Ayelen lo entrego todo por amor, pero termino marcada por la humillación y el rechazo.
Expulsada de su manada, tuvo que criar sola a sus gemelos. Mientras el mundo licantropo la señala como traidora.
El destino la lleva a encontrarse con el rey lobo frío y maldito, cuya herida no solo está en su cuerpo, también en su alma. Entre tratamientos y silencios empieza a descubrir un lazo entre él y sus gemelos.
Lo que parecía un nuevo comienzo se convierte en un juego de poder, secretos familiares y tradiciones.
¿Podrá renacer como la gran luna, frente a las manadas o volverá a ser destruida por quienes mas odian verla brillar?
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Comienza el tratamiento
El ala este del castillo se había transformado en el refugio de Ayelén, Mary y los pequeños, Zulay, eficiente y discreta había, dispuesto todo con esmero. Habitaciones amplias, cortinas que dejaban pasar la luz de la luna y una sala privada, Mary encantada, no paraba de comentar sobre la elegancia del lugar mientras jugaba con los gemelos.
Pero para Ayelen, nada de eso lograba calmar la ansiedad que la acompañaba desde que Alfred, el beta le anunció que debía presentarse para iniciar el tratamiento.
Recordaba las palabras del beta, "el rey no es un hombre paciente, y lo que no soporta es sentir que depende de otros y usted señorita será la primera persona en muchos años a la que tendrá que abrirle una puerta en su vida. "
Las palabras retumbaban en su mente mientras se preparaba, respiró hondo frente al espejo, se colocó la bata blanca que había llevado y acarició el amuleto qué siempre la acompañaba. Era un simple colgante de piedra lunar, pero para Ayelén era un recordatorio de que no estaba sola.
Alfred la condujo por los largos y silencios pasillos llegando a dos enormes puertas de madera qué daban a la habitación personal del rey.
Antes de abrir Alfred le murmuró, --- recuerde sea respetuosa, pero firme, no tema si parece duro los ea con todos.---
Las puertas se abrieron, revelando una habitación amplia, adornada con tapices antiguos y ventanales que dejaban ver la luna en lo alto. Allí, sentado en un sillón de respaldo alto, estaba Hendrix, el alfa supremo.
Era un hombre imponente incluso en la quietud, su cabello negro, su rostro de facciones firmes, con una mirada gélido de ojos grises qué parecían atravesarlo todo. Pero era evidente la rigidez en su pierna izquierda, sostenida por una férula metálica.
El silencio se hizo pesado cuando sus miradas se cruzaron, por un momento Ayelén sintió que era la misma mirada de su hijo mayor Madox cuando se enoja, pero rápidamente quito ese absurdo pensamiento de su mente.
--- Curandera ¿qué harás hoy?,--- dijo Hendrix su voz cargada de escepticismo
Ayelen inclinó la cabeza con respeto, pero se mantuvo erguida, --- Mi nombre es Ayelén Montes, y no soy más que una simple fisioterapeuta, pero haré todo lo que esté en mis manos para sanar sus heridas, majestad,---
Un destello de burla cruzó los labios del rey, en todos estos años solo una mujer le había hablado así, y fue para rechazar su propuesta de luna elegida y esa joven parada frente a él, tenía algo que se la recordaba.
---Ya lo han intentado médicos, brujos y sanadores,¿qué puedes hacer tú que ellos no hayan intentado?,--- dijo el rey
La pregunta tenía filo, pero Ayelén no se dejó intimidar, dio un paso al frente con calma, --- no lo sé, solo sé que cada persona tiene un cuerpo que puede aprender a sanar, si se le da la oportunidad. Si me permite intentare mostrárselo, ---
Un silencio denso siguió a sus palabras, Hendrix la observó largo rato, hasta que finalmente asintió con un gesto seco.
--- Muy bien, muéstrame entonces, --- dijo Hendrix
Ayelen se acercó despacio, consiente de la mirada penetrante que no se apartaba de ella, se arrodilló frente a la pierna dañada del rey, retirando con cuidado la férula qué la mantenía rígida. Sus dedos rozaron la piel endurecida, marcada por cicatrices qué hablaban de dolor constante.
Apenas lo tocó, sintió el cosquilleo recorrer sus manos, esa chispa que había sentido antes con algunos pacientes pero que ahora se desbordaba con una intensidad inusual. Una luz tenue, caso imperceptible, brillo en la punta de sus dedos.
Hendrix frunció el ceño,---¿ qué estas haciendo?,---
--- Nada que usted no pueda sentir, solo deje que su cuerpo me guíe, --- respondió Ayelen
Cerró los ojos y respiró hondo, su loba Irem, se manifestó en su interior con un murmullo firme...
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Ayelén se concentró, las palmas de sus manos irradiaban calor, un calor que penetraba más allá de los músculos y huesos. Sintió la rigidez en la pierna del rey, las fibras desgarradas qué nunca habían sanado bien, el peso de una maldición, pero había algo más que latía como sombra en sus venas.
Hendrix, por su parte, se tensó al principio, el orgullo lo impulsaba a apartarse, a rechazar cualquier gesto que lo hiciera sentir vulnerable. Pero entonces, algo extraño ocurrió, un alivio inesperado se expandió desde el punto donde ella tocaba. Era como si un fuego suave derritiera poco a poco el hielo que llevaba años acumulado en esa pierna.
Sus ojos grises se abrieron con sorpresa, --- ¿qué...?,--- susurró Hendrix
Ayelen no respondió, mantuvo sus manos firmes, guiada por una fuerza más grande que ella misma, la luz se intensificó un instante y luego se desvaneció lentamente, dejando tras de sí una sensación de paz.
Cuando retiro las manos, respiraba agitada, como si el esfuerzo la hubiera drenado, se limpió el sudor de la frente y lo miró con seriedad.
---Esto no es magia, es un proceso, tendremos que trabajar varias veces para lograr una recuperación real, pero su cuerpo... aún puede sanar,--- dijo Ayelén
Hendrix no dijo nada durante un largo rato, estaba acostumbrado a los halagos vacíos, a las promesas incumplidas de charlatanes que buscaban ganarse su favor. Pero lo que acababa de experimentar no tenía nada de ilusorio.
Movió ligeramente la pierna, no era un milagro completo, pero la rigidez se había reducido, y el dolor punzante que siempre lo acompañaba había cedido. Era la primera vez en años que sentía algo distinto.
La miró con una intensidad que habría hecho temblar a cualquiera, ---¿quien eres en realidad Ayelén Montes?,--- pregunto en voz baja.
Ella sostuvo su mirada, aunque por dentro temblaba,--- solo una mujer que aprendió a no rendirse, una loba rechazada por ser omega,---
El beta Alfred, que había permanecido en silencio durante todo el proceso, observaba con los ojos muy abiertos. Sabía que había presenciado algo extraordinario, algo que escapaba a la simple fisioterapia.
Hendrix, sin embargo, no dejo entrever emoción alguna, se incorporó con ayuda de su bastó, probando de nuevo la pierna.
---Mañana volverás y seguiremos con esto,--- dijo finalmente con ese tono de mando que no admitía réplica.
Ayelen inclinó la cabeza,--- como órdene, majestad, ---
Cuando salió de la habitación, su corazón latía con fuerza, sabía que había cruzado un umbral del que no había retorno. El rey Hendrix había sentido su don, y ella también había percibido algo extraño, un lazo sutil, una vibración en lo más profundo de su ser.
Mientras caminaba de regreso al ala este, las palabras de Irem resonaban claras en su mente...
<< El destino ya ha comenzado a revelarse >>
Mientras tanto en la habitación del rey, su lobo Skoll se hizo presente en su mente.
<< es ella lo siento >> dijo Skoll
<< si es ella debemos ser cuidadosos>> respondió Hendrix
Ya empiezan con la cizaña..... a qué Señora es que llaman ??? .... La Luna de Hendrix está viva ???
y confíe en ella y la proteja ahora vien esa ama de llaves a quien llamó espero no sea otra piedra en el zapato si a si ya tienen bastantes enemigos como para que salgo otro más