En un remoto pueblo donde la niebla nunca se disipa, se encuentran vestigios de un antiguo secreto que atormenta a sus habitantes. Cuando Clara, una joven periodista, llega en busca de respuestas sobre la misteriosa desaparición de su hermana, descubre que cada residente guarda un oscuro pasado.
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Capítulo 18: El Retorno de la Oscuridad
A medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, la vida en San Everardo transcurría en una calma inusitada. Clara y Samuel continuaron su labor de guardianes, compartiendo con los habitantes del pueblo el conocimiento que habían adquirido sobre las sombras y la luz. Clara se sentía orgullosa al ver cómo Samuel maduraba en su papel, y con cada nuevo día, su confianza crecía.
Sin embargo, en lo profundo del bosque, donde la luz apenas penetraba, una inquietud comenzó a gestarse. La sombra que Clara y Samuel habían enfrentado nunca había desaparecido por completo; simplemente había estado esperando el momento propicio para regresar. Y ese momento estaba cerca.
Una tarde, mientras Clara y Samuel exploraban una parte inexplorada del bosque, notaron un cambio en el ambiente. El aire se volvió pesado y un frío inexplicable se deslizó entre los árboles. Samuel, al sentir la tensión, se volvió hacia Clara, su expresión grave.
—¿Sientes eso? —preguntó, su voz un susurro.
Clara asintió, el instinto de protección surgiendo en su interior. Sabía que algo no estaba bien. Desde su encuentro con la sombra, había aprendido a estar atenta a los cambios del bosque, a los susurros del viento. En ese momento, esos susurros se convirtieron en gritos.
—Debemos regresar al claro —dijo Clara, apretando la mano de Samuel—. Algo se acerca.
Al llegar al claro, encontraron que la atmósfera había cambiado drásticamente. Las velas del altar, que antes brillaban con una luz cálida, ahora parpadeaban erráticamente, como si estuvieran siendo consumidas por una oscuridad inminente. El suelo temblaba levemente, y Clara sintió que el equilibrio que habían logrado había sido perturbado.
En ese instante, la sombra apareció ante ellos, esta vez más oscura y más potente. Pero había algo diferente. La entidad parecía haberse fortalecido, absorbiendo la energía del bosque y el miedo de los habitantes de San Everardo. La voz resonó con una profundidad aterradora.
—Guardians —susurró—, habéis roto el pacto, pero no habéis terminado de pagar el precio. La sombra siempre encontrará la manera de volver, y esta vez he venido para reclamar lo que es mío.
Clara sintió que el miedo la envolvía, pero al mirar a Samuel, vio que él estaba decidido. La luz que había crecido en él en su prueba lo había preparado para este momento.
—No dejaremos que eso suceda —respondió Samuel, alzando la voz—. Hemos aprendido a convivir con las sombras, y no permitiré que te lleves lo que nos pertenece.
La sombra se rió, un sonido que retumbó en el aire.
—Inocente niño, crees que puedes desafiarme. La oscuridad no se desvanece con palabras. Necesitaré algo más que valor para derrotarme.
Clara comprendió que la sombra no solo quería alimentarse de su miedo, sino que también deseaba dividirlos, hacer que se enfrentaran entre ellos. Con un golpe de inspiración, se recordó de las historias de María Echeverría, sobre cómo la sombra había intentado desestabilizar el pueblo a través de la desconfianza.
—Samuel, ¡no podemos dejar que nos divida! —gritó Clara, su voz firme.
La sombra se abalanzó hacia ellos, y Clara sintió cómo sus pensamientos comenzaron a nublarse. Un torrente de dudas y recuerdos oscuros empezó a surgir en su mente. Vio imágenes de sus fracasos, de momentos en que se sintió incapaz de proteger a quienes amaba, y el miedo a perder a Samuel la abrumó.
Pero en medio de la tormenta de emociones, Clara recordó la verdad que había descubierto sobre la sombra: era una parte de ella, y podía transformarla. Concentrándose, empezó a recordar los momentos de luz, las victorias pequeñas pero significativas que había tenido a lo largo de su vida.
Samuel, sintiendo la lucha interna de Clara, la tomó de la mano. En ese contacto, sintió la fortaleza que ambos compartían, la conexión que habían forjado a través de su experiencia. Se giró hacia la sombra.
—No somos solo guardianes, somos parte de esta tierra. No tienes poder sobre nosotros —declaró, su voz resonando con confianza.
La sombra titubeó, sorprendida por la unión de sus voluntades. Clara y Samuel se miraron, entendiendo que la única forma de derrotar a la oscuridad era permanecer juntos.
—Luz y sombra son dos caras de una misma moneda —dijo Clara, su voz clara y poderosa—. Y juntos, podemos encontrar el equilibrio.
Con un grito decidido, ambos levantaron las manos hacia la sombra. Un haz de luz comenzó a emerger de ellos, uniendo sus energías y manifestándose en una brillante esfera que iluminó el claro. La sombra retrocedió, su forma distorsionándose ante el poder de su unión.
—¡Eres parte de nosotros, pero no controlas nuestras vidas! —gritaron en unísono.
La luz creció, abrazando la oscuridad, transformándola. En un instante, la sombra se desvaneció, llevándose consigo el frío y el miedo que había sembrado en el aire. Clara y Samuel, exhaustos pero triunfantes, cayeron al suelo, respirando con dificultad.
A su alrededor, el bosque comenzó a revivir. La calma regresó, y la brisa suave acarició sus rostros, trayendo consigo el olor a tierra y hojas frescas. Sabían que la sombra podría volver en el futuro, pero por ahora, habían reafirmado su papel como guardianes.
Clara miró a Samuel, una sonrisa de alivio iluminando su rostro.
—Lo logramos, Samuel. Pero siempre debemos estar preparados. La sombra nunca se rinde del todo.
Samuel asintió, sabiendo que su viaje apenas comenzaba. Ambos se levantaron, listos para enfrentar lo que vendría, conscientes de que mientras permanecieran unidos, nada podría quebrantar su vínculo, y San Everardo siempre tendría una luz que protegería su historia y su futuro.