En desarrollo
Larry Russo es un CEO italiano que decide comenzar su vida en Nueva York luego que su prometida Aurora muere de un disparo en la cabeza en un asalto.
Años después se cruza con Abigail, una profesora de la universidad donde él impartía una conferencia, donde él queda prendado de ella por el enorme parecido con su novia fallecida. El destino da un tire y jale en la vida de Abigail, cuando la madre de ella necesita un trasplante de hígado para vivir.
Larry y Abigail, entrecruzan sus vidas y el destino les tiene un contrato.
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VI.
ABIGAÍL GRUBSTEIN
Un mes ha pasado desde que traje a mi madre a vivir conmigo, en silencio y cuando ella no me ve, he llorado. Que injusta es la vida con las personas buenas. Lamentablemente, la lista de espera de órganos es extensa. Ver cómo mi madre se apaga me hace sentir impotente.
Estaba en mi trabajo, dentro de mi oficina, me sentía bloqueada mentalmente. Alguien golpeó la puerta. Me limpié las lágrimas rápidamente y abrí.
— Profe Ernesto.
— ¿Estuviste llorando? Creo que es momento de hablar. Eres una excelente profesora y como persona eres muy dispuesta y muy profesional. Pero desde hace un mes, ya no eres la misma Abigaíl. Si te podemos ayudar, solo pídelo. Aquí tienes colegas que han notado tu diferencia. Estamos preocupados por ti.
Rompí en llanto. Era como si esas palabras tocaran mi corazón. Yo apreciaba mucho a Ernesto. Era como un padre para todos los maestros jóvenes.
— Mi mamá necesita un donante de hígado para seguir viviendo. Y yo no soy compatible. Ya no sé que hacer.
— Busquemos un donante entre la comunidad educativa. Sé que puede ser difícil. Y si usas el contacto de Larry, él es un hombre de muchos contactos.
— No quiero causar lástima ante nadie. Quiero que esto se maneje con sigilo.
— Insisto que entre más personas sepan de la situación, hay más probabilidades de que encontremos un donante.
— Tiene razón.
Ernesto salió de la oficina.
No me voy a derrumbar.
Pedirle ayuda a Larry. ¿Debería? No me quiero humillar con él, no quiero deberle nada a él.
Recordé la invitación de Larry, esa invitación que me negué.
Se vería raro que yo vaya y le diga que acepto. Ya no tiene sentido.
Mis pensamientos me estaban agobiando.
Mi mamá me llamó.
— Hija, ven por favor. Me siento mareada— Colgué de inmediato, tomé las llaves de mi auto y sin pensarlo dos veces fui a casa.
Mi madre había vomitado sangre. La llevé de inmediato al hospital. El doctor la dejó interna.
Salí de la habitación, no quería que mi madre me viera llorar.
— Señorita Grubstein— el doctor me llamó.
— Doctor.
— Necesitamos realizar de inmediato el trasplante.
— Y como va la lista de espera.
— Hay que buscar por afuera. Esa lista es lenta.
— Está bien. Y si no encuentro a un donante— me ataqué a llorar— ella se me va a morir.
— Debe estar tranquila para ella.
En este punto de la vida, estaba descontrolada. Una enfermera me puso un relajante.
Las palabras de Ernesto, "Y si usas el contacto de Larry, él es un hombre de muchos contactos"
Lo he tratado mal, no va a querer ayudarme.
Eran las 9 de la noche. Por mi madre cualquier cosa. Llamé a Ernesto pidiendo el contacto de Larry. Y le expliqué que estaba en el hospital con mi madre y que necesitaba estar aquí.
LARRY RUSSO
Entró una llamada de Abigaíl. Quedé un poco en shock, porque a pesar de que yo tenía el número de ella, nunca me había atrevido a llamarla. Contesté a la segunda llamada.
— Buenas noches.
— Buenas noches, Larry.
— ¿Quién habla? — Yo sabía que era ella, solo que no me podía evidenciar que yo tenía su número.
— Soy Abigaíl, profesora Abigaíl.
— Okey. Hola Abigail.
— Necesito un favor.
— Usted necesita un favor mío. Ve que es interesante. Pensé que usted no necesitaba favores.
— Puedes ayudarme o no— ella me gritó— Yo sabía que eras un egocéntrico que solo te preocupas por ti mismo.
— Pides ayuda, pero peleas conmigo. Te ayudo solo sí, aceptas mis condiciones.
— ¿Qué condiciones? No me vas a preguntar cuál es el favor.
— No. Cualquier cosa que sea, yo puedo cumplirla solo si aceptas mis condiciones.
— Cualquier cosa la vas a cumplir. ¿Estás seguro?
— Si.
— Está bien. ¿Dónde te veo?
— Ven a mi casa.
— Está bien. Dame la dirección— le di la dirección.
Media hora pasó y ella ya estaba afuera.
Le pedí a Nana que no saliera y que me dejara a solas con mi invitada. Salí a abrirle el portón. Ella bajó del auto y entró.
— Pudiste entrar con el auto y dejarlo por cualquier lado del patio.
— No voy a dilatar. Así que aquí está bien. Dime las condiciones.
— Entremos, hace un poco de frío aquí.
— Está bien.
Entramos a la casa y me la llevé al despacho.
—Puedes sentarte— ella se sentó.
—Escribe tus condiciones en un papel. Vamos a hacer esto legal.
— ¿Estás segura?
— Sí. Escribe lo que quieres.
— Dime cuál es el favor.
— Hasta que firme, te diré. Y no puedes negarte a lo que quiero.
Me quedé congelado.
— Está bien. Vamos a hacer un contrato legal. Pero me da un poco de miedo lo que vas a pedir, y si no puedo cumplir.
— Dijiste que podías cumplir cualquier cosa. Así que escribe maldita seas. Solo escribe lo que quieres de mí, y tú solo encárgate de cumplir— Sus ojos se pusieron llorosos.
— ¿Cuál es la petición? Dime.
— No te diré hasta que escribas.
—Esta bien.
¿Qué le puedo pedir a Abigail? ¿Una cena? ¿ Un beso? ¿Sexo? No sé que pedirle.
— Escribe rápido.
— Espera que estoy pensando bien— Abrí mi laptop y empecé a escribir un contrato matrimonial con todos los derechos sobre ella.
Imprimí dos copias. Ella lo leyó y me miró mordiéndose los labios. Cerró sus ojos apretandolos.
— Si no quieres, ahí déjalo.
ABIGAIL GRUBSTEIN
Maldita seas Larry. Pensé que sería una noche de sexo y nadamás.
Tomé el lapicero y firmé.
—Firma Larry— él firmó.
—¿Cuál es tu deseo?
—Consigue un hígado para el trasplante de órgano de mi madre ya. No te puedes negar. Ya firmaste. Necesito un hígado para mi mamá inmediatamente.
LARRY RUSSO
Quedé helado. Jamás de los jamás pensé que su petición sería algo difícil.
— Tu mamá necesita un trasplante. Es algo complicado, pensé que ibas a pedir algo material.
— Tú crees que voy a soportarte por una casa, o un carro o por dinero. No es así.
¿Soportarme? Esta mujer es un caso especial.
— Está bien voy a realizar unas llamadas ahora mismo. Cuando tenga lista tu petición, tú te casas conmigo y me cumples como mi mujer.
No quería ser agresivo con ella, pero ella es así conmigo. Aurora no era así, era pasiva y muy dulce.
— Está bien.
Si hubiese sabido antes que la petición era para su madre no hubiese firmado nada, solo busco la manera de ayudarla. Pero ella sola buscó su suerte.
Llamé a varias personas para buscar un donante. No importaba la suma de dinero que pidieran, tenía que cumplir a cualquier precio.
— Vamos a ver si para mañana tenemos al donante.
— Si— Aunque ella parecía fuerte y dura por fuera, intuía que era más blanda que una mantequilla.
Me levanté de la silla y me puse frente a ella. Le extendí la mano, Pero ella se negó a darmela.
— No quiero crear ningún vínculo afectivo contigo.
—¿Cómo vas a ser mi mujer si no quieres crear un vínculo conmigo? Te contradices. Si quieres anulo todo.
— Eso es un chantaje.
— Lo siento, Pero tú querías un contrato. Ahora empieza a cumplir. Yo ya llamé y moví algunos hilos.
Ella se levantó.
— Es hora de regresar al hospital. No quiero que mi mamá esté sola. Cuando tengas mi petición, puedes hacer conmigo lo que tú quieras mientras tanto no puedes tocarme un solo pelo.
Ella salió de mi casa.
Hay un dicho que dice, el estafador salió estafado, está mujer no es fácil y no es tonta.
son cortas y sin tanto enredo felicidades y más que agradecida por tan linda labor
felicidades
Exitos Éxitos Éxitos