Rota

Cristina, Mackenzie y Cristal se quedaron muy preocupadas, aunque Adolfo les aseguró que no pasaba nada, ellas estaban completamente seguras que si, pues no era común verlo en ese estado.

Llamaron a Marta y está como no tenía conocimiento alguno de lo ocurrido dijo que todo estaba bien, asi que supusieron que fue solo algo referente al trabajo y siguieron disfrutando un día diferente en la alberca.

Mackenzie no solo caminaba dentro del agua, sino que nadaba tal cual lo hacía antes, no usaba bañador, sino ropa ancha y debajo tenía un traje completo color piel con relleno que la hacía lucir como antes.

Aunque Cristina le dijo que se mostrara como actualmente está ante su hermana se rehusó y le prohibió tocar el tema, principalmente pues quería saber si ella volvería a mencionar su peso o haría algún comentario ofensivo, cosa que no ocurrió.

Más, sin embargo, prefirió seguir con su idea del traje, afortunadamente tenía varios, pues que cargaba estaba empapado.

Estuvieron un rato en la piscina y luego entraron a cambiarse.

Mackenzie se alistó para ir a la universidad ese día debía presentar una evaluación importante con esta adelantaría mucho en su carrera.

Le incomodaba usar el traje, pero debía hacerlo por lo menos hasta salir del edificio.

Ya en el auto, subió la ventana divisoria y se cambió.

Como era de esperarse obtuvo la mayor puntuación en la evaluación lo que le permitió adelantar un semestre completo de la carrera.

Con tres años de estudio en derecho internacional, Mackenzie era considerada una experta litigante y tenía un ojo para analizar contratos que no pasaban nada por alto.

Ella dominaba tres idiomas a la perfección, que eran el Inglés su idioma natal, el español y el ruso que era enseñado desde niños, ya que debían involucrarse de adultos en la empresa petrolera y este era un requisito indispensable, también sabía un poco de francés e italiano.

Cristal solo manejaba el inglés y ruso, pero ella lo odiaba.

Mariano hablaba, inglés, ruso y árabe, este lo aprendió por petición de Luigi.

De camino a casa, Mackenzie hizo lo mismo que de ida, se cambió colocándose el traje y la ropa anterior.

Al llegar escucho risas provenir de la cocina, se acercó y vio a su mamá y hermana haciendo galletas, se lavó las manos y se unió a ellas.

Por lapso de tiempo sonreía recordando los momentos bonitos, y luego a su mente llegaban las burlas, humillaciones, maltratos y esa sonrisa se borraba.

Se despidió con la escusa de estar agotada y se fue a su habitación, donde tenía una máquina de coser en un rincón.

Aprendió como terapia para mantener la mente ocupada y ahora, amaba hacerlo.

La empleada que hacía en aseo tenía una hermosa princesa de 5 años y ella adoraba hacerle algo lindo, esta vez hizo un lindo pijama de minie.

Así dejo de lado esos sentimientos tristes.

Cuando las galletas estuvieron listas, Cristina le llevo un plato con vaso de leche.

Conocía muy bien a su hija y sabía que toda esa situación la agobiada y aún no olvidaba del todo lo ocurrido.

Cristal debía volver, pues estaba en exámenes finales y pronto tendría su graduación.

Solo pasaría tres días con su mamá y hermana, pero ahora su padre se había ido y no sabía como regresaría.

Cuando Mackenzie se marchó de la cocina ella notó que su presencia le afectaba y le dijo a Cristina que debía volver al día siguiente.

Solo una de las custodias quedo a su cuidado y no era conveniente irse solas en un vuelo.Asísi que Cristina decidió llevarla, iría a comunicárselo a Mackenzie y por eso preparo el vaso de leche y las galletas.

Cuando le dijo que debía irse, Mackenzie le dijo que fuese tranquila, ella entendía completamente todo.

Cristina armó su maleta, y Cristal acomodo su equipaje, muchas de sus cosas estaban tal cual las trajo.

Compraron un boleto en primera clase para las dos y Cristina llevo dos guardaespaldas aparte de la custodio de su hija.

Todos fueron en primera clase.

En Inglaterra Luigi había llegado horas atrás y reprendió a los guardaespaldas encargados de cuidar a Mariano.

Fue a verlo a la estación y lo encontró destruido, cuando lo vio corrió a abrazarlo en lágrimas.

Lloro largo rato diciendo que estaba arrepentido de dañar a sus hermanas.

No había denuncia formulada, pero como los hechos ocurrieron dentro de la comisaria no podía irse.

Mariano fue llevado a la celda nuevamente y enfoco una mirada asesina a sus ex amigos, pues para el, todos eran unos traidores.

Los 4 jóvenes temblaron de miedo.

El padre de Felipe trataba de sacarlo, pero los agentes dijeron que esperarían la recuperación de Brenda y si ella ponía la denuncia pasaría una buena temporada en prisión, pues tenía pruebas suficientes y el testimonio de tres agentes.

La situación no pintaba bien para Mariano.

Adolfo aterrizó horas más tarde y fue llevado rápido a ver a su hijo.

Brenda ya había despertado y se encontraba muy nerviosa.

Dos policías vigilaban habitación por seguridad, no había querido entablar la denuncia formalmente hasta no hablar con Adolfo Bailey en persona.

Sabía que estaba acabada, pero jugaría bien sus cartas para no salir tan mal, sacaría provecho de la situación.

Adolfo llegó y encontró a Mariano dormido luego de llorar por mucho tiempo, no quiso molestarlo, pero le folio en el alma verlo de esa manera.

El hubiera querido evitarle ese sufrimiento, pero debía dejarlo tocar fondo y que el mismo abriera los ojos, nadie escarmienta en cabeza ajena y Mariano debía aprender de sus errores.

Luego de hablar y ver como ayudar a su hijo, fue a la clínica a hablar con Brenda quien horas antes había despertado.

Llego y se apresuró a ir a la habitación asignada para esta.

Entro sin tocar la puerta, Brenda dormía, a simple vista era hermosa, parecía un ángel, pero era mala y perversa, sin mencionar pervertida.

Movió levente sus pies hasta despertarla.

Al verlo se hizo la víctima para generar lástima, pero a ver que no funciono, cambio de táctica y comenzó a chantajearlo con denunciar a Mariano.