde dentro.

Adrián abrió y lo que vio lo sorprendió. Richard, que solía ser un hombre de aspecto impecable, con trajes perfectamente entallados y energía arrolladora, estaba irreconocible. Llevaba la barba descuidada, el cabello grasoso, la camisa arrugada y sin corbata. Sus ojos estaban rojos, inyectados en sangre, con profundas ojeras que hablaban de noches sin dormir.

Parecía un hombre arrasado por el peso de las deudas y las decisiones equivocadas.

—Demonios, Richard… —Adrián cerró la puerta tras de sí—. Pareces un mendigo.

El CEO dejó escapar una risa amarga y se desplomó en su silla.

—No estás muy lejos de la verdad, Adrián. Coleman Media está en ruinas. La cuenta bancaria está vacía. Si hoy tuviera que pagarle a alguien, no podría. Ni siquiera a ti.

—Eso ya lo sé —Adrián apoyó ambas manos sobre el escritorio, inclinándose hacia él—. Lo que quiero saber es cómo demonios llegamos hasta aquí. Hace unos meses hablabas de expandirte, de salir a bolsa, de revolucionar el mercado.

Richard se masajeó el puente de la nariz, cansado.

—Las cosas cambiaron demasiado rápido. Nuestros mejores influencers fueron tentados por otras compañías. Algunos con ofertas millonarias, contratos absurdos que exigían más de doscientas horas mensuales de transmisiones. Muchos aceptaron. Yo… intenté resistir.

—Y fracasaste —remató Adrián, sin rodeos.

—Intenté invertir en nuevos talentos, arriesgarme con campañas de marketing, vender productos. Aposté todo lo que tenía. —Richard encendió un cigarrillo con manos temblorosas—. Y perdí. Ahora tengo un almacén lleno de mercancía que no se vende y un banco respirándome en la nuca.

El silencio llenó la oficina. Adrián lo observaba con atención, sin decir nada. Por primera vez veía a Richard como lo que realmente era: un hombre que había apostado su vida entera en un sueño y estaba viendo cómo se desmoronaba frente a él.

—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó Adrián al fin.

Richard aspiró el cigarrillo y soltó el humo lentamente, como si en cada bocanada tratara de retener un poco de dignidad.

—Mañana me divorcio. Quiero proteger a mi esposa y a mis hijos de esta ruina. La deuda será solo mía. Y Coleman Media tiene dos opciones: la primera, vender la empresa. La segunda, la quiebra total.

—¿Y cuál es la más probable?

Richard lo miró con los ojos vidriosos.

—La segunda. Ninguna empresa del sector quiere comprarnos. Todos saben que estamos acabados.

Adrián no apartó la vista.

En ese instante, algo dentro de él se encendió. No se trataba del dinero ni de los lujos; era el instinto de alguien que no soportaba perder. Un desafío había aparecido en su camino. Y Adrián Foster nunca huía de un desafío.

Mientras salía de la oficina de Richard, los rascacielos de Manhattan se dibujaban en el ventanal del pasillo. El mundo exterior seguía girando, pero dentro de Coleman Media todo pendía de un hilo.

Adrián cerró los puños.

Sabía que, de una forma u otra, él tendría que decidir qué hacer con aquella empresa que estaba al borde del abismo.

El futuro de todos estaba en juego.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play