LA FAMILIA OLVIDADA DEL CEO

Los esposos salieron del ascensor, ambos se subieron al auto y partieron rumbo a la mansión, durante todo el trayecto, el silencio fue absoluto, no había reproches, no había disculpas, solo pensamientos ruidosos dentro de la cabeza de cada uno.

Dalila miraba por la ventana, con el corazón apretado, mientras que Julio la observaba de reojo, sin atreverse a hablar.

Y el pequeño Aron dormía, ajeno a todo abrigado con la chaqueta de su padre.

Al llegar al imponente portón, un detalle encendió la chispa del conflicto: Antonella Luque, la joven que los interrumpió en el restaurante, estaba esperándolos en la entrada como si fuera una anfitriona oficial, relucía encantadora, sonriente, con un vestido veraniego que le daba un aire fresco y juvenil.

Dalila la vio desde el auto… y una ola de coraje le quemó el pecho “¿Cómo se atreve este sinvergüenza? ¿Traer a sus mujeres a la mansión? ¡Claro! Debe creer que soy tonta" Pensó con el ceño fruncido.

Durante tres segundos Dalila se imaginó viuda, con millones en su cuenta. Respiró hondo para no matar a nadie.

El chofer abrió la puerta, Julio bajó primero, sosteniendo a Aron con un brazo y, con la otra mano, sosteniendo galantemente la puerta para que Dalila descendiera.

Ella bajó… de mala gana, apenas sus pies tocaron el suelo, Antonella se lanzó sobre ella como un cohete humano.

"¡Cuñadaaaa!" gritó la joven, abrazándola con tanta fuerza que casi la tira al suelo.

Dalila perdió el equilibrio y solo evitó caer porque Julio la tomó del codo a tiempo.

"A-ay… hola…" musitó Dalila, confundida, parpadeó, desconcertada. No… no sonaba a amante, sonaba a… una niña emocionada.

Antonella no la soltó, al contrario, la examinó de arriba abajo con una sonrisa radiante "¡Eres demasiado hermosa! Yo moría por conocerte. ¡Por fin!" dijo alzando los brazos como si fuese logrado una gran victoria.

Julio se mordió la mejilla para no reírse de su esposa, pero hablaría con ella muy seriamente. No puede irse corriendo cada vez que tengan algún problema, sin darle la oportunidad de escucharlo.

"Venga, cuñada" Antonella la tomó del brazo como si fuesen mejores amigas de toda la vida "En serio no entiendo cómo te casaste con el tonto de Julio ¡Tiene cero carisma!" Antonella no se callaba ni para respirar, hablaba hasta por los codos.

Al entrar a la mansión, los tres adultos subieron rumbo a la habitación de Aron, Julio con cuidado lo acostó y Dalila fue al armario a sacar un pijama y colocarle a su hijo.

Mientras que Antonella miraba con anhelo, cariño y por poco ya lloraba de ternura.

"¡Ay, Dios mío! … ¡mi sobrino es perfecto!" susurró bajito, para no despertarlo.

Julio rodó los ojos con cariño exasperado ante esa niña en cuerpo de mujer "Anto… ¿Por qué estás aquí exactamente?; ¿No tienes ir a tu casa?"

Ella hizo un puchero dramático, cruzándose de brazos como niña castigada "Oye es de mala educación incomodar al invitado"

Antonella pensaba que con su dramatismo lograría que Julio ignore que es de la familia Luque, pero él simplemente alzó la ceja.

Antonella derrotada le respondió "No quiero ir a casa, me escapé del internado y me imagino que ya le avisaron a papá. Por ahora no quiero ver a papá gritando, ni a Samuel sermoneándome. Solo vine a conocer a mi cuñada y a mi sobrino"

Julio suspiró con pesadez, conocía desde niña a Antonella, sabía lo difícil que era la relación con su padre y hermano después de la muerte de su mamá.

"Anto, sabes que no puedo dejarte quedarte aquí. Si tu papá o tu hermano piensan que te escondo, estoy serios problemas" respondió Julio.

Antonella agacho los hombros, toda la energía que mostraba hace momentos fue apagada "¡Pero yo quiero estar aquí, me siento bien aquí!" insistió ella.

"Además, Dalí quiere que me quede… ¿Verdad?" La joven se volvió hacia Dalila con unos ojos tan grandes y brillantes que parecían de caricatura.

Dalila se quedó paralizada sin saber como reaccionar a esa jovencita adorable, tenía la misma cara que hace su hijo cuando quiere algo.

Julio negó de inmediato con la cabeza, antes que su esposa caiga ante la manipulación de Antonella habló "No, no la pongas en esta situación, Dalila no tiene..."

Pero Dalila, con la dulzura que la caracterizaba, habló "Puedes quedarte esta noche pequeña Antonella, vamos a pedir que te preparen una habitación"

Julio quiso protestar, pero Dalila lo cayó con una mirada y lo reprendió con una voz fría, la misma que usa en el ejército "Julio Mars, esta también es mi casa, dicho por tu propia boca. Ahora en vez de perder tiempo, llama a su padre o hermano y avísale que está contigo y si tienen algún problema, pueden venir y hablar conmigo"

Dalila era muy observadora y noto que Antonella sufría un dolor silencioso, no era normal que prefiera quedarse en casa ajena y no en la de su familia.

El amor de madre la hizo querer protegerla, no se imaginaba ver pasar por eso a su hijo. Y si es que pasaba por eso, al menos que alguien le tienda la mano.

Antonella abrazo a Dalila, actuó como niña chiquita y le sacaba la lengua a Julio.

Ambas mujeres salieron de la recámara de Aron "¡Eres perfecta Dali, gracias! ¡Te amo!"

Mientras tanto en la habitación de Aron, Julio miro a su hijo y como si estuviera despierto converso con él "¿Ese es el verdadero carácter de tu madre hijo?" con un suspiro marco el número de su amigo, prefería soportar la furia de los Luque, que la de su esposa.

En la habitación de visitas que fue arreglada de manera exprés, Antonella salto sobre la cama, abrazó las almohadas y suspiró "¡Gracias Dali! Prometo portarme bien, lo juro"

Dalila sonrió, beso su cabeza y la dejo descansar "Buenas noches, Antonella. Descansa preciosa" cerro la puerta y fue rumbo a la habitación que compartía con Julio.

En la habitación Julio esperaba a su esposa con el cabello húmedo recién salido del baño, entado al pie de la cama.

Dalila ingresó a la habitación a pasos lentos, sabía que ambos tenían una conversación y eso la ponía nerviosa.

"Julio… lo que pasó …" empezó ella.

Julio antes que empiecen a hablar, la jalo suavemente del brazo y la hizo sentar es su regazo.

Ambos se miraron a los ojos y Julio empezó a hablar "Dalila sé que no fui el mejor de los esposos, hice muchas cosas de las que me arrepiento y con eso ya no se puede hacer nada. Pero si te pido, como me diste la oportunidad, también te pido que confíes en mí. Soy un hombre de palabra y si te digo que eres la única mujer, lo eres"

Dalila quería responder, pero Julio le coloco un dedo en sus labios "Permite terminar cariño... Te lo suplico mujer, no me juzgues sin escucharme. No puedes colocarte en peligro, sé que eres muy capaz de defenderte, pero recuerda cariño que ahora eres mi esposa, ya la noticia está por todos los medios, saben que tengo esposa e hijo y que son mi punto débil y mis enemigos querrán hacerte daño"

"Tienes razón" admitió ella, bajando la mirada "Me deje llevar de mis inseguridades y quizás lastime a mi pequeño. No quiero lastimar a Aron… ni que él vea terribles peleas"

Dalila derramaba lágrimas por sus mejillas, que eran secadas por las manos de Julio "No llores cariño, de estos errores aprenderemos. Yo también tengo la culpa, pero dejemos de lado esto. Ya aprendimos la lección"

Dalila asintió y abrazo a su esposo, era bueno tener con quien compartir la carga.

Julio se separo un poco, miro los apetecibles labios de su esposa, por lo que, sin dudarlo la beso, sus manos recobraron vida y espeso a acariciarla debajo de la ropa.

Dalila no acostumbrada separo las manos de su esposo de su cuerpo "Aun no estoy lista" susurro con pena.

Julio sonrió, le dio un beso en la mejilla "Está bien cariño, esperare que estés lista. Ahora vamos a dormir, nos espera un día largo mañana…"