Alana se siente atrapada en una relación sin pasión con Javier. Todo cambia cuando conoce a Darían , el carismático hermano de su novio, cuya mirada intensa despierta en ella un amor inesperado. A medida que Alana se adentra en el torbellino de sus sentimientos, deberá enfrentarse a la lealtad, la traición y el dilema de seguir su corazón o proteger a aquellos que ama.
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Un dia normal
Hoy decidí que no iba a pensar en nadie más que en mí. Solo yo, un día para disfrutar de mi propia compañía, de mi espacio y de un descanso mental que hace mucho necesito. Todo ha sido un torbellino últimamente, y ya es hora de poner un poco de distancia entre mí y todo lo que me ha estado rondando en la cabeza. Javier, Darian, la confusión que siento… no hoy. Hoy es solo para mí y mi gata, Luna.
Me levanté más tarde de lo usual, sin prisa alguna. Mi madre se fue en la tarde para su turno en el hospital. Trabaja de noche, así que sé que no la veré hasta mañana por la mañana. El silencio en la casa, que normalmente me resultaría incómodo, hoy me parece perfecto. Una oportunidad para disfrutar de mi propio ritmo sin interrupciones.
Luna me sigue a todas partes mientras me preparo el desayuno, sus suaves maullidos pidiendo atención. Le acaricio la cabeza distraídamente mientras el café se prepara, y por un momento, siento que el mundo entero se reduce a nosotras dos. La suave compañía de Luna y el aroma del café llenan la tarde. Me siento en la mesa, dejando que el silencio se asiente a mi alrededor.
Me preparo tostadas con mermelada y un poco de fruta fresca. Nada demasiado elaborado, pero lo suficiente para sentir que me estoy cuidando. Me siento en la mesa de la cocina, con la luz del sol entrando por las ventanas, y todo parece detenerse por un instante. Es un lujo, este tiempo para mí. Nadie llamándome, nadie exigiendo nada de mí, solo un momento de pura tranquilidad. Luna salta a la mesa y se acurruca a mi lado, ronroneando, mientras yo sigo con mi desayuno.
Después de un rato, decido darme una ducha larga. Mientras el agua caliente corre por mi piel, cierro los ojos y dejo que mi mente se libere de todo. No quiero pensar en lo que pasó con Darian la otra noche, no quiero revivir esa sensación extraña y perturbadora que me dejó. Hoy es solo para mí, para centrarme en lo que necesito.
Salgo de la ducha, me seco lentamente y me pongo ropa cómoda, algo suave y relajado. No tengo planes de salir, ni de ver a nadie. Solo quiero leer un poco, quizás ver una película más tarde, y dejar que el día fluya sin más preocupaciones.
Me tumbo en el sofá con un libro que tenía abandonado hace semanas. Luna se acurruca a mi lado, como siempre, y pronto el ronroneo constante de su cuerpo cálido me tranquiliza aún más. Leo un par de capítulos, aunque a veces mi mente se distrae y mis pensamientos vuelven a Javier. No debería pensar en él ahora, pero me resulta inevitable. Me pregunto qué estará haciendo, si también está pensando en mí o si sigue enfocado en sus cosas, en esa paz que parece tener siempre.
De pronto, escucho el zumbido de mi teléfono. Es un mensaje de Javier.
Javier: ”¿Cómo te ha ido hoy?”
Sonrío ante su mensaje. Es tan considerado, siempre atento, siempre buscando cómo estoy. Respondo rápidamente, contándole que me he tomado el día para mí misma, para descansar y relajarme.
Yo: “Bien, tranquilo. Hoy es un día solo para mí, necesitaba algo de tiempo sola.”
Él responde casi al instante.
Javier: “Me alegra que te estés cuidando. Sabes que estoy aquí si necesitas hablar o si quieres compañía.”
Esa es otra de las cosas que me encantan de Javier. Nunca me presiona, siempre está ahí cuando lo necesito, pero también me da el espacio que necesito para procesar las cosas a mi manera. Le agradezco y seguimos charlando un rato más, mensajes cortos sobre cómo ha sido su día, si ha trabajado en algún proyecto nuevo, cosas ligeras que me permiten mantenerme en el presente sin que la conversación se torne demasiado profunda.
Después de un rato, empiezo a sentir el cansancio acumulado de los últimos días. Me despido de Javier y le digo que probablemente me vaya a dormir temprano hoy.
Yo: “Creo que me iré a dormir pronto. Mañana hablamos, ¿te parece?”
Javier: “Claro, que descanses. Buenas noches, hermosa.”
Sonrío ante su mensaje, aunque un pequeño nudo se forma en mi estómago. A veces me siento culpable por no poder abrirme del todo con él, especialmente con todo lo que pasó con Darian. No es justo para Javier que no sepa lo que realmente está pasando por mi mente, pero no estoy lista para enfrentar esa conversación aún. No hoy.
Cierro los ojos un momento, abrazando a Luna que se acomoda en mi regazo. No tengo nada que hacer mañana, y la idea de dormir profundamente, sin interrupciones, me resulta tentadora. Me levanto del sofá y me dirijo a mi habitación. Luna me sigue, como siempre, y se sube a la cama antes de que yo siquiera termine de acomodar las almohadas.
Me cambio a mi pijama favorita, una de esas prendas suaves y cómodas que siempre me hacen sentir segura. Me deslizo entre las sábanas y apago la luz, disfrutando de la calidez de la cama y la sensación de Luna durmiendo a mis pies.
Mientras me acomodo, mi mente empieza a divagar de nuevo. A pesar de todos mis esfuerzos por mantenerme enfocada en mí misma, hay algo que sigue inquietándome. Darian. No puedo dejar de pensar en la forma en que me miró aquella noche, la intensidad en su mirada y lo que me hizo sentir. Es como si una parte de mí quisiera volver a esa noche solo para entender qué fue lo que realmente pasó. Pero no puedo. No debo.
Saco esos pensamientos de mi cabeza. Hoy no es para eso. Hoy es solo para mí.
Cierro los ojos y trato de concentrarme en mi respiración, en el suave ronroneo de Luna y en el silencio que envuelve la casa. Poco a poco, el sueño comienza a invadirme, y me dejo llevar por la sensación de paz que he construido a lo largo del día.
Mañana será otro día, pero por ahora, tengo lo que necesito: tiempo para mí misma.