Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Primer paso
...
Jaden no era un experto en psicología, pero sabía que para comenzar a cambiar su vida bien podría iniciar con algo pequeño y fácil. Y no se le ocurrió mejor inicio que reordenar su propia habitación.
No es que fuese una persona descuidada con su espacio personal. Sin embargo, por primera vez —desde su llegada a la Academia— abrió las ventanas y dejó que el aire corriera justo cuando el sol estaba en lo alto, deshaciéndose así de la atmósfera opresiva en el interior.
A decir verdad, su situación era un poco especial. Al ser un mago oscuro prefería los espacios oscuros y cerrados, pero consideró que seguir así solo haría que su mente se sumiera a un estado psicológico lúgubre. Y eso era lo que menos necesitaba en su futuro próximo. Además, aunque los espacios demasiado iluminados y la luz del sol le irritaban en largos lapsos de tiempo, no le era imposible vivir así.
Por ello, aprovechó el “día de descanso” que le brindaron los golpes de Rainer para asimilar la nueva información que poseía; limpiar su habitación; y decidir cómo destrozar la trama, o al menos, intentarlo.
Y así lo hizo. Por la mañana ordenó de pies a cabeza el lugar. Por suerte no tenía un compañero de cuarto, así que mover las cosas no resultó un problema. Y dado que todos estaban en clases, pudo hacer tanto ruido como quisiera.
—Bueno, si voy a ser positivo justo como dijo papá, puedo comenzar ahora mismo, ¿no? —balbuceó luego de mover sus cosas a la cama de a lado. —En ese caso… puedo decir que gracias a que nadie quiso compartir habitación conmigo, tengo dos camas a mi disposición. Puedo cambiarme de un lado a otro cuando quiera.
El año pasado, Jaden fue invitado por los directivos de la Academia a matricularse como alumno, gracias a su raro atributo de oscuridad. Y aunque eso en sí ya se consideraba un gran honor entre la nobleza, él no dejaba de ser miembro de una simple familia de condes. Y la jerarquía social dictaba que su habitación debía ser compartida con al menos un compañero. Sin embargo, él era un usuario de magia oscura, lo que no tardó en despertar el rechazo de sus pares.
Se suponía que vivir en su propia habitación era un beneficio que se destinaba solo a los mejores nobles del imperio. No obstante, las personas de la Academia pensaron que de todos modos nadie querría compartir espacio con él, por lo que decidieron ahorrarse problemas y se le asignó una habitación individual luego de la primera semana de clases, aun cuando su familia no tenía el poder necesario para solicitar dicho trato.
De ahí el beneficio oculto de tener su propia habitación.
Sin embargo, esto último no lo pensó hasta esa mañana cuando movía las cosas de un lado a otro. Antes de ello, él siempre se sintió algo irritado e incluso avergonzado ante el beneficio inmerecido.
Le hacía sentir más excluido de lo que ya estaba en su día a día. Y volver a su habitación era como volver a la jaula que se le había asignado.
Pero con su nuevo cambio de actitud hacia la vida, ahora lo pensaba más como una bendición. ¡Tenía su propio espacio! Libre de miradas curiosas y ojos temerosos. Y se dio cuenta, no era una jaula, sino más bien su espacio seguro.
Claro que también había otro detalle en el que antes ni siquiera había reparado, y es que no quería que algún hijo noble descubriera la enorme ausencia de personal doméstico a su lado. Y aunque no le afectaba, dado que creció solo con su papá —por lo que estaba acostumbrado a valerse por sí mismo—, resultaría difícil explicarle ese puesto vacío a un adolescente mimado.
No quería ni pensar en lo que haría su familia si debido a él comenzaban a circular rumores de las finanzas de los Softwhisper, tal como: “Ni siquiera se pueden permitir un sirviente para el hijo adoptivo”. Si algo apreciaba su padre por sobre el dinero era la reputación. Y si esta se veía empañada gracias a él…
—¡Por suerte tengo una habitación para mí solo!
Jaden terminó de organizar todo, y el espacio cobró un poco de vida. Al menos ya no lucía como la guarida de algún monstruo oscuro. En su lugar se veía como una amplia y luminosa habitación… aunque esa luz proveniente de las ventanas le lastimaba la vista ligeramente. Y pese a eso, no apartaba la mirada.
—Cierto… —Se dijo, y giró el rostro cuando sus ojos comenzaron a arder.
Era extraño, al ser un mago oscuro demasiada luz podía incomodarlo, pero al mismo tiempo le atraía. Solo podía atribuirlo a la frase: una polilla que es atraída hacia la luz.
Giró el rostro y dejó de pensar en cosas desordenadas. ¡Era hora de ponerse en marcha!
El resto de la tarde, Jaden escribió toda la información que recordaba de la novela, y se enfocó en los sucesos que hacían avanzar la trama. Y al final, llegó a dos cláusulas para la supervivencia de Fegan y la suya.
Primero, su favorito no debía casarse con Bel por nada del mundo, pues el motivo de Dathan para enviarlo a su muerte es cuidar de su hijo, producto de la infidelidad. Si Fegan y Bel no eran pareja, aun si este último quedase en cinta, nada tendría que ver con el pelirrojo.
Y segundo, él mismo no debía involucrarse con el príncipe Astor a como diera lugar, lo que podría resultar obvio. Sin embargo, esto no era solo por su propia supervivencia, sino también por la de Fegan. Pues esto se describe en la novela: luego de que Astor adquiere más poder —debido al sacrificio de Jaden—, es cuando sobrepasa a su favorito y lo derrota con facilidad.
Si él no muere, significa que Astor no tendrá el poder suficiente para vencer a su favorito. Y en el mejor de los casos, si ninguna de esas dos cosas sucedía, sus banderas de muerte ni siquiera tendrían oportunidad de nacer.
¡Era fácil!
Bueno… más o menos.
Estaba en el mismo grupo que Astor, y evitarlo podría resultar en un fracaso. Por lo que recordaba de la novela, y con lo que él mismo ya sabía de él, era probable que este príncipe mimado quisiera jugarle en contra. Así que la solución era alejarse de forma más directa. Ergo, no estar en la misma clase.
Si lograba eso, sería pan comido para él ya no acercarse a Astor.
Por otro lado, la cuestión de su favorito era un poco más complicada que eso. Era probable que a estas alturas Fegan ya comenzara a sentir algo por Bel. ¿Cómo podría interrumpir esos sentimientos?, y también, ¿con qué derecho lo haría?
Ni siquiera era un amigo lejano de su favorito, y apenas se catalogaba como un chico patético que había ayudado por su buen corazón, nada más.
—Bueno, siempre puedo pensar en maneras de interrumpir sus acercamientos… creo… —caviló mientras se frotaba la frente. —Debería comenzar por ser su amigo… Las personas suelen escuchar los consejos de los amigos, ¿no es así?
Sin nadie que le diera respuesta, el tiempo transcurrió.
Al cabo de unos minutos, Jaden dejó lo que estaba haciendo y salió de la habitación. Claro que no se olvidó de acomodarse la venda que envolvía su cráneo de forma que su apariencia luciera más lamentable de lo que en realidad era. Lo que estaba por hacer requería causar un poco de lástima a quien le viera.
Aun con nerviosismo, era el momento de dar el primer paso para cambiar su destino.
Fue así que, aunque temblando un poco, pensando que de una u otra manera la trama le arrastraría de vuelta a su habitación, logró llegar al edificio de administración sin obstáculos.
El chico entró por la puerta, y se dirigió a la recepcionista. En realidad había dos personas ahí, pero el otro joven estaba sentado con un aura deprimente a su alrededor, y ni siquiera levantó el rostro cuando él entró.
—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la chica, que parecía rondar los veinticinco años. Ella se sorprendió al ver el color de su cabello, pero pronto lo dejó pasar, y se concentró en su trabajo.
—Yo… vine a solicitar un cambio… de grupo. —Como un perfecto actor, Jaden puso la mejor expresión temerosa que tenía en su rostro. Y hubo que decirlo, le irritó un poco la facilidad con que logró hacerlo. ¿Qué acaso tenía el espíritu de un cobarde incrustado en los huesos?
—Bien. ¿Cuál es su nombre? —inquirió la chica con voz plana, tan pronto como sacó un simple cuestionario del cajón.
—Jaden Softwhisper. —En cuanto lo dijo, ella comenzó a escribir en la hoja.
—¿A qué grupo pertenece? Y, ¿a qué grupo quiere ingresar?
—2A… y quiero estar en el grupo… 2B.
Al escucharle, los dos que estaban detrás del mostrador le miraron realmente por primera vez desde que ingresó, y lo hicieron con ligera sorpresa. Sobraba decir que todo el mundo conocía a los líderes de ambas clases.
—¿Estás seguro de esto? —La recepcionista reparó en su apariencia lamentable; sobre todo, en la venda que estaba usando en la cabeza. Parecía que no era un simple adorno.
—Sí… lo estoy… A mis compañeros… no les agrado mucho…
Ella asintió, comprendiendo, e incluso mirándole con un toque de lástima. Y no tardó en sacar de otro cajón una pequeña caja negra.
—En ese caso, irá al segundo piso. La oficina del profesor Bastian está al fondo. Debe concertar los detalles con él. Leo le llevará —dijo la recepcionista, antes de poner en manos del chico la pequeña caja, así como la hoja.
Sin decir palabra, ese joven se levantó, indicándole que fuera tras él. Y así lo hizo.
Mientras subían las escaleras, el pelinegro repasaba su historia en silencio. Ya sabía lo que tenía que decir, solo no debía olvidarlo.
Se limpió el sudor de las palmas en el costado del pantalón. Y luego de lo que le pareció una eternidad —aunque era probable que no hubiesen pasado ni tres minutos desde que comenzaron a caminar —, llegaron frente a una puerta de caoba.
Leo tocó, y solo después de recibir una confirmación, abrió.
“Bien… este es mi primer paso real para cambiar mi vida… ¡sin presión!”, se animó.
...
gracias autora
Animo, mi papá falleció apenas, pero si, la vida sigue.