Esta es una historia de amor que, bajo la óptica de la doctrina espírita, trata sobre la reencarnación y el destino. Narra la vida de Gael y Cristina, dos almas que se reencuentran en esta existencia y cuyos sentimientos serán puestos a prueba. Deberán superar varias adversidades para estar juntos, una de ellas es aceptar como su hijo la reencarnación de Mauro, alguien que causó mucho daño a la pareja y persiguió a Cristina, incluso después de su muerte
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Capítulo 5
Antes de dormir, ya en su habitación, Gael mira el libro sobre la mesita de noche, regalo de su amigo Otávio... Hojea el libro, mirando rápidamente, sin mucha atención, y se detiene en una página aleatoria, sobre una pregunta que le salta a la vista...
— "Pregunta 392. ¿Por qué el espíritu encarnado pierde el recuerdo del pasado?" — Decía la pregunta en El Libro de los Espíritus.
— ¡No puedo creer que esté leyendo este libro! ¡Ni sé cómo Otávio me hizo aceptarlo! — Comenta Gael.
— "El hombre no puede ni debe saberlo todo; Dios así lo quiere, en su sabiduría. Sin el velo que le oculta ciertas cosas, el hombre se ofuscaría, como aquel que pasa sin transición de la oscuridad a la luz. Por el olvido del pasado, él es más él mismo." — Decía la respuesta.
Gael se queda pensativo... Sonríe, coloca el libro nuevamente sobre la mesa y se acuesta, apagando la luz de la lámpara.
— Al menos, admito, dentro de la lógica de los que creen en Dios, en la vida después de la muerte... ¡Sí! Tiene su sentido...
Lejos de allí, Cristina estaba intentando estudiar para un examen que tendría en unos días, cuando se acuerda de que su formulario de la universidad no estaba entre sus cosas...
— ¡Dios mío! No lo creo... ¡No lo creo! ¡Perdí mi formulario! ¡No! Ahora voy a tener que ir más temprano a la universidad mañana y llegar a tiempo para pedir un nuevo formulario y rellenarlo... Al menos esa loca no ha vuelto a molestarme... — Dice Cristina, sentándose en el sofá...
Ella respira hondo... Pensativa... recordando a Gael...
— Qué curioso... De nuevo ese hombre aparece para salvarme. Después de lo que me pasó, debería estar traumatizada de cualquier hombre que se me acercara, pero él... Él no... ¡Dr. Gael! ¿Será que aún lo voy a ver de nuevo? — Dice Cristina.
Ella retoma los libros, pero le resultaba difícil concentrarse. Cuando estaba en casa, así de sola, la asaltaban los recuerdos de aquel día; cuando cerraba los ojos, parecía ver a Mauro persiguiéndola... De repente, una crisis de ansiedad le impedía a Cristina hacer cualquier cosa, y comenzó a llorar sin motivo...
— ¡Dios mío! ¿Por qué? ¿Cómo borro esto de mi memoria? ¿Cómo? En la universidad me enfrento a miradas de juicio, la gente parece haberse alejado de mí, ¡imagínate! Yo no tuve la culpa, no tuve ninguna culpa, si el Dr. Gael no aparece en aquel momento, no sé qué habría pasado. ¡En lugar de ser él, podría haber sido yo! Fue una fatalidad... Hasta entiendo a su madre, al fin y al cabo es madre. Mi madre también era mi defensora incondicional... Cómo... Cómo la echo de menos... — Dice Cristina, llorando de nostalgia por su madre...
Entonces, desiste de estudiar por ese momento. Había perdido el foco por sus emociones, guarda los libros y decide ir a dormir... Pero antes toma una pastilla para conciliar el sueño, pues después de todo lo que pasó, le ha sido difícil pegar ojo.
Algunas horas después, tanto Cristina como Gael dormían, y en el más profundo sueño, compartían la misma experiencia, ¿o serían recuerdos de vidas pasadas? Recuerdos de un tiempo pasado muy distante. Cristina caminaba por un lugar que parecía ser otro país, muy lejano, con ropas y arquitectura que remitían quizás al siglo XVII... Cristina caminaba distraída en el sueño, con una pila de libros, atravesando la calle, y no vio cuando un carruaje venía en su dirección. Solo siente que un hombre la jala, mientras el cochero les gritaba reclamando...
— ¿Todo bien? ¡Muchacha! ¿Todo bien? Por favor, tenga más cuidado... No ande distraída por ahí... — Dice el hombre, que era Gael en su vida anterior...
Los dos se miran, despertando allí un sentimiento entre ellos... En aquella existencia pasada... Más tarde, otro recuerdo era despertado en un sueño... Cristina era perseguida por un hombre, al que no conseguía ver el rostro. Ahora parecía ser en otro tiempo, en otro periodo, en otro lugar...
Cristina entra en un granero, acorralada, nerviosa. Con mucho miedo... Cristina por fin vislumbra el rostro del hombre que la perseguía...
— ¡Tú! ¡Tú vas a ser mía! ¡Necesitas ser mía! ¡Por las buenas o por las malas, serás mía! — Dice el hombre que, aunque con apariencia más vieja, con barba y ropas diferentes, era Mauro el que la perseguía...
Cuando él se acercaba a Cristina... Un disparo cortó el aire. Un hombre había disparado a su perseguidor... Cristina mira asustada a este hombre... era Gael.
En ese instante, tanto Cristina como Gael se despiertan asustados e impresionados por el sueño que tuvieron... Cada uno en su casa, pero con la sensación provocada por aquel sueño. Gael mira el libro a su lado y recuerda lo que había leído...
— ¿Será? ¿Será que me dejé sugestionar por el contenido que leí? ¿Cómo pude soñar con ella de esa forma? ¿Qué significa esto? — Dice Gael... Mira la foto de Helena, su esposa, al lado de su cama...
Recuerda que tenía el formulario que Cristina había dejado caer y que necesitaba devolver... En medio del torbellino de sensaciones que tenía después de aquel sueño...
Se levanta, medio aturdido... Saliendo del cuarto...
He aquí que había un espíritu, un espíritu de una mujer al lado de la ventana de la habitación, vestida de blanco... Era Helena, la fallecida esposa de Gael...
— Gael, mi querido Gael... No se puede huir del destino... Esta vez, tienen que estar juntos... — Dice Helena.