Traicionada

Mientras estaba escuchando los vítores que la aclamaban como reina, Huimang recordaba los momentos que la llevaron a convertirse en la esposa el príncipe Khwan.

El día en que ella aceptó casarse con el príncipe, fue llevada con sus padres adoptivos a una residencia de la ciudad principal, tenía un hermoso jardín y estaba completamente amoblada, había ropas muy bonitas para ella, y ropas nuevas para sus padres.

Su madre la miraba con seriedad y la llevó a un ambiente cerrado, le pidió a Huimang sentarse y luego la miró directamente.

- “Por favor, hija, dime que no hiciste algo denigrante, desapareciste tres días, gente del príncipe Khwan nos buscó y nos hospedó en el palacete, como si fuéramos de la nobleza, y ahora nos traen a vivir a esta residencia, no me digas que te has convertido en la querida de Su Alteza”, expresó doña Jaseon, con un tono suplicante.

- “Te juro madre, que no he hecho nada malo”, respondió Huimang tomando las manos de su madre.

- “Cariño, Su Alteza Real está acá y quiere hablar con nosotros”, ingresó don Cichang interrumpiendo la conversación entre madre e hija.

Cuando ellos salieron, hicieron una reverencia, doña Jaseon no pudo evitar su incomodidad, no quería pensar que su hija haya hecho algo incorrecto, pero de que otra manera una muchacha humilde se podría involucrar con un hijo del monarca.

- “Sé que estos últimos días han resultado por decir extraños, pero seré directo le propuse matrimonio a su hija y ella aceptó; nos casaremos en un mes, una semana después de que cumpla dieciocho años; Lady Mino se encargará de los detalles, entienden que no están acostumbrados a tanto protocolo, pero no puedo evitar hacer una boda pública; no se preocupen por Lady Huimang será tratada como en lo que se va a convertir, una princesa. Dicho todo esto, hay algo que quieran consultar”, expresó el príncipe Khwan como quien diera una noticia común del día.

Huimang esta completamente avergonzada, definitivamente ese hombre no tenía idea de tener tacto, sus padres adoptivos se quedaron perplejos, pero doña Jaseon trató de mantener la poca serenidad que le quedaba.

- “¿Desde cuándo conoce a mi hija, Su Alteza?, hace unos días ella estaba de novia con el joven Minwo, no entiendo todo esto”, expresó con desconfianza doña Jaseon.

- “¿Cree que ese Minwo es mejor que yo?, robó unas joyas en la casa de un duque y dejó que su hija asumiera la culpa, creo que ese tipo no debería ser mencionado en su familia nunca más; y con respecto desde cuando la conozco, cada vez que regreso de mis cacerías la veo en la florería del primer pueblo que recorro, siempre es muy atenta y amable, además de linda, así que la quiero hacer mi esposa, ella aceptó no es así Lady Huimang”, respondió el príncipe Khwan.

- “Sí, solo que hubiese querido tener tiempo para ser yo quien les diga”, comentó Huimang tratando de disimular el enojo.

Khwan pudo notar la molestia de Huimang, lo que causaba algo de gracia, hace mucho que alguien había causado una emoción alegre en él, sacudió la cabeza al darse cuenta y volvió a su clásica frialdad.

- "Bueno, dale más detalles a sus padres Lady Huimang, mañana inician los preparativos, tengo que retirarme; nos vemos en un mes", dijo Khwan.

El príncipe se estaba retirando, pero de un momento a otro Huimang corrió y se puso delante de él, lo que lo sorprendió.

- "¿Siempre es así tan directo?", preguntó Huimang molesta.

- "No me gusta perder el tiempo, es mejor decir las cosas sin rodeos, dar largas es tedioso y aburrido", respondió Khwan.

- "Así sea tedioso y aburrido, ellos son mis padres, las personas más importantes para mí. Y usted va a venir estás cuatro semanas a verme, y va a fingir que está muy enamorado, si quiere que siga con este matrimonio", expresó Huimang mirando directamente al príncipe.

- "No me gastes la paciencia", dijo el príncipe tomando con fuerza el brazo de Huimang.

- "Usted me escogió, así que usted se aguanta. Tendrá que fingir en esta casa, sin mucha gente, este mes. Yo me pasaré fingiendo delante de todo el reino, no sé cuánto tiempo; así que si saca cuentas, usted sé la lleva fácil, Su Alteza", manifestó Huimang sin dejarse amilanar, liberandose del agarre del príncipe.

- "Bien, parece que sabes negociar, haré lo que pides, cariño", expresó el príncipe, para luego darle un beso en la mejilla a Huimang.

Ella trastabilló ante la sorpresa, Khwan la tomó de la cintura para que no callera y la trajo hacia él; al mirarse ambos por ese instante, realmente parecían una pareja enamorada; los padres de Huimang que habían visto esa última escena desde lejos, respiraron tranquilos parecía que había sentimientos reales entre ellos, por lo que el matrimonio suponía una decisión afortunada; aunque les preocupara las costumbres de la familia real, pues a diferencia de otros reinos en que usan el sello matrimonial para señalar una unión para toda la vida; usan los anillos de bodas, y no ajenos a los divorcios, que habían tenido como consecuencia que cada uno de los hijos del rey tuvieran diferente madre.

Durante ese mes, el príncipe Khwan visitó un día a la semana a Huimang y sus padres; los comentarios de la cancelación del compromiso con Lady Czuly a todo el reino, quien se había dedicado a esparcir rumores sobre la decencia de la mujer con quién ahora el tercer hijo del rey se casaría.

Cuando llegó el día de la boda, toda la nobleza de Pallango estuvo presente en la iglesia, querían ver en persona a la mujer que había conquistado al hijo más frío del rey, y estaba por casarse con él, después del periodo de cortejo más corto de la historia del reino.

El príncipe sordo a cualquier comentario estaba parado en el altar, su mejor amigo estaba parado a su costado, el general Chien de Geo.

- "Al fin voy a conocer a la novia que has mantenido oculta, y que ha logrado que el gran Khwan por fin se case", expresó Lord Chien con una sonrisa.

- "Te darás cuenta que es muy bonita, pero no es por eso que me caso con ella, sino porque no hay nadie más como ella en todo el reino, ya te darás cuenta cuando la entrenes", comentó el príncipe Khwan.

- "¿Entrenarla?, ¿De qué hablas?", pregunta curioso Lord Chien.

- "Para hacerla un general como tú, después de todo mi esposa debe estar preparada para enfrentar la muerte en cualquier momento", respondió con seriedad el príncipe Khwan.

El tercer hijo del rey de Pallango sabía que una vez casado se convertía en pieza escogible para la corona y por lo tanto querrían destruirlo, usando tal vez la pieza más frágil; él con solo verla pudo saber que Huimang podría ser una guerrera feroz, pero no iba a asustarla antes de tiempo, dándole todos los detalles que implicaba convertirse en su esposa; tal vez solo era una herramienta, pero no la iba a dejar indefensa.