Entre la oscuridad y el eco de la sangre derramada, dos almas se cruzaron:
Elara Veyren, que deseaba liberarse del dolor, y Nyssa, que ansiaba una nueva vida.
El destino unió sus caminos.
Cuando Elara murió, Nyssa fue arrastrada hacia la luz, encadenada a ese cuerpo que dejaba de latir.
Cuando abrió los ojos, no estaba en el campo de batalla.
Estaba en la iglesia, vestida de novia… el día de la boda de Elara.
Pero ya no era la tímida joven.
Ahora, detrás de aquellos ojos grises, habitaba la mirada letal de La Furia Silente.
“Bien…
Me dan un matrimonio forzado, un esposo frío, una familia que la vendió…
No saben lo que acaban de desatar.”
Su sonrisa, apenas torcida y peligrosa, fue la primera señal de que la historia había cambiado para siempre.
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Sin pedir permiso.
Elara se sentó en la cama,antes de el sonar de la alarma del megáfono, estiró los brazos y dejó que la brisa fría de la mañana despejara los últimos rastros de cansancio.
Se levantó y se vistió con un uniforme sencillo de color oscuro, de tela práctica pero ajustada, que le permitía moverse con comodidad. Peinó su cabello en una coleta alta y recogió los documentos que había revisado la noche anterior.
—Veremos de que están hechos estos soldaditos.
Abrió la puerta sin hacer ruido y caminó por el pasillo. Aún había soldados somnolientos cambiando de turno en el patio, el cuartel todavía no bullía de actividad.
En el piso inferior, Gregori ya estaba despierto, organizando la entrada para recibir a los nuevos cadetes. Se inclinó levemente al verla.
—Señora… ¿desea que prepare su desayuno ?
— Sí.. Quisiera que compres todo de esta lista . – Gregori asintió miro la lista con una mueca ladina– ¿Hoy empiezan las inscripciones no?
– Sí señora.. ¿Está pensando en unirse?
– Sí, después todo no pienso quedarme en esa casa sola... Sobre lo de ayer.. ¿Porque me apoyo?
Gregori sirvió su desayuno – Porque usted es la señora y quien merece respeto, su hermana si me disculpa no piensa en los demás.. Y desde ayer pude notar que usted ya no sería la misma y me alegro
Elara sonrió tomando un sorbo del té– ¿No hay Café? O jugo de naranja ..
– Sí, ¿Quiere algo más? Puedo cambiar el menú
– Sí, mejor te anotaré, no me gusta el té y necesitaré más proteínas.
Gregori asintió, le trajo los requisitos de inscripción , Elara los leyó detenidamente tenía todo listo solo esperaba la hora, cuando Darius bajo se sentó frente a ella.
– ¿Acaso no saludas?
– Buen día.
Darius levantó la ceja y noto la isla de inscripción 《 No piensa dejar de seguirme 》 pensó
– ¿ Te piensas inscribir? No es un juego de..
– Lo sé, y si lo haré, no necesito tu permiso, tengo 19 años aun .. Pienso escalar más para mi misma.. Así que ahórrate tu machismo Comandante.
Darius dio una mordida a su tostada suspirando con rabia, no dejó de mirarla ningún momento, no entendí que le pasó a esa muchacha tímida que siempre buscaba seguirlo.
《 Debe ser otro de sus juegos.. No pienso caer 》
– Mi arma.. Devuélvemela.
Elera se la saco de la bota, la puso en la mesa – Ten.. Tiene un calibre horrible y una alineación chueca. Debería comprártelo otra
– ¿Y tú que sabes de eso? Lo leíste en una revista para impresionarme
– No sabe nada de mí.. Y deje de sentirse el sol del mundo. No todo gira a su alrededor- rodó los ojos llevándose al ver a Gregori con lo que pidió.
– Mi señora... Su uniforme. ¡Mucha suerte!
– Gracias Georgi..
Gregori asintió con un destello de respeto en sus ojos, aunque evitó mostrarlo demasiado al ver a Darius con su cara seria.
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Darius estaba en su escritorio, con la mirada fija en un mapa de rutas militares, pero la mente en otra parte. La noche anterior no lo había dejado dormir. Cada respuesta seca de Elara, cada gesto suyo, le ardía en el orgullo.
Cuando oyó los pasos firmes de ella en el pasillo, levantó la cabeza.
No dijo nada cuando la vio pasar por la puerta del despacho, pero sus ojos la siguieron hasta que desapareció rumbo al patio de reclutamiento con su uniforme.
Un capitán joven, que estaba revisando una lista de los cadetes, notó el semblante de su comandante y bajó la voz al preguntar
—Señor… ¿desea que ordene que la señora se retire del área?
—No. Déjala. —Apretó los dientes—. Que se canse jugando a ser soldado.. Veremos cuando dura
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El cuerno sonó marcando el inicio de la jornada.
Elara llegó antes que la mayoría de los cadetes, caminando con paso firme. Llevaba el uniforme oscuro ajustado, el cabello recogido en la coleta alta y los documentos en la mano.
Los soldados recostados a los costados del patio la siguieron con la mirada, murmurando entre ellos.
—¿Esa no es… la señora del comandante?
—Lo es… ¿qué hace aquí?
—Parece que piensa inscribirse.
Elara los escuchó, pero no les prestó atención. Llegó hasta la mesa de registros donde el oficial responsable, un hombre de barba corta y porte serio, levantó la vista sorprendido.
—Señora… ¿está segura? La inscripción no es un acto simbólico. Quien firma entra al régimen de entrenamiento, con todas las pruebas físicas y el código militar.
Elara (asintiendo, segura):
— Lose. Ley todo el manual. y tengo todo los requisitos.
Puso sobre la mesa los documentos sellados y con firma.
El oficial los revisó con detenimiento y asintió, aún con algo de incredulidad.
—Tendrá que pasar la prueba de resistencia junto con los demás cadetes.
— Si señor.
A su alrededor, varios soldados cruzaron miradas, entre sorprendidos y divertidos, pero nadie se atrevió a comentar en voz alta
Desde la sombra , Darius observaba la escena con los brazos cruzados. Su presencia imponía silencio, aunque sus ojos seguían con atención cada gesto de Elara.
A su lado, Cesar su sub capitán murmuró:
—Señor… parece que habla en serio.
Darius no apartó la vista de ella.
—Si quiere demostrar que puede soportar la vida militar, que empiece desde abajo.
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Cuando el oficial llamó a los reclutas a formarse para la primera prueba, una carroza ligera entró al patio. Las miradas se volvieron hacia la figura femenina que descendió con gracia, cubierta por un manto azul claro.
Era Selene.
Sus ojos buscaron de inmediato a Darius y, al encontrarlo, le dedicó una sonrisa cálida antes de caminar hacia él. Sin embargo, pronto notó la figura de su hermana con el uniforme y el pergamino de inscripción en la mano.
La expresión de Selene cambió; una chispa de enojo y desdén brilló en su mirada.
Se dirigió directamente hacia Elara, ignorando a los soldados que se apartaban para abrirle paso.
—Hermana… ¿en serio te presentarás como soldado? Quedarás en ridículo. Esta zona no es apropiada para una dama… imagina lo que dirán los hombres al verte aquí.
Elara, con una media sonrisa—Prefiero que me vean sudando en el campo de entrenamiento que lavando platos y esperando que alguien más decida por mí.
Un murmullo recorrió a los soldados, Darius llegó en ese momento detrás de Selene
—Hablas como si ser ama de casa fuera algo vergonzoso. Yo solo pienso en tu imagen.
—Mi imagen no es problema tuyo. Tú siempre fuiste buena en salones de té y vestidos de gala. Yo prefiero valerme por mí misma.
Giró el rostro levemente para mirarla —Si viniste a darme lecciones, ahórratelas. El cuartel no es lugar para tu teatro. ¿ No comandante ?
Selene abrió los ojos, dándose vuelva, rápido cambió su expresión a tímida y culposa.
– Yo solo quería ser amable..– se puso añado de Darius quien estaba firme ante la vista de todos.
– Yo también lo fui y no anda llorando a hombres casados y tomando sus manos - dijo Elara
Todos miraron en ese momento, Darius se soltó de Selene, estaba en medio de su zona, puede que Selene sé enoje pero las palabras de Elara demostraba algo de doble sentido y no pensaba darle el gusto.
Selene, en cambio, actuó avergonzada –Yo no lo hice con alguna intención... Lamento esto Comandante, no piense mal –bajo la mirada.
– No lo pienso, Solo debe irse el campo no es para una Mujer refinada con usted Señorita..
Elara lanzó un sonido de vómito saliendo de su vista, Darius lo escucho perfectamente frunciendo el ceño, pero sintió el agarre de Selene de nuevo y no era bueno ante los murmullos de sus soldados.
"El comandante sé que tiene cariño con su cuñada.."
"Seguro por eso su esposa ni quiere estar seria"
" Parece que no todo de el es honorable "
Darius apretó los dientes – Señorita Selene.. No puede volver a tocarme— La miró de reojo
– Sí.. Yo lo siento, fue sin querer.¿Tendrá problemas por mi culpa? - sollozo
– No es para que se ponga así.. Puede quedar viendo desde el recinto el entrenamiento.
Selene sonrió, consiguió su atención de nuevo.
Elara estaba con su grupo esperando su prueba perdida en los recuerdos.
《 Sí bien recuerdo .. Esta prueba es vista con el disparo del arma y rapidez de la mano y memoria para armarlas .. Será pan comido, estas armas son una reliquia comparado con las que usaba .. Como extraño mi metralleta 》 suspiro
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