¡El Lío De Carlos!

Al entrar al restaurante, Janeth buscó al señor Miller con la mirada. Lo identificó rápidamente en una mesa cercana a la ventana. Era un hombre mayor, vestido con un traje impecable y una actitud formal.

Se acercó con algo de duda, pero con la intención de resolver el misterio que le inquietaba.

J: Hola, señor Miller. Aquí me tiene.

Señor Miller: Hola, Janeth. Por un momento pensé que no vendrías. —comentó con evidente alivio— Por favor, toma asiento.

Janeth asintió y ocupó el lugar frente a él, colocando su bolso con cuidado en su regazo.

J: Gracias. Entonces, ¿para qué quería verme? —preguntó directa, pero con cortesía.

Antes de que el señor Miller pudiera responder, el mesero se acercó con las cartas en la mano, colocándolas frente a ambos con una sonrisa.

Mesero: Buenas noches. Aquí tienen el menú. Regreso en unos minutos para tomar su orden.

Con un leve asentimiento, el mesero se retiró, dejando a Janeth y al señor Miller frente a frente, listos para una conversación que prometía ser interesante.

El señor Miller observa a Janeth fijamente, con una expresión seria pero amable. Ella, nerviosa, sostiene el menú sin saber exactamente qué esperar de la conversación.

Señor Miller: Sé más de ti de lo que crees, Janeth. Sé sobre la situación de tu abuelo, sobre la enfermedad que padece y la cantidad que necesitas para cubrir la operación.

Janeth lo mira sorprendida y algo incómoda.

Janeth: ¿Cómo...? ¿Cómo sabe todo eso?

Señor Miller: Digamos que tengo mis maneras de obtener información. No te asustes, no pretendo hacerte daño. Al contrario, quiero ayudarte.

El mesero regresa a la mesa y toma sus órdenes. Ambos piden algo sencillo. Cuando el mesero se retira, el señor Miller continúa hablando.

Señor Miller: Puedo darte el dinero que necesitas, Janeth. Todo, desde la operación de tu abuelo hasta las facturas del hospital.

Janeth: sorprendida y con la voz entrecortada. ¿Por qué haría eso? Apenas nos conocemos.

Señor Miller: Porque creo que puedes ser la solución a un problema que llevo cargando por años. Mi hijo, Carlos, necesita sentar cabeza. Él... no comparte mi visión de la vida ni la responsabilidad que debería tener como heredero de nuestra familia.

Janeth frunce el ceño, comenzando a entender a dónde va la conversación.

Janeth: ¿Qué está tratando de decir?

Señor Miller: Es simple. Quiero que te cases con mi hijo, Carlos. A cambio, no solo cubriré los gastos de tu abuelo, sino que te aseguraré estabilidad económica de por vida.

Janeth deja el menú en la mesa con fuerza y lo mira con incredulidad.

Janeth: ¿Está hablando en serio? ¿Casarme con alguien que ni siquiera conozco?

Señor Miller: Lo estoy. No espero que me des una respuesta ahora. Pero quiero que lo pienses.

El señor Miller saca una tarjeta de presentación de su bolsillo y se la entrega a Janeth.

Señor Miller: Aquí tienes mi número. Llámame cuando tomes una decisión.

Janeth: No creo que haya nada que pensar. Esto es absurdo.

Señor Miller: -levantándose de la mesa con calma-. Tal vez lo parezca ahora, pero los días pasarán, y cuando veas lo que está en juego, quizás cambies de opinión.

El señor Miller le dedica una última mirada firme, se ajusta el saco y se retira del restaurante, dejando a Janeth confundida y con una mezcla de indignación y preocupación.

POV Janeth: ¿Cómo se atrevió a pedirme algo así? ¿Piensa que puede comprarme como si fuera un objeto? Pero... ¿qué voy a hacer? Mi abuelo necesita esa operación.

Se queda sentada en la mesa, mirando la tarjeta con el nombre de Javier Miller en letras doradas. Sus pensamientos son un torbellino de emociones mientras trata de decidir qué hacer.

Después de la tensa reunión con el señor Miller, Janeth llegó a su casa visiblemente alterada. Sus pensamientos giraban en torno a las palabras del hombre y la sorprendente propuesta que le hizo.

Entró a su hogar, saludó a su abuelo con una sonrisa forzada y subió directamente a su habitación. Abrió el grifo de la ducha y dejó que el agua tibia cayera sobre ella, esperando que eso la relajara. Sin embargo, el constante zumbido de las palabras de Javier Miller resonaba en su mente.

"¿Cómo puede pedirme algo así? Casarme con alguien a quien ni siquiera conozco... Pero el dinero... ¿Y mi abuelo?"

Luego de su baño, se puso su pijama favorita y se acostó. Pero el sueño no llegaba. Dio vueltas en la cama, una y otra vez, mientras sus pensamientos la atormentaban.

"Si acepto, ¿qué pensarán de mí? Pero si no lo hago, ¿cómo pagaré el tratamiento de mi abuelo? Él necesita esa operación. Pero no puedo vender mi libertad... ¿O sí?"

El reloj avanzó y pronto dieron las 2 de la madrugada. Exhausta por el estrés y la confusión, Janeth finalmente se quedó dormida, aunque su descanso estuvo lejos de ser reparador.

Al día siguiente

A las 8 de la mañana, el sonido estridente de su teléfono la despertó abruptamente.

—¡Ay! —exclamó mientras caía al suelo, enredada en las cobijas.

Desde el suelo, extendió la mano para alcanzar su celular y miró la pantalla: era Valeria.

"¿Por qué me estará llamando tan temprano?" -pensó-, mientras respondía la llamada con la voz aún adormilada:

Janeth se acomodó en la cama mientras sostenía el teléfono con una mano.

V: ¡Hola, Janeth! ¿Cómo estás?

J: Hola, Valeria... -bosteza- Bien, supongo.

V: ¿Segura? Porque son las 8 de la mañana y suenas como si hubieras pasado toda la noche despierta. ¿Qué vas a hacer hoy?

J: Dormir.

V: ¿Dormir? ¡Por favor! No puedes quedarte todo el día en la cama, Janeth. Tienes que salir, respirar aire fresco, distraerte un poco.

J: Es que no pude dormir bien anoche...

V: ¿Por qué? ¿Pesadillas o qué pasó?

J: Es algo complicado. No puedo explicártelo por teléfono...

V: -Intrigada- Hmm, esto suena serio. Está bien, vamos a vernos. Hay una cafetería nueva cerca de mi casa que quiero probar. Te veo allí en una hora, ¿te parece?

J: -Suspira- Está bien, Valeria. Nos vemos allí.

Janeth colgó el teléfono y se dejó caer nuevamente sobre las almohadas. A pesar de la falta de sueño, sabía que hablar con Valeria sería mejor que quedarse sola en su casa con los mismos pensamientos torturándola.