Charlotte que fue engañada por el hombre que juraba amarla, vuelve en el pasado para cambiar su pasado y proteger a su esposo, a quien ella mato con sus propias manos tras haber sido manipulada.
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capitulo 2- Regresión
Charlotte abre los ojos de golpe, mira a su alrededor sorprendida de que esté ahora mismo viva, se toca la mejilla imposible de creer que está viva, mira en su frente para ver un espejo, confirmando sus sospechas de inmediato. Realmente era ella, estaba viva.
— Acaso todo fue un sueño. —Se pregunta así misma, aún confundida si todo lo que acaba de vivir fue un sueño, pero se percata de algo. Tiene un velo en la cabeza, mira su ropa de pie hasta arriba para darse cuenta de que lleva un vestido de novia, como si estuviera por casarse. — ¿Qué está pasando? — Toca el vestido asegurándose de que no sea una ilusión. Si bien recuerda ese vestido, fue aquel vestido que puso para casarse con el emperador.
— Señorita, ¿cómo se encuentra? —Voltea hacia la puerta cuando esta se abre, entrando una chica, que ella conocía perfectamente, su doncella personal que ha estado con ella desde hace años.
—Victoria. —Mira, la chica sorprendida, sorprendida de que esta estuviera viva, ya que cuando Edwin tomó el trono se había asegurado de asesinar a cada persona que ella tenía.
—Señorita, estás bien. —Victoria se acerca preocupada a su señorita. — Entiendo que no quiere casarse con el emperador y realmente quisiera hacer algo por usted, pero realmente no puedo. —Trata de calmar a Charlotte, quien ha soltado unas lágrimas tras otra. —Lo siento por no poder ayudar a la señorita.
—No. — Charlotte niega. —No estoy llorando por eso. —Se mira en el espejo sonriendo entre lágrimas.
«El cielo realmente me ha dado otra oportunidad para reparar mi error».
Se acaba de dar cuenta de que todo esto no es un sueño, sino que los dioses le habían dado otra oportunidad para hacer su vida y reparar los errores de su vida pasada, tras confiar en la persona equivocada, pero ahora tenía una oportunidad de remediar todos sus errores con Killian.
Mira su vestido, aquel vestido de color crema que ella misma había elegido con el propósito de rechazar a su prometido. En ese país, quien porta un vestido crema es señal de rechazo, y recuerda que en su vida pasada tomó ese vestido especialmente para avergonzar a su prometido.
—Victoria, me haces un favor.
—Dime qué quiere que haga, señorita.
—Tráeme el vestido blanco que la emperatriz madre me envió hace días. — Si quería cambiar las cosas, debía empezar desde ahí, cambiar el principio de la historia, ese era su propósito.
—Ah, ese vestido, pero usted me mandó a quemarla. —Había olvidado esa parte por completo, hace días, durante un ataque de rabia, había ordenado que quemaran aquel vestido, porque odiaba que todo el mundo la estuviera felicitando por algo que ella ni siquiera quería. — Pero, afortunadamente, no lo quemé. —La doncella sonríe. —Sabía que usted no estaba en sus cinco sentidos, además de que eso sería un delito, así que guardé el vestido por si acaso.
Charlotte sonríe aliviada escuchando aquellas palabras.
—Gracias.
—Se lo traeré ahora, señorita. —Dicho eso, la doncella sale de la habitación, regresando unos minutos después con aquel vestido en sus manos. Charlotte toma el vestido cambiándose de inmediato. Era un hermoso vestido con cola de sirena, largo y con perlas brillantes.
Tocan la puerta, entrando su hermana Eloise.
—Oh, hermana. —La chica sonríe, sorprendiéndose de que Charlotte lleve el vestido que la emperatriz le había asignado, ya que por lo que había escuchado, la chica había hecho un berrinche ordenando que quemaran aquel vestido.
—Eloise. —Mira, su hermana, y todo lo que vivió en su primera vida pasó como relámpagos en su mente, al final ella también le había traicionado.
Para ella siempre había considerado Eloise como su hermana, como si fueran hermanas gemelas, a pesar de que solo eran hermanastras, pero al final incluso esta la había traicionado al final.
—Te ves realmente preciosa, hermana… Eres realmente afortunada por casarte con el emperador. —La mujer sonríe mirando a Charlotte de abajo arriba, quien sonríe de acuerdo con sus palabras.
—Tienes razón, realmente soy afortunada. —Recuerda que en su vida pasada ya hubiera negado todo eso e incluso hacer un escándalo, las intenciones de esa chica eran claras. —Es una lástima, las esperanzas de las chicas deben estar por el suelo. Al fin y al cabo perdieron su posibilidad.
—Tienes razón, hermana. —Eloise sonríe nerviosa por las palabras de Charlotte.
—Ahora bajaré, estoy segura de que mi padre me espera. —diciendo aquello pasa al lado de Eloise no sin antes darle una pequeña sonrisa.
Ahora que lo piensa, Eloise siempre había deseado el puesto de emperatriz y más por ser la hija mayor, pero debido a que no tenía la sangre del marqués fue algo imposible, porque ella solo era una plebeya junto a su madre, quien tuvo la suerte de casarse con su padre.
La emperatriz madre jamás dejaría que una mujer que no sea de la realeza entre en la familia real, incluso las concubinas, y sus familiares deben tener un título para poder meter en el harén.
Charlotte baja las escaleras tal como esperaba su padre, la estaba esperando abajo, baja las escaleras lentamente sosteniendo cada lado de su vestido.
—Hija… —El marqués mira su hija con un poco de lástima, sabe muy bien que ella no quiere casarse, pero es algo de que él no puede hacer nada, haría todo con tal de ver su hija feliz y casarse con la persona que quiere, pero un matrimonio que fue orden de la emperatriz y el emperador es algo que no se puede evitar.
—Estoy bien, papá. —Toma la mano de su padre con una sonrisa. —No debes sentirte culpable. —Mira a su padre con suavidad… Sabe muy sus angustias, aunque en el pasado ella pensó todo lo contrario, y lo culpó de todo a pesar de que intentó hacer lo posible para romper el compromiso. —Sé que ese compromiso es algo que no está en tus manos.
—Hija mía. —El marqués mira a su hija, sorprendido, esperaba cualquier cosa menos esas palabras.
—Estoy feliz, padre, además estoy segura de que muy pronto aceptaré mi deber como emperatriz. Seré feliz, te lo prometo.
—Hermana. —Charlotte mira de dónde proviene la voz y es su hermana Eloise quien se encuentra de pie en las escaleras. —Espero que estés feliz. —Sonríe y, después de ver esa sonrisa, tantas veces. Charlotte sabía que era de sus sonrisas más falsas.
—Claro que lo seré, hermana, lo seré siendo la emperatriz. —La sonrisa de la rubia se borra ante la respuesta de Charlotte, quien gira a mirar a su padre nuevamente.
—¿Nos vamos?
El marqués asiente, orgulloso de que su hija haya madurado por fin.