OH ¡MAESTRO! QUIEREME

Era una noche tranquila, sin mucho que hacer. Después de una semana llena de trabajo y clases, Soo-Yeon decidió tomarse un descanso y organizar una "noche de chicas" con su mejor amiga, Song Eun-Ji. Era una tradición que habían mantenido durante años: pedir comida para llevar, ver películas y, por supuesto, ponerse al día con sus vidas. Pero esa noche, la conversación de Soo-Yeon sería diferente.

Cuando Eun-Ji llegó a su apartamento, trajo consigo una gran bolsa de snacks y una botella de vino. Se abrazaron como siempre lo hacían, antes de ir directamente al sofá, donde comenzaron a preparar la comida mientras una ligera conversación comenzaba a fluir entre ellas.

—¿Todo bien? —preguntó Eun-Ji, mirando a su amiga mientras comenzaba a abrir las bolsas de snacks.

—Sí, todo bien. —respondió Soo-Yeon, pero algo en su tono no convenció a Eun-Ji.

—¿Seguro? Porque estás muy callada. ¡Vamos, dime qué pasa! —insistió Eun-Ji con una sonrisa juguetona, mirando a Soo-Yeon con esa mirada curiosa que solo las amigas cercanas tienen.

Soo-Yeon suspiró, lanzando una mirada al vacío, como si estuviera buscando las palabras correctas. Finalmente, se giró hacia su amiga, quien ya estaba sentada cómodamente con una copa de vino en la mano.

—Es sobre Joon-Ho. —dijo con un tono suave.

Eun-Ji arqueó una ceja, mostrando su evidente interés. Había escuchado el nombre de Joon-Ho varias veces en las últimas semanas. Soo-Yeon le había hablado de él con cierta frecuencia, pero nunca había compartido tanto. Eun-Ji había notado el cambio en su amiga, cómo hablaba con una chispa diferente cuando mencionaba su nombre.

—Ah, ¿Joon-Ho? ¿El chico del que tanto hablas últimamente? —preguntó Eun-Ji, con una sonrisa que reflejaba su curiosidad.

Soo-Yeon asintió, sintiendo un pequeño nudo en el estómago. Hablar de Joon-Ho siempre le causaba un sinfín de emociones, pero esa noche, las dudas empezaban a aflorar más que nunca.

—Me gusta... —Soo-Yeon se detuvo, suspirando de nuevo. —Es solo que... no sé qué hacer. A veces siento que me entiende, que tenemos una conexión real, pero otras veces siento que tal vez estoy leyendo demasiado en nuestra relación.

Eun-Ji la miró detenidamente, su expresión suave pero sabia. Como amiga, Eun-Ji siempre había sido esa persona que la escuchaba sin juzgar, lo que hacía que Soo-Yeon pudiera abrir su corazón sin temor.

—¿Tienes miedo de que no sea lo que tú piensas? —preguntó Eun-Ji, mientras tomaba un sorbo de vino, invitando a Soo-Yeon a hacer lo mismo.

Soo-Yeon suspiró y dejó su copa a un lado, comenzando a hablar con más claridad.

—Sí. Bueno, no sé... A veces siento que Joon-Ho es tan distinto a mí. No es como los chicos con los que suelo salir. Él... tiene algo que me atrae, pero no estoy segura de qué tan bien me conoce en realidad. Tal vez todo esto sea solo una ilusión.

Eun-Ji la observó por un momento, luego dejó caer un trozo de pan en su boca, pensativa.

—La verdad es que siempre que hablas de él, te iluminas. Y no es solo el hecho de que te guste, es que realmente parece que hay algo más. Como si te importara de verdad. Y si te preocupa tanto, ¿no sería mejor arriesgarte? Quizás no te dé respuestas claras ahora, pero tal vez eso sea lo que necesitas para saber si lo que sientes es real.

Soo-Yeon no pudo evitar sonreír levemente, agradecida por la perspectiva de su amiga. La incertidumbre que sentía era real, pero escuchar a Eun-Ji le dio una pequeña dosis de claridad.

—Tal vez tengas razón. —respondió con un suspiro, recostándose en el sofá. —Pero... ¿y si no me corresponde? ¿Y si todo esto solo es un juego para él?

Eun-Ji le dio un golpe suave en el brazo, riendo con calma.

—Escucha, Soo-Yeon. No vas a saber la respuesta si no lo intentas. Y si él realmente te quiere, lo sabrás, no hay nada de malo en arriesgarte.

Soo-Yeon pensó en las palabras de Eun-Ji, pero en lo más profundo de su corazón, las dudas seguían ahí. ¿Debería arriesgarse? ¿Se estaba abriendo demasiado rápido con alguien como Joon-Ho, tan impredecible?

Esa noche, mientras continuaban con su maratón de películas y vino, las dudas de Soo-Yeon no desaparecieron, pero por lo menos se sintió más tranquila al saber que su amiga la apoyaba.

Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Mi-Ra y sus amigos se reunían para una noche de cine. Kim Ji-Hoon, Cha Min-Soo, Song Eun-Ji (la misma amiga de Soo-Yeon), Kim Na-Ri y el chico problemático de la universidad, Song Eun-Ji, se habían reunido en una sala de cine para disfrutar de una película reciente que todos querían ver. Sin embargo, para Mi-Ra, la noche tomaría un giro inesperado.

Eun-Ji, quien siempre había tenido una actitud un tanto posesiva hacia Mi-Ra, la había estado mirando con ojos cautelosos toda la noche. A lo largo de los meses, había dejado claro que sus sentimientos por Mi-Ra no solo eran de amistad, sino algo mucho más profundo. Sin embargo, Mi-Ra nunca le había correspondido de la misma manera.

Al terminar la película, todos decidieron ir a una cafetería cercana. Durante el trayecto hacia la salida, Mi-Ra comenzó a sentir que Eun-Ji la seguía de cerca, siempre estando a su lado. Era como si él no pudiera dejarla ir.

Una vez en la cafetería, Mi-Ra se dio cuenta de que la situación había cambiado. Song Eun-Ji comenzó a comportarse de manera más directa, algo que nunca había hecho antes. Su actitud había cambiado de repente, como si el espacio entre ellos ya no fuera suficiente.

Después de un rato, cuando todos comenzaron a despedirse, Eun-Ji se acercó a Mi-Ra, tomándola suavemente del brazo.

—Mi-Ra, necesito hablar contigo. —dijo, mirando fijamente a sus ojos.

Mi-Ra frunció el ceño, sin entender del todo lo que estaba pasando.

—¿De qué se trata, Eun-Ji? —preguntó, tratando de alejarse ligeramente, pero él la detuvo.

—Quiero que sepas que me gustas. —dijo finalmente, con una expresión seria en su rostro.

Mi-Ra, tomada por sorpresa, lo miró fijamente. No había dudas sobre lo que había dicho. Eun-Ji siempre había sido cariñoso, pero nunca tan directo como ahora.

—Eun-Ji, no... —respondió Mi-Ra, un poco desconcertada. —Yo... te veo como un amigo, nada más.

La sinceridad de Mi-Ra era clara, pero Eun-Ji no parecía dispuesto a rendirse. Con un movimiento inesperado, se acercó más y, antes de que Mi-Ra pudiera reaccionar, la besó.

Mi-Ra lo empujó suavemente, separándose rápidamente de él, con el corazón acelerado y los ojos abiertos por la sorpresa.

—No, Eun-Ji. ¡No lo vuelvas a hacer! —dijo, su voz firme aunque temblorosa por la situación. —Te quiero como amigo y hay alguien más en mi corazón.

Eun-Ji la miró fijamente, con el dolor evidente en sus ojos. Sin embargo, asintió con la cabeza, comprendiendo finalmente que sus sentimientos no serían correspondidos.

—Lo siento, Mi-Ra. No debí... —dijo, con una expresión de arrepentimiento. —Solo... no sé qué me pasó. Solo te quiero mucho.

Mi-Ra lo miró con una mezcla de tristeza y compasión, sabiendo que esta era una conversación difícil para ambos.

—Te aprecio, Eun-Ji, pero no puedo corresponder a tus sentimientos. Espero que puedas entenderlo. —respondió, suavizando su tono para que no se sintiera mal. —Por favor, sigamos siendo amigos.

—¿Es por él? ¿Realmente te gusta el maestro de matemáticas?

—Si tienes la pregunta debes haber deducido la respuesta. Si es por el maestro, me gusta desde hace más de un año...y ya veo avances en nuestra relación.

Con una última mirada silenciosa, Eun-Ji asintió, aceptando la situación. Sin embargo, Mi-Ra sabía que las cosas no serían fáciles. Había roto el corazón de alguien que siempre había estado a su lado. Pero también sabía que no podía seguir ocultando sus propios sentimientos por otra persona.