Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPITULO 24
—Idiota. Dame eso. Usa tu tecnología y cruza esta lista con la lista del centro de identificación nacional, necesitamos saber que todas esas personas existen y que están vivos y que efectivamente laboran en esta empresa. Para eso es la entrevista de mañana. También debes buscar los salarios mas altos. Quiero entregarle a Santiago una auditoria completa cuando regrese y que vea el error de haber dejado al maldito de Pietro como apoderado.
— Si porque el hombre tiene más de quince años trabajando con él. Además, que escuche que el tío de su esposa o algo así. Obviamente le creerá más a Pietro que a ti.
—Si, pero invertí mucho dinero aquí y por lo tanto mi decisión debe respetarse. Ese maldito viejo no volverá a poner un pie en esta empresa.
—Menos mal que lo tenemos controlado, porque sino estoy seguro de que arruina a Santiago para huir antes de que el tonto regrese y se dé cuenta
—Santiago es muy ingenuo. Aun no entiendo como llego tan lejos siendo tan idiota. ¿Como es posible, que después de diez años perdonara a la mujer que lo abandono en el altar? Pero yo cuidare de mi némesis. Ese maldito viejo se va a quedar donde esta, hasta que Santiago llegue y ajuste cuentas con él.
Los dos amigos siguieron trabajando juntos, hasta que se hizo de noche. No era una lista corta. El Consorcio tenía más de seiscientos empelados. Al parecer trabajarían toda la noche.
Mientras tanto, Genoveva servía la cena.
Ella estaba callada y pensativa, pero de vez en cuando sonreía y observaba a sus pequeños que conversaban de todo un poco. Hasta que cada uno fue a su habitación.
Genoveva entro en su habitación y se sentó en la terraza que da la vista hacia la piscina. Su casa era hermosa y se negaba a perderla, pero debía aceptar que ya no le pertenecía y que debía dejarla.
Porque ella había estado pensando en algunas opciones, para conseguir dinero y poder rentar un lugar mas pequeño. Tal vez algún departamento en algún barrio de clase media. Tal vez debía buscar un colegio menos costoso y cambiar a sus hijos. Tal vez vender la camioneta y comprar un auto más pequeño o tal vez alguna camioneta mas vieja, para que todos puedan viajar cómodos.
Estas eran algunas de sus opciones, pero quería volver a pensarlo. Ella se sentía muy nerviosa e indecisa. Porque mudarse a un lugar desconocido con ocho niños pequeños, la hacia sentir nerviosa y vulnerable.
Por otro lado, el diablillo en su hombro le hacia pensar en la otra opción. Ella tendría que tener sexo con ese hombre, que siendo sinceras no estaba tan mal y podía conservar su casa y como valor agregado le ayudaría con su problema de abstinencia. Solo debía ser discreta, pero había algo que la preocupaba y era el hecho de que ese hombre, pueda encapricharse con ella y querer formalizar algo. Ella no volverá a enamorarse nunca más.
__ ¡Oh no! _ exclamo ella, sintiéndose atrapada y sola.
Genoveva se durmió entre lágrimas y al día siguiente los golpecitos en la puerta la despertaron. Ella vio el reloj y se levanto asustada. Se había quedado dormida, pero afortunadamente aun tenia tiempo de llevarlos, pero debía darse prisa.
Mientras tanto un par de hombres, tomaban café para mantenerse despiertos
__ Explotador. Esclavista _le decía Milano a su amigo Cristiano, que venía saliendo del baño, recién bañado y lucia fresco como una lechuga, mientras que él no podía mantener los ojos abiertos
__ jajaja, eres una nena. No aguantas nada. Ve al baño y quítate esas lagañas. Nos esperan en la sala de juntas.
__ No, no Cristiano, dijiste que cuando termináramos, podía dormir.
__ Y mantengo mi palabra, pero aún no hemos terminado. Vamos holgazán _ le dijo cristiano y Milano salió corriendo para el baño. Quería escaparse de su amigo, aunque sea para darse un baño y cambiarse de ropa.
Después de media hora, Milano salió como nuevo, pero con sueno.
Cristiano le sonrió y le hizo señas para llegar hasta la sala de juntas. El personal estaba citado por el departamento. Ellos querían revisar cada expediente y conocer a la persona, revisar si estaban conscientes de su salario y si recibían, justo el monto que estaba estipulado.
En ese procedimiento estuvieron todo el día y los dos días siguientes.
Al tercer día ya habían terminado con esa sucursal y solo le quedaban veinte personas, que no pertenecían a ningún departamento o que por lo menos, sus supuestos compañeros no los conocían.
Estos trabajadores no tenían un expediente, ni un contrato de trabajo. Solo había un número de cuenta y una nota escrita a mano con la cantidad estipulada. El único soporte era una firma del abogado Pietro. Todos esos supuestos empleados, tenían menos de un año de antigüedad en la empresa y recibían unas jugosas cantidades de manera regular y permanente.
Lo primero que hizo Cristiano, fue suspender esos pagos hasta que terminaran la auditoria. La idea es que los titulares de esas cuentas aparecieran reclamando sus depósitos.
Y por supuesto que la primera en aparecer fue Genoveva. Ella después de dejar a sus pequeños en la escuela fue a hacer unas compras y su tarjeta fue rechazada. Hace un día que debían haber depositado y nada.
Pero esta vez ella encendería ese maldito edificio si era necesario. Santiago Santibáñez comenzará a pagar cada una de sus lágrimas. Porque si no le daba la cara, ella lo demandará y hará un escándalo tan grande que saldrá en todas las revistas del país.
La recepcionista vio llegar a Genoveva y se imaginó a que venía, pero esta vez ella no la detendría. Ella misma ha tratado de averiguar algo sobre el CEO Santibáñez y nadie ha sabido darle razón. Por lo que esta vez, ayudará a la ex de su jefe a que haga justicia por su propia mano.
__ señora Genoveva _le dijo ella saludándola
__ No trates de detenerme, ese maldito me pagará todas las que me debe.
__ No, al contrario, si quiere puede hablar con la chica de la guardería, para que deje a sus niños ahí. El CEO Santoro es muy grosero y patán no creo que le importe gritarle delante de los niños y los asustara
__ ¿Harías eso por mí?
__ Si claro, venga
Genoveva caminó algo desconfiada detrás de la mujer, pero al ver el lugar tan lindo y algunos niños jugando, aceptó
La recepcionista le cobró un favor a la cuidadora y la chica aceptó de muy buena manera.
Genoveva le agradeció a la chica y caminó rumbo a los ascensores. Cuando vio las puertas cerrarse sus manos le comenzaron a sudar. No tenia idea de lo que se encontraría en ese lugar, pero si de algo estaba segura era de que no permitiría que le quitaran su pensión. Alguien debía comunicarse con Santiago. No podía habérselo tragado la tierra.