"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo V El tío de Leo
El saber que mi papá estaba enfermo me hizo sentir miserable, sentía mucho su situación, pero no podía quedarme en esa casa. Hable con él y le expliqué que estaba acostumbrada a vivir sola, que buscaría un lugar donde vivir y que también buscaría un trabajo en la ciudad, en pocas palabras le dije que no volvería a Inglaterra.
Estaba por salir de la casa, cuando mi peor pesadilla se hizo realidad, mi padre me detuvo, ya que me quería presentar al hijo de un viejo amigo suyo. En ese momento no estaba en condiciones de querer conocer a nadie, ya que mis pensamientos eran un lío, pero mi papá insistió tanto que no me quedó de otra que aceptar. Llegue a la sala de mala gana y con la cabeza hecha un lío y todo se puso peor cuando levante la mirada y vi sentado en el sillón de mi casa al idiota del aeropuerto y del club. Esto debía ser una broma pensé y una sonrisa sarcástica se formó en mis labios. Encontrarme con ese hombre en casa de mis padres me hizo tener, el podría decirle a mi familia que pase la noche en su casa y quien sabe que cosas más. También podría intentar vengarse por lo que le hice esta mañana. Estaba sumida en mis pensamientos cuando mi padre los interrumpió.
“Hija te presento a Gabriel Linares, un buen amigo de la familia”.
“Y tío de mi novio”, intervino la estúpida de Irene dejándome en shock.
“Un gusto conocerla, señorita Sandoval”, en los ojos de Gabriel pude ver la sorpresa que se llevó al encontrarme en esta casa; sin embargo, mi impresión fue más grande cuando supe que él era el tío de Leo. La vida se seguía enseñando conmigo y lo más triste es que siempre me agarraba desprevenida. Ahora estaba más devastada que antes, tenía que salir de esa casa antes de mis emociones comparan.
“El gusto es mío, señor Linares. Ahora sí me disculpan tengo que irme, aún me quedan algunos asuntos pendientes”, di media vuelta sobre mis talones y salí de la casa a toda prisa.
Desde el punto de vista de Gabriel
Después de que la mujer que durmió en mi cama toda la noche se fuera de mi casa, recibí la llamada de mi hermano Federico. Él era mayor que yo por unos veinte años. Después de que su mamá muriera mi padre se volvió a casar y de ese matrimonio nací yo. La noticia no le cayó muy bien a mi hermano, ya que estaba dejando de ser hijo único. En lo particular ni el dinero nséla posición de la familia Linares me ha interesado. Yo he salido adelante por mis propios medios y próximamente mis empresas estarán en la cima del mundo, dejando atrás a las mejores en este medio. En fin, mi hermano quería que fuera a casa sé los suegros de mi sobrino, él quería que le diera mi punto de vista de esa gente. Según mi hermano el padre de esa muchacha es muy amigo del nuestro. Lo que no entiendo por qué por lo que se ellos son de clase media y los Linares nunca se relacionaban con personas de menor rango social, lo que era una reverenda estupidez. Sin poder negarme fui a la casa sé la familia Sandoval, su vivienda era la clásica casa humilde, no había mucho que ver, pero debía cumplir con mi palabra dada y ver el comportamiento de los Sandoval. La familia me recibió amablemente, se veían personas de principios, principalmente el padre de la novia. Estaba conversando con ellos cuando llamaron a la puerta principal, la señora Emperatriz fue a abrir, ya que ellos no tenían personal de servicio, nuestra atención fue llamada cuando escuchamos a la señora reclamarle a alguien algo, que sé yo. En eso Irene se pone de pie y camina hasta la entrada principal y les dice que recuerden que tienen visita. La voz de la joven que acaba de llegar me pareció conocida, había algo en ella que me inquietaba. Al rato Irene y su madre regresan y seguimos con nuestra conversación, la verdad no quería irme hasta saber quién había llegado, pero no podía preguntar directamente. Irene se levantó del sillón sigilosamente y fue a la entrada, se escuchó como se dirigía a alguien. Emperatriz también salió a ver qué pasaba y por último el señor Francisco quien me pidió disculpas y se unió a la conversación que se sostenía en la entrada de la pequeña vivienda. De pronto todo queda en silencio y las cosas se calman, unos minutos después entra la familia junto a una hermosa joven que había llamado mi atención en otras ocasiones, pero esta vez se veía muy diferente, en sus ojos se reflejaba un gran dolor, era como si quisiera escapar de algo que la estaba atormentando. Su papá me la presento y yo como todo un caballero no mencioné los acontecimientos ocurridos durante la noche anterior.
Era obvio que estaba sorprendida de verme ahí. No se quedó mucho tiempo, imagino que era por mi presencia en su casa, seguramente la incomode; sin embargo, también me apresure a despedirme de la familia de la novia de mi sobrino y salí tras la hermosa joven de ojos negros.
La alcancé en la calle, ella iba arrastrando su gran maleta, «lo que dijo que solo venía por un par de días debió ser mentira», pensé. Estacione a un lado de ella haciéndola pegar un brinco hacia atrás haciéndola terminar en el suelo. Me apresuré a bajarme del auto, no había sido mi intención hacerla caer nuevamente. Me acerqué a ella para ayudarla a levantarse, pero su actuar no fue el más agradable.
“Se te está haciendo costumbre estar donde nadie te ha invitado”, dijo la chica tratando de ponerse en pie.
“No fue mi intención, solo quería preguntar si te puedo llevar a donde sea que vayas”, dije tratando de no sonar tan frío.
“No gracias, yo puedo ir sola, además eres un extraño, quien sabe que me puedes hacer”, respondió Kristen mirándome como bicho raro.
“Si hubiera querido hacerte algo, anoche mismo lo hubiera hecho, pero como te dije no eres mi tipo”, le volví a decir siendo sincero.
Ella no me dijo nada y siguió su camino, no quería dejarla en la carretera, pero tampoco le iba a suplicar. Así que volví a mi auto y continúe mi camino.