El Peso De Tu Mirada.

Los tíos de Penélope salieron de la ciudad, dejando a la chica sola en una casa. Su tío le dejó una carta como consuelo por tener que dejar la una sana en la casa, en cambio, su tía prefirió dejarle una nota que tuviera cuidado y sobre todo que no esté mucho tiempo en la calle tan tarde.

A la mañana siguiente Penélope se despertó en la cama, suspirando sabiendo que podría hacer lo que ella quisiera durante el resto de la semana. Se levantó y se cambio el pijama por ropa más cómoda, una remera corta que le marca los senos y un pantalón grande deportivo color negro, sus cabellos revueltos y sueltos. El calor comienza a sentirse estando parado cerca de la puerta.

El timbre de la puerta hace que Penélope, se quede quieta unos segundos antes de salir. Deja el equipo de mate sobre la mesa y camina al portón.

—¿Quién es? — pregunto.

—Croissant soy yo Dennis. — respondió levantando sus manos.

—¿Qué quieres? — volvió a preguntar cruzándose de brazos.

—Tu tío me pidió, que te trajera algo. — suspiro y abrió el portón.

La mirada de Dennis se relajó al ver de la cabeza a los pies, no pudo controlar sus labios y mordió su labio inferior, cuando su vista llegó a los labios de la chica. En cambio, Penélope se puso nerviosa y desvía la mirada, apretando los puños contra sus piernas.

—Dámelo yo lo llevó. — estira sus manos.

—Es pesado. — ella se aparta para que él pase.

Dennis pasó pero el perfume de ella hace que cierre los ojos, al sentir escalofríos en sus piernas y cosquillas en sus manos. Continúa caminando, para entrar a la casa y ver que todo está limpio pero las cajas de los regalos de los abuelos de Penélope aún están cerradas, algo que le pareció sospechoso.

—¿Por qué no abres tus regalos aún? — pregunto dejando la caja sobre la mesada.

—No los quiero. — expresó molesta.

—¿Abriste el mío?— la expresión de Penélope cambio. — Debí comprarte otra cosa. —

—Lo siento, no lo sabía. — apenada camina a los regalos. — ¿Cuál es el tuyo? —

—No importa, supongo que no te gusto. — Penélope, camina hasta él. — ¿Qué haces? —

—¿Cuál es el tuyo? — repitió mirándolo a los ojos.

—Penélope aléjate de mí. — ella se alejó mirándola sorprendida. — No me mires así.—

—Lo siento. — se disculpó.

Dennis negó con la cabeza y salió de la casa, dejando a Penélope aún más confundida. Aquella conversación no lo solamente le había molestado, sino que le pareció muy grosero de parte de Dennis tratarle de esa manera.

En la vereda de la casa de Sofía, Dennis se detiene en la puerta de su casa, con una mano en el corazón intentando respirar, cierra los ojos y el perfume de Penélope y la imagen de tener cerca de él le provoca inquietud y ganas que tocarla. Aun teniéndola cerca no se anima a hacer nada, ya que es mayor.

—Ahora que me estoy rehusando a enamorarme, tú vienes y me traes a Penélope... de nuevo. — se quejó entre dientes.

—¿Dennis? — este voltea asustado.

—¿Croissant qué haces aquí? — ella le entrega el celular.

—Te lo olvidaste. — lo mira y lo encuentra agitado. — ¿Está bien? —

—Pen, lo siento. — se lamentó.

Ella sin decirle nada, se aleja mirándola confundida desapareciendo al pasar el portón. Dennis pensó en seguir para aclarar el doble malentendido que tiene con Penélope pero sería en vano, ya que ella se marchó primero.

Se metió a su casa, pensando si realmente había hecho bien en dejar la ir.

A la mañana siguiente, Dennis se levantó como cualquier otro día pero, desde la cama llamó a la oficina y aviso que no iría, que tenía que arreglar unos asuntos, se levantó de la cama y camino hasta el balcón de su habitación que da justo al patio de la cada de Sofía, para encontrar con la escena de Penélope, en la piscina con una remera y para parte de abajo de su bañador.

Esto puso un poco rojo a Dennis, saber que aquella niña le estaba provocando cosas que normalmente eso haría una mujer de su edad, le estaba molestando.

Se alejó del balcón y se volvió a acostar en la cama, pero quedarse mirando el techo y de golpe sentir un pequeño movimiento, levantó la cabeza y notó que su entrepierna está más despierta que él.

—¡Madre mía! — se sentó en los pies de la cama. — No lo hagas, es solamente una niña. —

Se metió al baño, abrió la canilla de agua fría y cuando terminó de desnudarse deja que el agua fría le caiga sobre el cuerpo, haciendo que todo su cuerpo se relaje, pero su problema aún no bajaba y eso comienza a molestarle.

Penélope, sentada en el borde de la piscina, mete sus piernas en el agua sintiendo la relajada y en paz, estira su cuerpo para sumergirse en el agua fría, que enfría su cuerpo por completo. Debajo del agua recuerda lo que pasó ayer con Dennis, se siente incómoda, pero se sentirá avergonzada aún más si se lo llega a encontrar.

Luego algunos minutos Penélope sale, y con una toalla seca su cuerpo y se va a cambiar para irse a trabajar, optó por ponerse, un short negro y una remera azul, como pero que lo la haga sentir tan cómoda. Se maquilló suave, hoy quería sentirse mayor.

Al salir de la casa Dennis la estaba esperando en la calle con su auto, apoyado vestido con ropa liviana, con ropa blanca, y unas gafas de sol, que lo hacen ver deseoso, dichoso de sí. Penélope al verlo no pudo evitar sonreír, y se acerca a él.

—¿Qué crees que haces? — pregunto acercándose.

—Hoy te llevaré, al trabajo. — respondió con quitándose los anteojos.

—No hace falta, puedo ir yo sola. — agregó mirando la parada de autobús.

—Vamos déjame llevarte, y compensarte por lo que viviste ayer. — ella sonríe y Dennis se aparta abriéndole la puerta.

En el camino, Dennis en algunas ocasiones no podía dejar de mirarla, haciéndola sentir incómoda. En caso Penélope, solamente le prestaba atención al celular, fingiendo que hable con alguien más.

—Croissant si quieres puedes hablar conmigo. — sugirió Dennis.

—Dennis no, no quiero hablar con vos. — dijo mirándolo directo a los ojos. — Así que puedes, dejar de molestarme. —

—¿Pen, acaso te hice algo o dije algo malo? — ella suspira mirando su celular.

—Qué raro, que me preguntas según tú, yo soy una aspiradora. — hablo con tono de sarcasmo.

—¿Qué? — reaccionó sorprendido. — ¿Acaso estabas escuchando conversaciones ajenas? —

—Eres un idiota. —

Penélope sanos baja del auto, se cruza a la vereda contraria caminando al otro lado, Dennis se quedó dentro del auto mirando la reacción de la joven recordando lo que le dijo a Evan. En un ataque de enojo golpea consecutivamente el volante del auto, sabiendo del porqué está enojada con él.

—Eso me pasa, por hacerme en indiferente. — apretó los dientes.

Penélope llegó al local y se prepara para trabajar, distrayendo sé de lo que acaba de pasar con Dennis. Llegó a su trabajo, bajo su mochila y un pequeño bolso en donde tiene una segunda muda de ropa. En la empresa Dennis se encuentra con Florencia, que lo recibe con una gran sonrisa. Se acerca a ella y la saluda con un beso en la mejilla, dejándola encantada.

—Buenos días, Flor. — la joven correspondo al beso.

—Buenos días, Dennis. —

—Quiero compensarte, lo del almuerzo de ayer. — sugirió.

—¿Y qué paso con la chica? Pensé que te estaba interesando. — pregunto.

—Yo quiero una mujer a mi lado, no una niña. — respondió.