Volvi de la muerte, solo para vengarme de los que me lastimaron, tuve que cambiar y volverme fuerte para no sucumbir ante el amor, ese amor que nunca fue y nunca será, mi único objetivo es recuperar lo que un día fue mío.
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Capitulo VI La cafetería
— El día de hoy tenemos reunión con el presidente de empresas Durán. — informo Fernando leyendo la agenda de Diana.
— Muy bien, imagino que el señor Figueroa vendrá hasta nuestra empresa?. — pregunto Diana indiferente.
— Así es señora, el señor Figueroa vendrá a nosotros con los cambios que se le pidieron del contrato. — respondió Fernando profesionalmente.
— Gracias Fernando, puedes seguir con tu trabajo. — Indico Diana.
Una vez se quedó sola, Diana cerró los ojos y los recuerdos empezaron a llenar su mente, todo lo que vivió en su pasado la ha hecho ser la mujer fría y sin sentimientos que es ahora, ella juró vengarse de todos aquellos que la lastimaron sin importar quien fuera.
— Veo que te estás relajando mucho. — dijo Alejandro entrando a la oficina de Diana.
— Creo que tengo derecho a descansar un poco. — respondió Diana volteando a ver su computadora.
— Últimamente, estás de mal humor, mejor vengo después. — dijo Alejandro saliendo de la oficina.
— Ese hombre me tiene harta!. — dijo Diana en voz alta.
Diana siguió concentrada en su trabajo, no quería pensar más en Alejandro y sus problemas existenciales, últimamente Alejandro se estaba comportando extraño, él siempre fue amable y cariñoso con ella, pero desde que llegaron al país ha cambiado mucho, lo bueno es que no tenían mucho tiempo saliendo y Diana aún no sentía nada por él más que agradecimiento.
— Señora su cita acaba de llegar. — dijo Fernando entrando a la oficina.
— Gracias Fernando, por favor hazlo pasar. — respondió Diana mirando a Fernando.
El hombre asintió con la cabeza y salió de la oficina, unos segundos después entro Emir con un semblante tan frío como el de Diana.
— Buenos días, señora Sandoval. — saludo, Emir cortésmente.
— Buenos días, señor Figueroa, por favor tome asiento. — Señaló Diana, la silla delante de ella.
— Como lo prometí aquí tiene el contrato con las modificaciones que usted pidió. — Emir le entrego el documento a Diana.
Ella revisó las cláusulas y cada párrafo del dichoso documento, este apenas era el principio para adueñarse de las empresas Durán.
— Al parecer todo está bien, solo queda que el documento pase por las manos del abogado de la empresa y entonces podremos reunirnos para firmar. — explico Diana mirando fijamente a Emir.
Sus miradas se mantuvieron fijas como si se estuvieran retando el uno al otro.
— Entonces no le quito más su tiempo, me retiro. — dijo Emir levantándose para retirarse.
Diana solo lo miró marcharse sintiendo una opresión en su corazón, ya que Emir estaba mucho más guapo y se veía mucho más hombre que hace siete años.
POV
— Eres tan hermosa. — dijo Emir mirando tiernamente a Ana.
— Si, sobre todo mis horribles pecas. — contesto Ana sonrojada.
— Te ve tan dulce cuando te sonrojas de esa manera. — expreso Emir besando tiernamente a Ana.
— ¿De verdad te gusto?. — pregunto Ana temerosa.
— No, tú no me gustas, tú me encantas y puedo pasar el resto de mi vida contigo. — confesó Emir besando nuevamente a Ana.
Esa fue la primera vez que Emir y Ana estuvieron juntos, Ana se entregó a él y Emir se entregó a ella, ambos estaban tan enamorados que pensaron que nada los podría separar.
Fin del recuerdo.
Diana continuo con su trabajo, tenía mucho por hacer y no tenía tanto tiempo, después de terminar su jornada Diana decidió salir a caminar y despejar su mente, a ella no le gustaba llegar cargada de malas energías a casa con su hija.
Diana se encontraba en una cafetería, necesitaba un fuerte café caliente, ya que las noches eran frías y la hacían sentir tanto pesar, en ese preciso momento entro Emir, él estaba solo y pidió un café sin azúcar, eso no había cambiado aún le seguía gustando el café de esa manera, cuando Emir estaba por marcharse se dio cuenta de que Diana estaba sentada en una de las mesas mirando en su dirección, por cortesía Emir decidió acercarse a saludarla.
— Buenas noches, señora Sandoval. — saludo Emir.
— Buenas noches, señor Figueroa. — respondió Diana, el saludo.
— Le molesta si compartimos mesa? — pregunto Emir frotando sus manos en el vaso.
— Si claro igual en unos minutos me retiro. — contesto Diana sin expresión alguna.
— Es una casualidad encontrarnos aquí, este lugar me trae buenos recuerdos. — expreso Emir con algo de nostalgia.
Ese café era donde Ana y él se encontraban cuando querían ser dos personas normales enamorados y sin prejuicios.
— Venía con un viejo amor?. — pregunto Diana con curiosidad.
Cuando Emir iba a contestar dos hombres armados entraron a la cafetería, apuntaron a los presentes y les pidieron sus teléfonos y todo lo de valor que tuviesen, Emir por impulso cubrió a Diana con su cuerpo y le pidió que se quedará quieta, que esto pasaría pronto, Diana estaba aterrada ante aquellos criminales, ella colocó su teléfono sobre la mesa al igual que Emir, también sacaron el efectivo que tenían encima y lo dejaron todo sobre la mesa, uno de los delincuentes se acercó a ellos y al ver a Diana sus ojos se llenaron de lujuria.
— Podemos llevarnos un rehén?. — pregunto el sujeto.
— Eso no está en nuestros planes, mejor salgamos de aquí. — ordeno el otro delincuente.
— Tienes que ver a esta diosa, con ella podemos divertirnos un rato. — declaró el primer delincuente.
El segundo delincuente se acercó y vio la belleza de Diana, así que decidieron llevársela, Emir no podía permitir que esos hombres se llevarán a Diana, así que espero a que intentarán llevársela y mientras uno de ellos forcejeaba con ella el otro apuntaba a los presentes, Emir aprovecho esta situación para enfrentarse al delincuente que apuntaba a los demás clientes, fue una lucha cuerpo a cuerpo y Emir logro desarmar al sujeto, mientras tanto Diana hizo uso de sus habilidades de defensa personal y le dio una fuerte golpiza al sujeto que pretendía llevársela, unos minutos después llegaron los policías y se llevaron detenidos a los dos delincuentes, los clientes agradecieron a Emir y a Ana quienes debían ir a la estación de policía a rendir su declaración, aunque ellos estaban cansados, no les quedó de otra que ir a declarar.