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Cuando Te Encuentre

Cuando Te Encuentre

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Reencuentro
Popularitas:6.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Lina Garizao

La vida de Valeria da un giro inesperado cuando descubre la infidelidad de su novio, Alex. Desolada y herida, decide marcharse sin decir una palabra, buscando refugio en la casa de su amiga. Alex, al darse cuenta de su ausencia, se embarca en una búsqueda frenética para encontrarla, convencido de que puede reparar su relación. Sin embargo, su mejor amiga, Claudia, está decidida a proteger a Valeria del dolor que su ex le ha causado y se niega a revelar su paradero.

A medida que Alex se enfrenta a obstáculos y a la interferencia de su amante, Valeria comienza a redescubrirse y a sanar. Pero cuando el amor verdadero está en juego, las decisiones del pasado pueden amenazar el futuro.

NovelToon tiene autorización de Lina Garizao para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 2: Huir sin mirar atrás

El sol ya había salido por completo cuando Valeria cerró la cremallera de la maleta, con el corazón latiendo a un ritmo frenético. Apenas había metido lo necesario: unas cuantas mudas de ropa, su cepillo de dientes y un par de fotos que le dolió dejar atrás. Todo lo demás podía esperar. Lo único que sabía con certeza era que no podía seguir ahí.

Desde el otro lado de la puerta, Alex seguía insistiendo, sin tener idea de lo que realmente ocurría. No tenía ni la menor pista del huracán emocional que se desataba dentro de ella. Pero eso no le importaba. Ya no.

Valeria tomó un último respiro profundo, mirando por última vez el pequeño departamento que compartían. Las risas, los momentos felices, las promesas que alguna vez hicieron entre esas cuatro paredes ahora parecían distantes, casi irreales. Todo estaba teñido de mentira.

—Adiós, —murmuró en voz baja, sabiendo que esa despedida no era para Alex, sino para la vida que pensó que tendrían juntos.

Abrió la puerta del dormitorio con la maleta a cuestas. Alex estaba en la cocina, mirando su teléfono como siempre, ajeno a la tormenta que había dejado a un lado. Por un segundo, Valeria sintió un pequeño tirón en su pecho. ¿De verdad iba a irse sin decir nada?

—¿Val?—preguntó él al verla pasar con la maleta—. ¿A dónde vas?

Ella apretó los labios, sin mirarlo. Si lo hacía, si veía esa expresión de confusión en su rostro, podría romperse. Tenía que mantenerse firme. Sin responder, caminó hacia la puerta principal.

—¡Valeria! —la voz de Alex sonó más fuerte, y por primera vez, el pánico se asomaba en sus palabras—. ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué llevas una maleta?

Valeria se detuvo un momento frente a la puerta, su mano en el picaporte. El silencio de la habitación se volvió denso, tenso. Sentía sus ojos quemar, pero no iba a darle el gusto de verla llorar. Ya había tenido suficiente de él, suficiente de sus mentiras.

—Valeria, dime qué está pasando, por favor.

La súplica en su voz la atravesó, pero no era suficiente. No después de lo que había descubierto esa mañana. No después de ver el nombre de Sara repetido en tantos mensajes. No después de saber que otra mujer había ocupado el lugar que le pertenecía a ella.

—Tengo que irme, —dijo finalmente, sin girarse. Su voz era apenas un susurro, pero sabía que Alex la había escuchado.

—¿Irte? ¿Pero por qué? No entiendo, ¿qué hice mal? —Alex se acercó, pero ella ya estaba abriendo la puerta. Cada paso que daba hacia la salida la hacía sentirse más ligera y, al mismo tiempo, más rota. ¿De verdad no lo sabía? ¿O simplemente lo fingía?

—No me sigas, Alex. No lo hagas más difícil de lo que ya es.

Con esas palabras, Valeria salió del departamento sin mirar atrás. Escuchó a Alex llamarla una última vez, pero no se detuvo. **No podía permitirse dudar. No esta vez.**

Valeria salió del edificio con pasos rápidos, casi corriendo. El aire frío de la mañana golpeó su rostro y llenó sus pulmones, dándole una extraña sensación de libertad mezclada con angustia. Había tomado la decisión correcta, se repetía a sí misma, pero el dolor que sentía en el pecho no desaparecía. Con cada paso que daba, la distancia entre ella y Alex aumentaba, pero la herida en su corazón seguía abierta, latiendo intensamente.

El taxi que había pedido la estaba esperando al otro lado de la calle. El conductor la miró por el espejo retrovisor cuando se acercó con la maleta a rastras, pero no dijo nada. Solo abrió el maletero con un gesto automático, sin preguntas, sin juicios. Perfecto, pensó Valeria. Lo último que necesitaba ahora era hablar.

Una vez dentro del coche, cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento. El ruido de la ciudad le llegaba amortiguado, como si estuviera dentro de una burbuja que la separaba del resto del mundo. Pero su mente no dejaba de girar en torno a lo mismo: Alex, los mensajes, la traición.

—¿A dónde vamos, señorita? —preguntó el conductor amablemente, sacándola de sus pensamientos.

Valeria tomó un segundo para responder. ¿A dónde iría? Sabía que no podía regresar a casa de sus padres; no quería preocuparlos ni tener que explicar lo que había pasado. Sus amigas… Claudia. Claudia sería la respuesta. Sabía que su mejor amiga la recibiría sin hacer preguntas, al menos por el momento.

—A la casa de Claudia…—dijo finalmente, dando la dirección—. Por favor, no me apure.

El conductor asintió y arrancó el coche suavemente. Mientras avanzaban por las calles, Valeria sacó su teléfono del bolso y lo miró con una mezcla de tentación y rechazo. Quería apagarlo, desconectarse del mundo por completo, pero sabía que en algún momento Alex intentaría contactarla. Quería que lo hiciera, y al mismo tiempo, no quería saber nada más de él.

La pantalla brillaba con varios mensajes no leídos. Todos de Alex.

“Valeria, ¿dónde estás?”

“No entiendo por qué te fuiste.”

“Por favor, hablemos.”

Cada mensaje que leía le clavaba una aguja en el corazón, recordándole la vida que estaba dejando atrás. Pero no, no iba a responder. No merecía una explicación, no después de lo que había hecho.

Tomó aire y, en un movimiento decidido, apagó el teléfono. Ahora era solo ella y su nueva realidad, una en la que tendría que aprender a vivir sin Alex, sin su confianza rota, y sin las mentiras que habían envenenado su relación.

El taxi siguió su camino por las calles vacías de la mañana, mientras Valeria se sumergía en el dolor de su decisión. Estaba huyendo, sí. Pero esta vez, huir era lo único que podía hacer para salvarse a sí misma.

1
gisella Fuentes Cardenas
si no te dabas cuenta seguía en lo mismo de engañarte y kisas siempre lo hará sería vano darle oportunidad a un tramposo
Pelu Borrajo
Normal
Amada Martinez
Ella tiene una excelente amiga, que le brinda su apoyo sin juzgarla.
Amada Martinez
Muy interesante.
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