Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 14
“Bia”
Pasé junto a él, encendí la radio y la puse en mi emisora favorita, suena de todo un poco, está sonando Léo Santana y mientras paso por su lado, agarro una escoba y empiezo a bailar, siguiendo la música y trapeando al mismo tiempo. Durante unos instantes, él se queda parado, luego parece volver al mundo y comienza a echar agua; este trabajo es demorado, pero terminamos cerca de las 10:00.
Regreso, tomé la medicación de los lechones y vuelvo. Él ya ha enrollado la manguera y está mirando a Genoveva. Me acerco y le acaricio la espalda a la cerda y le digo:
—Parece que le gustas, esta es Genoveva; tuvo 12 lechones, saqué 5 para cuidarlos, así ella puede criar a los demás con salud.
—¿Todos tus animales tienen nombre?
—Solo los que cuido personalmente, las novillas no tienen manera, son muchas; optamos por numerarlas, así es más fácil controlarlas.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
—Vamos a medicar a los lechones y atenderlos.
Pasamos más de una hora entre medicar y cuidar de todos, de repente escucho una campana.
—Bia se levanta con el lechón en la mano y hace una señal.
—¿Qué está pasando?
—La campana es María avisando que es hora del almuerzo; hice señal avisando que ya vamos.
—Antes ella se puso a gritar como una loca para avisarnos que el almuerzo estaba listo, así que tuve la idea de implantar un sistema que le facilitara la vida.
—Ella toca la campana y nosotros damos una señal avisando que ya vamos; así nadie tiene que estar gritando unos a otros.
—¿Y si estás lejos de casa, cómo hace?
—Por WhatsApp, envía una carita feliz y ella sabe que entendiste.
—Vamos, necesitamos lavarnos, si no, se va a enojar por el olor a cerdo.
Ahí entendí la lógica de la ducha; todos se bañan antes de sentarse a la mesa, uno por uno van lavándose y saliendo. Bia se va quedando atrás y yo espero junto a ella.
—Puede ir, a mí me gusta ser la última.
—Te voy a esperar.
En ese momento llegan los que vi bañándose con ella, el encargado y el chico de la puerta; se acercan a donde estamos y me miran curiosos.
El chico cuyo nombre no sé comenta:
—¿Ella te puso a lavar los chiquero?
—Sí, pero fue tranquilo.
—¿Fue tranquilo lavar todas esas jaulas? ¿Las cerdas no te extrañaron?
Bia interviene en la conversación:
—Lino, cállate y ve a darte tu baño; María se va a enojar si retrasamos su almuerzo.
—Vaya Bia, solo tengo curiosidad; nunca dejas que nadie se acerque a tus cerdas, él llegó ayer y ya está cuidándolas.
Veo a Bia cerrar los ojos y salir empujando a Lino hacia debajo de la ducha.
El encargado me mira y hace una señal para que lo siga, sale corriendo, se mete bajo la ducha y sale por el otro lado sosteniendo a Bia por la cintura. Ella parece una niña jugando con los dos y yo me quedo allí admirando.