Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 20
Hoy empieza una nueva semana y es la tercera trabajando en el bufete, me ha ido súper bien, mi jefe es un señor en todo el sentido de la palabra, un caballero y su familia es preciosa, su señora esposa es una linda mujer, me han acogido de una manera increíble.
Hoy, Hemos trabajado toda la mañana en unos casos que tiene mi jefe represados. Después de unas hora muy productivas, se llega la hora del almuerzo, así que me dirijo hacia el comedor de la empresa y me siento al lado de las otras secretarias, en este tiempo he encontrado buenas personas y he hecho algunas amigas.
En estas semanas, he encontrado el apoyo que jamás pensé tener en mi vida. También, quiero contarles que no he sabido nada de Miguel, no se donde estará, eso me desconcierta un poco, porque ese demonio es impredecible.
Después de la primera semana trabajando me toco contarle a Rosita sobre mi trabajo, ella se sorprendió pero no dijo nada, le pedí guardar mi secreto y después de eso hasta empaca mi lonche.
Hoy me hizo unas pastas con carne muy deliciosas, pero les confieso que hace unos días para acá me he estado sintiendo extraña, la comida me sabe bien, pero el olor me dan náuseas y hoy no fue la excepción.
Desde hace unos días me he sentido mal, he sentido algunos mareos y un cansancio extremo, pero yo duermo bien, no entiendo que me estará pasando. Trato de hacer un gran esfuerzo por terminar mi almuerzo; una vez terminamos regresamos a las oficinas, estando allí, recibo una llamada de recepción en donde me avisan que está el próximo cliente de mi jefe, a quien hago seguir de manera inmediata, pues lo estaba esperando, debe ser una persona muy importante.
Pasados unos minutos, una voz familiar dice — buenos días, vengo a ver al abogado Rodrigo Jaimes, soy Fernando… cuando escucho ese nombre inmediatamente subo la mirada y veo a mi amor parado al frente, él se percata de mi existencia y dice — Mariana, que haces aquí?… me sonrojo y respondo — hola Fernando, trabajo aquí… el desconcertado dice — cómo que trabajas aquí? y de secretaria, tú esposo tiene mucho dinero, no entiendo… bajo la mirada y le digo — trabajo porque sabes muy bien que siempre he sido independiente y no me gusta depender de nadie para conseguir mis cosas… él aún con dudas dice — entiendo… en ese momento sale mi jefe y recibe a Fernando muy amablemente y me pide el favor llevarles a la oficina dos cafés.
Mientras ellos ingresan a la oficina, pienso en cómo tanto amor se pudo quedar en mis manos, ame tanto a ese hombre que hubiese dado mi vida por él.
La reunión entre Fernando y mi jefe se demoró bastante; mientras tanto adelante algunos documentos que mi jefe debe presentar mañana en el juzgado, hoy particularmente me estoy sintiendo un poco agotada; no entiendo porque si enserio e trabajo es igual al de todos los días, no hay nada extraordinario para sentirme agotada.
Mientras estoy sumida en mis pensamientos, llega Mary una de mis amigas del bufet y se queda mirándome de una manera extraña y dice — estás bien Mariana?… la miro confundida y respondo — me siento un poco cansada pero en general si me siento bien… mientras estamos conversando sale Fernando y mi jefe, se despiden de una manera muy cordial, luego Fernando se acerca y me dice — me dio gusto volver a verte Mariana, te extraño mucho amiga… sonrío y respondo — que te vaya muy bien… él levanta la mano despidiéndose.