Cuando la familia de Saya es tomada como rehén por los soldados del despiadado Alfa Kadir, el destino parece sellado. Sin embargo, en medio del caos, aparece Savir, el Alfa supremo de la manada Luna Dagda, un lobo temido en todas las regiones por su fuerza implacable y su corazón helado desde la muerte de su compañera.
Como pago por su vida, el padre de Saya promete entregarle a su hija mayor en matrimonio... sin imaginar que esa hija ya ha sido prometida a otro.
La deuda debe saldarse, y la única opción es Saya.
Obligada a ocupar el lugar de su hermana, Saya es entregada al Alfa como una novia de reemplazo, condenada a compartir lecho y manada con un lobo al que teme... y que no tiene intención alguna de amar.
Savir ha jurado lealtad eterna a su compañera fallecida. Para él, Saya no es más que una sombra, una sustituta.
Pero hay un secreto que el destino no tardará en revelar: la sangre de Saya lleva la marca. Ella es su verdadera pareja destinada.
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Capítulo: La novia de reemplazo
—¡¿Qué dices?! Pero ¿Cómo puede pensar esa bestia que nuestra hija será suya? ¡Por favor, es ridículo! Nuestra Anika nunca será mujer de un salvaje de esa manada.
Lord Sallow tomó el brazo de la mujer, la miró con rabia.
—¡Di mi palabra! Ese Alfa es poderoso, alguna vez venció al mismo rey Alfa Kadir, ¿Qué hará conmigo? No me puedo arriesgar.
—¿Y qué harás, padre? ¿Enviarás a Anika a la manada de Luna Dagda? ¿Desafiarás al rey Alfa Kadir? —exclamó Elric.
—¡Claro que no! —Lord Sallow miró a Saya, ella tuvo un presentimiento—; Saya se casará con el hijo del rey, Anika irá con la manada Luna Dagda—sentenció
Anika bajó la escalera, sollozaba al escuchar todo eso.
—¡Yo no quiero ir con los salvajes! Por favor, ¡no! —exclamó
Su madre corrió a abrazarla.
—¡No puedes hacer eso! Anika sufrirá, ella merece ser la compañera de un príncipe; ¡envía a Saya con el salvaje Alfa Savir!
Los ojos de Saya se abrieron enormes, sin embargo, no le sorprendió lo que su madre dijo, ella solía preferir a Anika porque sus caracteres eran idénticos, ambas solían ser condescendientes, pasivas y dignificadas.
En cambio, Saya era liberal, valiente y proactiva.
Su padre miró sus ojos.
—El Alfa Savir pidió a Anika, ¿Cómo puedo enviar a Saya?
—¡Es un salvaje! Mis dos hijas son bellas, él no notará la diferencia, envía a Saya, por favor.
Cuando la mirada de Saya se reflejó en la de su madre, la mujer tocó su pecho, corrió hacia su hija.
—¡Saya, no me odies!
Saya apartó su toque con frialdad.
La mujer supo que su hija la odiaba.
—¡Tu hermana es mucho más frágil que tú! Tú eres fuerte, eres una loba independiente, podrás soportar lo que sea.
Los ojos de Saya se volvieron temblorosos.
«¿Eso que quiere decir?? Soy una loba fuerte, ¿puedo soportar golpes, gritos o vejaciones? Pero, Anika es tan débil y dulce que no debe recibir nada, ¿Por qué siempre debo ser un cordero de sacrificio? ¿Por qué siempre soy el chivo expiatorio de esta familia?», pensó
Saya sintió que su garganta estaba seca.
—¡Saya, no quiero casarme con ese salvaje! ¡Tengo mucho miedo, juraste que me protegerías!
Anika se abalanzó sobre ella y la abrazó, luego cayó de rodillas.
Saya sintió que su cuerpo temblaba.
Ella recordó a ese Alfa, tuvo miedo, pero observó a Anika, su madre tenía razón, Anika era tan débil que su vida al lado de ese lobo sería miserable.
«¿Y acaso mi vida será diferente?»,pensó
Saya, tragó, saliva, asintió.
—Está bien, ocuparé el lugar de Anika con la manada Luna Dagda, pero, ¿Qué me hará el Alfa Savir cuando sepa que los engañamos? —preguntó ella con una voz débil.
Su padre no supo qué decir, se acercó y la abrazó.
—¡Hija, lo siento tanto! No es el futuro que quería para ti.
Saya, no pudo decir nada.
La madre abrazó a Anika, Elric yacía en un rincón, mientras su conciencia lo golpeaba con fuerza.
***
Saya, no podía dormir esa noche, tenía mucho miedo, recordaba ese lugar, recordar a ese Alfa que le causaba terror.
Cerró los ojos, se quedó dormida.
«Saya abrió los ojos y estaba en ese bosque, se levantó del suelo; nada parecía real, había fuego, gritos, lobos que irrumpían en cada casa de campaña, rompiendo, golpeando, matando…
Ella corrió hasta refugiarse en una tienda de campaña, se puso en un rincón. Observó a un lobo entrar, era un guerrero de la manada Green Field.
Ahí había una hembra sostenía a ese cachorrito en brazos, y ese cruel lobo entró, su bebé le fue arrebatado.
—¡No!
Escuchó golpes, la mujer sollozaba, esas manos la capturaron.
La mujer cayó al suelo, pudo verla, mientras ese macho estaba sobre ella, obligándola a aparearse.
Saya corrió a ayudarla, pero no pudo tocarlos, apenas lo intentó, cayó hundida en el suelo»
Saya gritó y despertó, estaba en su cama, empapada en sudor, agitada, eso era una pesadilla, una de las muchas que solía tener.
Pero, ¿Por qué se sentía tan real?
***
A la mañana siguiente.
Saya bajó la escalera, cuando escuchó a sus padres hablar.
—Tengo miedo por Saya, ¿y si la rechaza? ¿Y si la lastima o…? ¿Y si la mata, Carolyn?
—¡¿Qué dices?! ¡No enviarás a Anika! Saya es hermosa, podrá evitar su muerte, ella podrá contener a la bestia de esa manada.
—¿Tanto confías en ella?
—No, mi madre no confía en mí, no te engañes, padre, simplemente, mi madre no siente nada por mí, ni amor, ni preocupación —dijo Saya con dolor.
Su madre, Carolyn, se acercó lo suficiente, había rabia en su mirada, y de pronto, abofeteó el rostro de Saya con fuerza.
—¡¿Cómo puedes ofenderme así?! ¡Soy tu madre! Deberías tenerme respeto.
Saya la miró con rabia, no dijo nada, dio la vuelta, se alejó de ella.
Lord Sallow regañó a su esposa, pero ella no se arrepintió.
Más tarde, Saya fue informada de que, esa misma noche, irían por ella para llevarla a la manada Luna Dagda.
El corazón latió con angustia, no quería irse, no quería sacrificarse.
Respiró atormentada.
La sirvienta le ayudó a arreglar una pequeña valija, debía estar lista para irse.
Anya entró y ordenó a la empleada que se fuera. Sus ojos se encontraron, su hermana tomó sus manos, pero Saya no quería enfrentar su mirada.
—Lo siento tanto, hermana… quisiera ser la mitad de valiente que tú para enfrentar mi verdadero destino y no enviarte a él.
Las lágrimas cayeron por el rostro de Saya, ella miró a su hermana, los ojos de Anya estaban inyectados en sangre, su mentón temblaba, su llanto era genuino, podía sentirlo.
—No llores por mí, Anika, es el destino, ayer lo vi, tuve una visión, soñé con esa manada, con su aldea, debe ser porque mi vida ahora será ahí.
Anika le miró con ojos grandes.
—¿Me odias?
Saya negó, Anika la abrazó.
Aunque Saya lo negó, sentía algo de rabia contra su hermana, no era culpa de Anika ser amada por sus padres más que ella, no era culpa de Anika ser la elegida por el rey Alfa y por el mismo Alfa Savir.
Saya recordó cuando ese hombre ni siquiera quiso despedirla, sintió escalofríos.
Una empleada entró.
—Lady Saya, llegaron por usted.
La voz de esa mujer atormentó a Saya, Anika más se aferró a ella.
—¡Lo siento, hermanita! No quiero perderte…
Saya luchó para alejarse, respiró profundo.
Bajó la escalera, su hermano estaba ahí, tenía una mirada vacía.
—Saya, no me culpes.
Saya tenía ojos severos.
—Te culpo, te culpo de todo esto, y te maldigo, eres egoísta, espero que seas tan feliz, como lo seré yo…
—¡Saya! ¿Cómo puedes ser tan cruel?
Saya miró a su madre con rabia.
—Gracias por enviarme al infierno, madre, ahora sé que no me amas, felicidades, tenía tres hijos; ahora solo tienes dos.
—¡Saya…! —exclamó la mujer y su voz se apagó.
Saya dio la vuelta, abrió la puerta, observó el mismo carruaje.
La chica llevaba una capa roja que cubría su cabeza.
—Saya, hija, ¡perdóname!
Saya escuchó la voz de su padre, sus ojos se volvieron llorosos, no pudo voltear, le dolía saber que su futuro no era de importancia para su familia.
No dijo nada, ni miró su rostro, subió al auto, su corazón ardía. El carruaje avanzó, lejos de ahí.
El camino fue largo, cada vez que se detenían, ella se quedaba silenciosa, bebía el agua que le daban, pero cubría bien su rostro y cabellos.
«¿Qué va a pasarme cuando sepan del engaño? ¿Qué será de mí?», pensó con miedo.